miércoles, 25 de julio de 2012

Something beautiful

Vuelvo a tener aquel pelo largo,
aquel corazón amargo después de cada novela de fantasía.
Vuelvo a los veranos de mi vida,
a los pensamientos de cálidas luces parpadeantes.

Pero no vuelve la que fui,
la de antes.

Porque esta noche me acostaré con el pecho henchido. 
Feliz, con la seguridad de haber construido algo bueno, algo real, tangible.
Feliz porque, de lo que se puede llegar a tener, yo tengo lo mejor.

Y de lo que se puede llegar a anhelar, yo anhelo sólo lo imposible.


martes, 24 de julio de 2012

Mentiras


De nuevo, vuelvo a mirar la librería con recelo. Todos esos libros, alerta, inmóviles, me observan. Todos son amigos, algunos tan cercanos al corazón que dejan un vacío tras sus últimas páginas. Son amigos sí; amigos que vienen sólo de visita, cargados de historias de sus viajes a distintos mundos, realidades inexistentes. 
No, estos libros ya no son amigos, son amores platónicos, son el ídolo, la estrella fulgurante, tan brillante que quema. Son el sol prohibido y hermoso.
Por eso los temo, los evito.
Porque el dolor del cuerpo es ardiente y sangrante, pero el dolor de la mente es mucho peor, el anhelo de vivir las mentiras de sus páginas es aún peor, es húmedo, oscuro, frío, amargo… es una ausencia, es una muerte propia, un recuerdo sin materia.

Vuelvo a mirar la librería con recelo, porque no quiero que me vuelvan a hacer daño. Porque echar de menos lo vivido deja una herida, que cura con el tiempo, pero, ¿cómo cicatrizar las heridas causadas por fantasmas invisibles?

Tengo miedo de los libros, seductores. Tengo miedo de caer en el abismo de un mundo mejor, uno de mentiras, y no querer despertar jamás.


domingo, 22 de julio de 2012

Descolgada

No vivo en el mundo real.
Mis pies se descuelgan de las historias, y tratan de alcanzar el suelo.

Es como si no fuese lo suficientemente mayor como para sentarme en una silla tan alta.






Flor del cerezo.

jueves, 19 de julio de 2012

nieve de agosto

- ¿Qué es el amor? ¿Cuándo sabes que estás enamorado?
- Muchas veces no lo sabes, ese es el juego.

Está todo en nuestra cabeza,
o en los libros, pero los libros son las cabezas de otros, corazones de papel (que no dan calor en los octubres venideros).

martes, 17 de julio de 2012

Echar de menos el cielo

Hoy he soñado que volaba, entre otras cosas.
En mis sueños, cuando vuelo, siempre me supone un gran esfuerzo, y nunca logro alzar el vuelo cuando lo deseo, con la majestuosidad que requiere.
Es como si ni en mis fantasías pudiese volar; que estamos demasiado hechos de barro.
He soñado otras cosas, y he despertado triste, vacía.
Porque no puedo volar.
Y, si tuviese alas, sé que no volaría, igual que sé que no correría en bicicleta, porque me dan miedo esas cosas.
En la ducha, caliente y fría a partes iguales, he pensado que quizás lo importante no es volar en sí, quizás se trate únicamente de ser algo más, alguien más: relevante, especial.
Y por eso al despertar está ese vacío ahí, dentro del pecho. Porque tal vez no anhelamos las alas, quizás sea algo que siempre llevamos dentro, y lo que echamos de menos sea el cielo.


Quizás este sentimiento desaparezca un día de esos en que de pronto te haces mayor; o quizás estemos condenados a soñar que podemos volar, para despertar siendo insignificantes.

martes, 3 de julio de 2012

Se la tragó el sol

Y parece que julio aún no se ha enterado de que es otoño.
A veces, en días como hoy, me echo de menos.

Pienso en la desconocida que lee los textos de lo que fui. Que esta no soy yo, pero no soy nada más que esto.
Pienso que todo tiempo pasado fue mejor, y a veces hasta llego a creerlo.

Y sé que mis recuerdos son mentiras, para encubrir inviernos eternos,
pero no por eso echo menos de menos.
A veces me gustaría llorar porque dejé de creer un día en los dragones;
sin planteármelo, de pronto ya no estaban.
Me gustaría llorar porque no creo que nadie llegue a entender lo que se ve en el espejo cuando lo miro yo.

Pero no hay lágrimas, ya no. Sólo hay un deje amargo en el fondo de la boca, un eco que repite que algo hicimos mal, algo se perdió, algo se rompió.
Y seguimos avanzando, poco a poco, porque no se puede volver atrás, ya no.
Porque la chica que lloraba todas las noches los meses de frío no ha vuelto a asomar la cabeza desde hace un par de primaveras.
Aún la echo de menos, pero aquella chica volaba,
y un día se la tragó el sol.