Yo, que soy muy de hablarle al otoño, no podría dejar pasar esta puerta en silencio.
Porque cómo no hablar del verano que se acaba,
sin mencionar al ladrón de sábanas y edredones.
Y despierto valiente y nunca-más-sola,
consciente del peligro que supone decir eso,
con la cara levantada,
teniendo delante un camino de octubres
e inviernos.
Pero he caído en la historia,
la mía,
y esta vez me la creo.
Despertarse con el cielo aún sumergido,
con cama y corazón de menos,
robados una madrugada.
Y aún así con más de lo que tenía
antes de acostarme.
Con el pelo enredado y sensaciones
nuevas, como un camino nuevo
por el que ir al sitio de siempre,
mi vida.
Son los últimos rayos de un verano
de carretera y maletas,
camas, ventanas, cocinas.
De una entrada, un billete solo de ida
al valor de vivir
y llámalo X.
Esa sensación de existir,
porque te han visto, conocido,
y aún no han salido huyendo,
aullando.
2 comentarios:
Just one word: Living.
:) me encanta
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