viernes, 14 de noviembre de 2014

mandala

Tuvimos aquella locomotora de hierro y metal helado sobre el pecho.
Cada una de nuestras costillas crujió y se rompió como palitos de otoño bajo una lluvia de pesadas piedras.
Casi logramos burlar a la  muerte. Hasta que se enfadó.

Tuvimos noviembre que era el nuevo octubre; y que perder las formas para encontrar las llaves.
Sabíamos tantas cosas que no teníamos que saber.
Casi logramos burlar a la vida. Hasta que se enfadó.

Nos creímos a Teseo por perderle miedo al mar.
Quisimos ser quienes descendiesen, madriguera abajo.
Nunca llegamos del todo a escribir la última página.

Si hubiese podido...
Habría sido diferente.
Habría quedado sumergida el tiempo necesario para volverme un pez
y recibir en mi palacio de cristal a miles de viajeros perdidos,
con sus plumas derretidas debajo del brazo.
Habría dejado mi piel blanda y mis ojos blancos descansar en el lecho de arena;
habría sido el más feroz guardián de Ofelia.

Y teníamos el pecho hundido, latía por los agujeros que dejaban los puños.
Sobre el agua los gritos eran hondas de calma.
Así era la visión del mundo: un mar tranquilo bajo el que observaban, cientos de ojos.

Bajo llave, en mitad de la garganta, no se puede perdonar al bosque por haberse quemado.
No se puede perdonar al cielo por romperse.
No se puede porque son libres para marcharse.

Casi logramos desenredar el nudo universal
hasta que nos pilló la lluvia
y volvimos a casa, mojados.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Algo grande

Esa sensación de que nacimos para hacer algo grande se alimenta de esta historia.
Porque te miro a los ojos,
y a la vida simple de entre mantas y solo querer llegar a casa.
Y dudo mucho que haya objetivo mayor y más ambicioso en la vida
que tener esto,
que tener algo, real, tangible, como una sonrisa y un abrazo,
que te haga feliz
y dar felicidad de vuelta.

Nacimos para hacer algo grande
y lo hicimos,
y lo hacemos
a cada día que pasa(mos)
siendo grande el corazón.

Quizás no podemos deshacer lo andado y pegar las piezas de los cristales rotos
todos los platos que tuvimos que pagar,
no importa quién los estrellase contra la pared.
Pero sí podemos tener una historia para cada cicatriz,
nunca es tarde para pedir perdón
y siempre hay tiempo para empezar a hacer las cosas bien.
Para unas palabras bonitas a uno mismo,
para ser la persona que siempre quisimos ser
y últimamente hemos estado siendo,
sin darnos cuenta.

Nacimos para hacer algo grande
y caímos antes de aprender a volar,
porque es así como se hacen las cosas bien: mal.

Nos encontramos para enseñarnos a mejorar
a base de hacer las cosas mal,
para hacer algo grande,
algo bueno.

Y aquí estamos,
viviendo algo grande.
Pidiendo perdón
y perdonándonos.

Poco a poco,
como se aprende a volar,
como se disfrutan las cosas en la vida,
sin prisa
porque algo grande llega
pero nunca más se va.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Criaturas celestiales

La pequeña criatura arrogante tenía por costumbre agarrar hasta asfixiar.
Como todo niño pequeño no controlaba su fuerza;
los pobres insectos que morían aplastados entre sus dedos
no eran más que graciosos accidentes a ojos de los despreocupados adultos.

La pequeña criatura arrogante pulverizaba demasiados bichitos
para ser una simple casualidad, simple frenesí infantil.

La pequeña criatura arrogante creía que el mundo era suyo.
Aplastaba todo cuanto le cabía en un puño,
y, de entre todas las cosas
(bichitos, hamsters, gatos...)
lo que más le hubiese gustado que le cupiera en el puño
era la enorme cabeza de los despreocupados adultos.

Por desgracia, por sus limitaciones físicas, el objetivo más ambicioso al que podía aspirar
eran las cabecitas de sus compañeros.
Cabecitas de bonitos rizos, o lacias trencitas.

La pequeña criatura arrogante fingía ser una pequeña criatura nada arrogante.
Esperaba el momento en el que su mano abarcase una cabecita despistada.

Pero ese momento no llegaba
y la criatura arrogante crispó sus puños,
gritó, lloró...
en definitiva, se humilló mostrando su patética naturaleza arrogante.

Muchos adultos despreocupados pensaron que se trataba de una simpática rabieta.
Algunos de los niños cuya cabeza, a ojos de la criatura arrogante, era puré de guisantes en potencia,
comprendieron la naturaleza de la rabieta.

