lunes, 26 de agosto de 2013

Son más yo que yo misma II

Ella no lo sabe, porque tiene el don de admirar a los demás, pero camina por encima de todas nuestras cabezas.
Porque ella no lo sabe, pero tiene esas alas a la espalda que yo tanto envidio.
Esa cabeza sobre los hombros, y la fuerza del guerrero.
Tiene un pecho tan grande que no se para a pensar en sí misma, porque son sus ojos los que hacen grande su entorno. Y lo bello del mundo lo hace ella al nombrarlo.
Ella no lo sabe, pero muchas veces me ha sacado de pozos oscuros solo por su fe; que yo sé que es ciega. Tanto que a veces he tenido miedo de la luz, por si me veía y no era capaz de reconocerme.
Por eso no se lo digo, me gusta en mis tinieblas. Y por eso ella no lo sabe, pero los pétalos de las margaritas que deshoja caen, como lluvia, sobre mi cabeza. De lo alto que está.
Y como ella no lo sabe, no entiende cómo yo deseo que nunca cambie esa forma que tiene de estar en el mundo. Porque no quiero que se le manche el corazón con el barro en el que yo caí.
Porque ella es parte de la inspiración que yo necesité, para llenar mi pecho del grito de batalla que me hizo querer ser mejor.

Ella no lo sabe, pero su fe me dio fe a mí.


1 comentario:

Unknown dijo...

¡¡Cuanta razón!!