miércoles, 19 de febrero de 2014

Las rosas hay que pintar

Eran blancas y asomaban entre todas las cosas luciendo ese color inmaculado. Erguidas, en su tallo con espinas, se mecían al sol de primavera. Pero como todo lo que se erige sobre otros colores y alturas, debían recibir un castigo.
La pequeña reina de corazones, con su pecho hueco y seco, con su vientre de alambre, mandó las rosas pintar, por tapar ese limpio color que no tenía mancha.
Regó con la sangre de sus vasallos el blanco de las rosas. Se volvieron rojas. No fue suficiente, no dejaron de ser rosas.
Las aplastó, se hirió los pies, pero se sintió mejor.
El espejo la volvía a señalar como la más bella del cuento. Nada en su jardín osaba superar la altura de su mandíbula. Todos vivían a esa sombra y andaban de rodillas.

Las rosas se hicieron fango, gusanos, tuvieron diez vidas, y volvieron la siguiente primavera.

El espejo vuelve a girarle la cara a la reina. Se agrieta la pintura de su cara. Se cae la corona, se rasga la ropa. Debajo, cicatrices de las espinas y un ser monstruoso.
Vuelve la primavera, ella aúlla: “las rosas hay que pintar”. Pero nadie responde. Los súbditos, en silencio, esconden sus manos.
Las rosas blancas asoman, de nuevo, sonríen. Son viejos conocidos.
La reina, llena de cólera, grita y golpea, abandona el castillo.
En mitad de la noche aún se puede ver el blanco de los pétalos, de la reina, una sombra. Va a pintar las rosas de nuevo, pero, esta vez, uñas como espinas rasgan la piel y la carne.

Amanecen rosas blancas. Todos los súbditos del reino lloran, con las manos pintadas carmesí, el color favorito de la desaparecida y difunta reina, a la que honran.
Todos tienen el estómago un poco más lleno. Asoman sonrisas reprimidas. Todos se han pintado los labios de rojo, como la reina, precisamente con la reina.



Por suerte las rosas solo son rosas,
y no viven bajo ningún reinado,
ni cometen crímenes atroces.
Por suerte las rosas no envidian ningún color
ni tienen ese odio y frustración
de quien se pinta una cara
para ocultar al monstruo.

domingo, 16 de febrero de 2014

Artemisa y Orión II

Esta noche
Artemisa y Orión
dormirán juntos.
Abrazados.
Lucharon contra todo
y todos
y cambiaron el curso de la historia.

En el cielo hay una constelación menos
en el cielo del invierno.

Porque esta noche
Artemisa y Orión
tienen quién les consuele del frío.
Tienen quién les salve de su destino
tantas veces escrito.

Esta noche
Artemisa y Orión
se van a amar
contra todo pronóstico,
contra todo el mundo
y su infinita sabiduría
Artemisa y Orión
van a ser uno

hoy
y siempre.

sábado, 15 de febrero de 2014

Artemisa y Orión

Artemisa y Orión,
cazando a la bestia
de ocho lenguas.
sin Apolo que los separe por constelación
con el cuento
del escorpión.

Conteniendo la flecha,
con la justicia de que carece
Atenea,
igual que las otras cualidades
falsamente atribuídas
(no hay más que mirar,
el mito de Aracne),
dan a la presa
libertad.

Artemisa y Orión,
sin hidra de mil cabezas,
sin premios de cazador.
Artemisa y Orión
dejando que se consuman las bestias,
que agonicen en sus cuevas
sin darles caza
por no darles la vana esperanza
de la flecha certera
que acabe con su agonía.

miércoles, 12 de febrero de 2014

CAN'T HOLD US

Mira bien, mira.
Es normal, toda esa gente que sufre. Cómo no van a hacerlo.
Deberíamos estar llorando todos.
La humanidad se ha perdido a sí misma.
Las personas y su odio, su egoísmo. Sus trampas de amor,
sus ojos de víctimas. Sus manos de verdugos.
Vivimos en una jungla,
matando,
y no por sobrevivir.
Es una cuestión de medallas.