Podrían haber urdido un maligno plan infantil, como el de la criatura arrogante, para eliminar a su agresor en potencia.
En vez de eso decidieron hacer algo infinitamente peor: dejaron que la criatura arrogante siguiese tal y como hasta ahora, que creciese solo para darse cuenta de lo miserable de su existencia y de lo pequeño que iba a ser su puño siempre en comparación con el resto del mundo.



martes, 21 de octubre de 2014

Lady error

Lady error tiene un veneno
que aunque no mata,
te mancha las manos.

Lady error tiene la capacidad
de tocar con ese veneno
y destruir sin hacer sangre.

Lady error tiene los ojos muy grandes
para fijar mejor sus objetivos
en defensa propia.

Nadie la teme
porque, a diferencia de los otros bichos,
es roja y brillante, casi hasta bonita.

Pero Lady error destruye todo lo que toca
y últimamente tu vida
le parece irresistible al tacto.


lunes, 22 de septiembre de 2014

Teseo

No entendía porqué seguía sintiendo aquel nudo en la garganta si ya había borrado todas las conversaciones mantenidas con ella.

Miró a su alrededor y solo encontró el fantasma de su ropa tirada por el suelo, unas flores secas, un libro con las páginas dobladas.
La vida era como la pintura barata de pared, descascarillándose en silencio y poco a poco, sin que nadie viese los restos caer; simplemente un día estaban en el suelo.

Sentía que si no había pruebas el pecado seguiría ahí, pero no llegaría el castigo. Creía ciegamente en la presunción de inocencia. Por eso borró su nombre de la lista de contactos, no borró el número, lo guardó con un nombre anónimo que no le recordase a nada en absoluto. Por eso guardó todas las fotos y luego las perdió, deliberadamente.

Era un fugitivo que huía de sí mismo
y sus vacíos

y acabó perdido en el laberinto.


domingo, 21 de septiembre de 2014

.










T o r m e n t a s  



en septiembre











miércoles, 17 de septiembre de 2014

aún sin ser octubre

Un empujoncito a la vida,
bajar las persianas
despedir el sol
cerrar los ojos
y tratar de dormir
hasta que pase todo el día
la vida.

Problemas apilados,
asuntos no resueltos
y candados estallados;

se escapó lo que guardábamos en la jaula.

Si era un pájaro,
ojalá volar sobre el mundo entero.
Si era una bestia,
ojalá encontrar otro hogar,
uno con ventanas más grandes.

Un empujoncito a la vida,
ruedas que chirrían
cuesta abajo
hacia el agua fresca
hacia el cielo azul.

Permitirse un espejo tapado,
unos ojos cerrados,
silencio y tiempo.
Perdonarse.

Se rompieron los cerrojos
se escapó lo que teníamos pensado

ojalá un pájaro
ojalá un lobo
ojalá un niño

y ahora corren,
dueños,
de lo que teníamos creado.



miércoles, 27 de agosto de 2014

Absolutos

La bondad era algo relativo.
A veces la bondad eran trampas de doble filo.
Granadas, la fruta que nos ató al infierno.
Quería ayudar porque ya estaba en el suelo,
pero me habría reconfortado ser aquella sobre todas las cabezas.
Fueron solo tres granos de granada
para convertirse la reina del inframundo;
un precio muy alto
o muy bajo,
según se mire.

Todo es siempre algo relativo.
Las palabras, los sentimientos...
La única certeza es que estamos todos rotos
y todos daríamos cualquier cosa por levantarnos.
Pero lo demás es relativo,
cualquier cosa no es siempre lo mismo.
La bondad es relativa,
la maldad es relativa.

Todos hemos estado heridos.
Agresores y agredidos.
¿Cómo íbamos a aprender a parar?

Y sin embargo aquí estamos,
algunos quietos y otros en movimiento.
El progreso es relativo,
la victoria es relativa,
la derrota es absoluta
pero sus sentimientos y consecuencias:
relativos.

Quizás no seamos buenos siempre,
puros siempre,
nobles siempre...
Quizás a veces daríamos cualquier cosa
porque fuesen otros los que están
siempre abajo.
Pero, en esas circunstancias, lo único que nos hace humanos
(absolutos)
es la capacidad de sacrificarnos,
la bondad,
aunque relativa.

Dar algo por alguien
que quizás lo merece
o quizás no.
Dar algo por alguien
que quizás te hunda
más y más.
Y, al mismo tiempo,
te permita levantar la cabeza
para tomar aire
un nuevo día.

