me atraviesan
no me ven
Brillan como estrellas en un cielo de invierno
me traspasan
me apuñalan.
Son como la fría superficie de un espejo
de plata
de acero.
No queda nadie bajo este cielo
que pueda ver
que reconozca estas señales
Una y otra vez sale la misma carta
Una y otra vez emprendo un camino
y me encuentro de vuelta a la medianoche
En la casilla de salida
Miles de ojos me miran
pero no me ven
Solo hay un reflejo doloroso
Y restos de cristales.
No queda nadie
que recuerde estas señales.