Es normal, si te queda algo de alma,
si no quieres coger las armas,
estar devastado, arrasado,
perdido.
Es normal sangrar,
y otear el horizonte
buscando esa dama que nos guíe al final.

Y es que, señores,
no somos guerreros.
Ni hay batalla que pueda ennoblecer.
Tenemos todas esas malas personas,
esos juegos sucios,
esos victimismos rastreros
y sus tristes vidas
salpicando los rescoldos
de lo que fue fuego abrasador.

Es normal, si aún queda algo de fuego en ti,
haber llorado hasta desear ahogarte
por alguien que no eras tú.
Porque todo era muy gris
y querías rescatar las ruinas
de alguien que podía ser un héroe.

A nadie le importa la verdad,
de hecho, nadie quiere oírla.
Quien tiene voz,
y ojos
es un proscrito.
Todos quieren sus espejos de circo
para ser bellos y perfectos.
Adelante,
dulces asesinos.
Mártires y víctimas.
Aquí cada uno hace lo que puede
y ojalá fuese por sobrevivir,
pero no,
solo es una cuestión de cima
sin gloria alguna.

Es normal si no te han hecho uno de ellos
todos esos monstruos,
caer y no poder levantar.

Pero supongo que
es precisamente en estos tiempos de sangre
y negros corazones
cuando más se aprecian aquellos
que no se replegan
que no agachan la cabeza
que prefieren morir
a ser uno de ellos.

Cuando más se oye tu grito,
tatuarse los principios.
Hacen falta más héroes;
personas que tengan un camino
aunque estén perdidos.
No se trata de llegar a ningún sitio
solo de, al alcanzar un final,
poder, con orgullo,
decir que fuimos íntegros,
que erramos,
que perdonamos,
que creamos,
amamos.

Es el camino del guerrero
el honor
el respeto a uno mismo.

Porque ser esclavo no es una opción,
no nos cogerán.




martes, 11 de febrero de 2014

Aniversario de agradecimientos

Hoy hace un año.
Un año de todo esto, de todos vosotros. De tanto veneno entre amaneceres blancos y tantas espinas acaparando un rayo de sol.
Hoy, esta noche, hace un año de la primera grieta de este agujero...
Con su bar de luces bajas, y sentados en el suelo. Y su frío de febrero.
Sus caras desconocidas, que nunca llegaron a ser conocidas, más que después de caer las máscaras y desatarse las garras.
Las puertas del infierno entre las lluvias de Abril.
Esos amigos de pechos cálidos, desgarrando la carne a bocados, queriendo devorarte y encerrarte en sus entrañas. La sangre, que brama.
Aquí, hace un año, los amigos, las comprensivas manos, los violentos labios... Aquí, los amigos y sus correas, promesas.
Hoy hace un año de mi gilos, los monstruos de ojos verdes que no tenían nada de ese verde de otros ojos. Pero monstruos, al fin y al cabo. Y verde era su sangre, y verde su piel. Y esta vez sí, ojos de fría plata. Muertos por dentro, hediondos por fuera. Mi gilos, las serpientes, los gusanos... Hoy hace un año de aquellas puertas al infierno, de mi hilos de marioneta. De mi carne abierta y manos entrando y cogiendo. Esas ganas constantes del golpe definitivo, de no dormir, de no comer. Aquella espiral de invierno que me agarró por los tobillos, y la luz artificial de las bombillas y su manera de decir "todo va bien". La piel que huye, que sufre. Todo bajo los pies derrumbándose, y mis ruinas volviéndose arena y ceniza. Lágrimas.
Ese agujero negro en el que agonizas, nadie que vea, nadie que conozca, nadie que sepa.
Mis queridos monstruos de ojos castaños, oscuros, muertos. Mis queridos amigos, hoy cumplimos un año. Al menos yo, no tanto vosotros, que en lugar de morir, matasteis. Pero no creáis que no sé de vuestro dolor, amigos. No habéis sido silenciosos, ni comprensivos, ni generosos. Teníais lenguas viperinas y las usasteis bien. No creáis que todos esos gritos de víctimas, vuestros balidos y quejas... no creáis que no fueron escuchados. Teníais ese canto de sirena acusador, ese llanto de cadenas. Vuestras heridas autoinflingidas. He visto los cortes en vuestras muñecas. No penséis que no sé lo que habéis sufrido, porque me lo habéis hecho saber, de todas las maneras posibles. Vosotros, humildes y amorosos amigos. Mis monstruos de ojos oscuros, de dientes afilados. Aferrados a la poca luz que le quedaban a quienes, con sus propios monstruos dentro, podían aún sentir nacer la primavera, bajo sus pies.
Mi gilos, mis hilos, mi veneno reptiliano... ¡Qué alegría y regocijo!
Hoy hace un año que clavé los clavos de mi propio ataúd. No penséis ninguno que os culpo de nada. Soy consciente de que yo misma entregué mi cuerpo al fuego, antes que al tedio. Soy consciente de que me ofrecí como alimento de las bestias. Me inmolé entre las noches del equinoccio.
No penséis que es ironía, porque morí. Y renací, como el ángel caído. Solo que yo era humana, y rota, y no podía caer mucho más. Solo que el cielo estaba muy lejos de mí, yo no tenía nada de ángel, ni de divino. No tenía ni fe.
Y hoy hace un año de aquellas atractivas puertas del infierno. Del alambre de espino desollando los restos de la nada y su vacío.

Y todo para que me rompiese en mil pedazos. Todo para hacerme esos agujeros para respirar, agujeros que llené de él, y de tantas cosas buenas que creí que no existían y cuya ausencia me fue dejando hueca. Agujeros por los que se coló un futuro mejor, una vida mejor, algo más que sobrevivir. Humanidad, identidad.

Hoy, entonces, hace un año que empecé el camino. Hace un año que me hice esclava y vasalla solo para liberarme. Para poder ver el sol. Hace un año que, con el pelo como bandera ardiente, reduje a cenizas todo. Estuve sola y perdida. Estuve a merced de mis monstruos y los de otros. Y no creáis que hablo solo por mí, tengo aún en la cara el dolor que me escupisteis, y la culpa adjudicada. No creáis que no recuerdo, ni que me eximo de culpa. No, no olvido. La culpa que tuve la mantengo siempre en mente, para no doblegar mi voluntad o agachar la cabeza, nunca más bajo hilos y gritos acusadores.
Gracias, amigos. Sé que nadie olvida, yo tampoco.
Feliz aniversario.






Y si alguien se da por aludido,
que haga examen de conciencia.




la gente herida es peligrosa, sabre cómo sobrevivir.






Alma

A veces, supongo que por la costumbre, se me olvida qué tengo.
Paso tanto tiempo entre esta luz que mis ojos se han acostumbrado a ella, y necesito sentarme un momento en silencio, mirándote, para recordar hasta qué punto tengo esta vida.

Y tú decías que no te gustaba tu nombre. Pero te he visto en cada gesto, en cada palabra y en cada idea. Y sé quién eres. Y sé lo que hemos construido, igual que sé que estaremos, tú y yo, siempre, en cualquier camino.


lunes, 3 de febrero de 2014

Tú y yo

Es por la forma que tienes de abrazarme cuando estás dormido.
Es por eso por lo que quedé prendada de ti, la primera vez.
Porque uno no puede fingir cuando duermes.
Es por eso que yo sé quién eres.
Y tú nunca te has visto así.
Porque me coges de la mano cuando amanece
y no llevamos la armadura de la vida
y el pasado.

Es por la forma que tienes de abrazarme cuando estás dormido
por lo que haces mis días de luz.

He sido besada por el sol a través de los cristales,
que daba a cielos distintos y siempre el mismo.
He sentido el viento cálido del verano
y el olor del mar allá de donde venimos.

Es por la forma de vivir, tan quemando lo que escribimos
solo para poder volver a escribirlo
mejor.
Es por la forma que tienes de abrazarme,
como si nadie me hubiese abrazado nunca antes.

Que siempre es
como si fuésemos solo tú y yo.