Los hombres cuervos tenían todos los alas negras y la piel pálida.
Se balanceaban como suicidas sobre el extremo del puente.
Y en lugar de pies tenían pezuñas.
Siempre saltaban y emprendían el vuelo antes de que pudieras decirles nada.
Los hombres cuervo ya lo habían oído todo.
Todos ellos parecían uno solo,
recordaban al ejército de los Inmortales;
siempre había un hombre, vestido de negro, con grandes alas y pezuñas en lugar de pies,
con la mirada triste clava en el abismo de aguas oscuras que corría y bramaba bajo el puente.
Los hombres cuervo tienen la espalda llena de cicatrices,
aunque eso nadie lo sabe.
Tienen las alas contadas,
están condenados.
Todos tienen el pelo oscuro
y los ojos oscuros.
Si te acercas a ellos,
si los confundes con un suicida e intentas salvarles,
saltan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario