miércoles, 31 de agosto de 2011

North


Que levante la mano aquel que quiera viajar a Bélgica.

Brujas.

lunes, 29 de agosto de 2011

Fuente de los deseos


Son los movimientos de tus manos cuando duermes.
Esa manta que siempre (hagas lo que hagas) te deja los pies fuera.

Tener más noches que días en tu vida.

Eres la fuente de los deseos.
De cabeza de león. Y titilantes monedas en el fondo.


Igual que esa droga que hace la noche ligera,
que las horas se pasan dejando su perfume en el recuerdo.

Igual que esa droga que a veces necesito para soltarme la lengua.
Que sigo sin atreverme a hablar, fuente de los deseos, por miedo a tu rugido si no tengo suficiente para pagar el precio.

sábado, 27 de agosto de 2011

Sirenas

En el límite.
En la línea.

El espejo está hecho de agua.
Somos el marinero que se ahoga y, mientras muere, cree ver a las sirenas.

lunes, 15 de agosto de 2011

El guardián entre el centeno



Había algo de guerrero en él. De luchador.
Quizás era porque miraba a la vida como si fuese siempre la última vez; o quizás era aquel destino que pendía, oscuro, sobre su cabeza. De cualquier modo, había algo de guerrero, de los guerreros legendarios, en él. Todos podían verlo, algunos con admiración, otros con temor de ser arrastrados por aquel fatal sino.
Por las noches, el guerrero, miraba al cielo, como lo hubiese hecho un pastor, pero de un modo completamente distinto. Alzaba la vista a las nubes, en vez de a las estrellas, y evocaba el futuro en lugar del pasado.
Porque el guerrero no era un viajero. Y el final del camino se escribiría con mano temblorosa cada vez que se desenfundase el arma.
Y el guerrero, cuando soñaba, no lo hacía con otra cosa que no fuese una coraza, llena de cortes y hendiduras, tirada a un lado del camino, porque la vida y la muerte llegaban a ser una misma cosa: la libertad.
Había algo de guerrero en él. Pero no era uno de esos guerreros de acero y escudo. Eran sus ojos los que hacían de él El Guerrero; sus ojos, como una coraza que no caería al suelo hasta cumplir con su misión, para después vivir o morir, que no eran cosas tan distintas al fin y al cabo.

domingo, 14 de agosto de 2011

Grietas II


Una se da cuenta de que está sentimental cuando llora con esas series malas y repetidísimas de la tele; esas que cuentan historias de niñitos que fueron dados en adopción y mamás que no quieren conocerlos. Ya sabéis.
Igual que me doy cuenta de que te echo de menos antes de sentirte lejos, cuando los lazos de mi vida que solían buscarte, a tientas, al despertar, se dan cuenta de que este sofa rojo no es (ni será) tu cama. Cuando, antes de que pasen los minutos, pienso en porqué no estoy cogiendo cena para ti (envolviendo lo que me sobra a mí).
Y es que una siente a veces demasiado por entre los huecos de su vida, como si el corazón ya no tuviese la envergadura necesaria para estos temas, y entre dormir, lavarse los dientes y la rutina de sentarme aquí delante, se hiciesen unas grietas que necesito rellenar con tu presencia, o tus palabras sobre nada en concreto, y esas contadas (y casi arrancadas a la fuerza) palabras tan bonitas que, en una noche como hoy (si lo supieras) me harían llorar, y enamorarme perdidamente de ti (más). Que intento siempre que no me tiemble la voz (que no piense que llorar y doler son lo mismo).
Y sé lo que llevas dentro (y fuera). Creo saber de tus cargas. Pero me gusta tanto tu voz.
Me gusta tanto que suene sólo para mí, como un concierto privado, que no puedo evitar que se me encoja el corazón cuando hablas (de ti, o de mí). Igual que no puedo evitar buscarte entre los huecos de mi vida. Igual que no puedo evitar estar sentimental esta noche. Imaginar que me dices (voluntariamente, y sin coacción) que me quieres; aunque eso yo ya lo sepa.


Lloro porque puedo imaginar, porque tengo una realidad mejor, una de huecos vacíos (a veces), de huecos tan llenos de pequeñas cosas que las palabras (las que [te] dan miedo) no hacen falta; se tocan.
Se tocan, el uno al otro.
Como para comprobar que son reales.
Que hemos vuelto a reencontrarnos, después de tantos años de vagar por esta cabeza llena de sueños. Y ahí está él. Tú.
Palabras que se tocan, como te toco yo a ti (la espalda, antes de dormir).

sábado, 13 de agosto de 2011



Si quieres un consejo (como si no) te diré, con total inexperiencia, que escribas.
Que escribas si tienes una idea, una historia, por muy largo y pesado que sea.
Escribe si tienes un final, o un principio. Escribe aunque sólo sean palabras.
Porque, si no lo haces, lo acabarás olvidando. Y los demás, sin haberte conocido, te olvidarán a su vez (la parte de ellos que te esperaba en silencio).

Si quieres un consejo, escribe.
Y si quieres otro, lee.

Y no olvides que, la forma más sutil de saber que no estás solo, es poder ir al cine con alguien cuando quieras.

jueves, 11 de agosto de 2011

Regalos


No sé si sabes que siento tu cama como parte de mi piel, y no por las horas que he pasado en(tre) ella.
Y no sé si sabes que lo que (te) siento va más allá de un: qué bien hueles, qué cara tan bonita y qué voz tan serena. Que contigo (con un beso tuyo), aprendo un poco a perder miedo a la oscuridad (literalmente), aprendo un poco a no odiarme (desquererme menos), me río más de lo que me he llegado a reír en mucho tiempo.
No sé si sabes que, bajo tu sombra, ya no escribo, porque no tengo ganas de escapar; ni tengo porqué imaginar nada.

No sé si sabes lo mucho que me has ayudado.
No sé si alguna vez lo habrás pensado.


Pero yo sí sé que estaría mal guardarme esto para mí.
Como quien esconde de la luz el mejor regalo que le han hecho.

lunes, 8 de agosto de 2011

Egoísmo en estado puro

Luz fría, como cubrir con una sábana blanca la ciudad.
A veces siento que mi engranaje no hace funcionar ninguna máquina. Dos tuercas que giran, una separada de la otra.

A veces necesito uno de esos abrazos, de tibio desinterés.
Porque ya me sé eso de que las palabras sólo son eso, palabras. Y eso de que hay cosas que se sienten mucho antes de decirlas (y mucho después).
Pero mi fe es débil, y necesito creer más que los demás.

Y es que, una vez bajados al infierno, sólo los fuertes de voluntad podrán volver (sin mirar atrás).

A veces me siento encerrada en una caja. De ese cristal con el que puedes ver lo de fuera, y lo de fuera no puede verte a ti.

sábado, 6 de agosto de 2011

Prométemelo

De estos días que son sólo míos, y muy poco para mí.

En la torre alta, alta, alta.
Esperando a que te crezca el pelo.