El silencio,
el tiempo de saber quién eres
qué has hecho
cuántas veces has dado
más de lo que podías,
querías,
debías.
Eso,
eso es absoluto.

lunes, 25 de agosto de 2014

Aware

Había amanecido,
y en lugar de romper el hechizo
la luz del día trajo tus ojos
ahora verdes,
y las sábanas blancas.

Me abrazaste
y, con tu hombro como almohada,
supe que quería eso para siempre.

Empecé a temblar,
estaba nerviosa,
consciente por primera vez de que había algo
frágil
que podría romperse con cualquier cambio
en la luz,
en el silencio de la pequeña habitación.

Tú empezaste a besarme la cara
como pequeñas gotas de lluvia
cayendo sobre el asfalto tibio
un atardecer de verano.

Supe, antes incluso de rozar tus labios,
que aquello era el hogar:
el lugar donde el corazón
quiere estar. 



sábado, 23 de agosto de 2014

No need of heaven

Después del fuego siempre quedaban solo el humo y las cenizas
que caían perezosas como si fuesen nieve.
Nos refugiábamos en cualquier lugar,
juntos, sucios y tosiendo.
Nos abrazábamos
viendo nevar los restos de aquel paraíso
que acabábamos de volar.
Aún teníamos tú la mecha y yo el mechero.

Y entonces, a través del humo,
en mitad de ese mundo de oscuridad
y brasas,
empezábamos a reír
o nos quedábamos dormidos,
el uno sujetando al otro,
o nos besábamos
hasta que dejaba de nevar.

Teníamos esas manos y esa voz,
quizás la maldición.
Cada vez que pisábamos la tierra prometida
las briznas de verde y fresca hierba
a nuestro alrededor
comenzaban a arder,
como cientos de velitas de cumpleaños
esperando extinguirse
llevándose nuestros deseos.

No estábamos hechos para el paraíso.
Por más que corríamos y corríamos,
no llegábamos a aquellos prados verdes y tranquilos,
donde descansaban los mansos.

Con el pelo de fuego,
el pecho de fuego,
los ojos de fuego,
la lengua de fuego...

No estábamos hechos para aquel lugar
que prometía ser el hogar
donde descansar.
Y, sin embargo, reíamos entre los jirones de humo,
dormíamos entre los escombros,
amábamos sobre y bajo las cenizas.

Porque no estábamos hechos para el cielo,
estábamos hechos para nuestro pequeño mundo,
para nuestros días de caos,
nuestros días sábanas,
nuestros besos
y nuestras manos,
buscándonos.

No necesitábamos el cielo
si nos teníamos a nosotros.
No había nada más que encontrar,
nada más que cuidar.

Vivíamos del humo de incendios ajenos,
de la lluvia,
de la nieve de nuestras vidas pasadas,
del oxígeno que nos daba el otro.

Y de eso hace un año.
Ya deberíamos haber dejado de buscar
las puertas del cielo
porque no se puede encontrar el lugar
al que ya has llegado.




viernes, 22 de agosto de 2014

impuestos

Dejó que el agua le cayera sobre la espalda. El vapor generado por el calor hacía que fuese difícil respirar. Era como intentar beber por los pulmones; el oxígeno se colaba en delgadas aspiraciones. Ahí, sentada, se sentía como una bola de papel arrugada y húmeda en un cuarto de baño público. Los pliegues de su cuerpo, uno sobre otro, parecían derretirse cada vez más y más. El agua le entraba, caliente, en uno de los oídos. El mundo se había convertido en vapor, el sonido de la electricidad estática y su piel rota y floja.
Decían que en el eco del ruido blanco resonaba aún el ruido de la gran explosión. Supuso que era justo acabar como se empezó. Ella hubiese preferido el sonido del sol en otoño, pero el ruido blanco seguía siendo una opción mejor que el silencio del fondo del océano.

sombras y ceniza

Supongo que lo peor que tiene la vida es eso de no poder borrar el pasado.
No siempre el corazón gana a la cabeza.
La memoria es fuerte en su afán de recrear, una y otra vez, los errores pretéritos.
Tengo esa madre, que sé que lo intentó,
y ahora es la desconocida que debo ser yo para ella.
Tengo esa sensación,
como un alfiler clavado en la nuca,
de que las historias se rompen
como rompe solo el tiempo
un jarrón antiguo,
semienterrado bajo la arena
y el sol.

Nunca se me dio bien ser fuerte y mirar adelante,
con tantas cosas a la espalda.
Nunca se me dio bien dejar marchar,
y siempre experta en echar a patadas.

No es que no quiera hacerlo mejor,
es que no puedo.
Tengo en el pecho diez perros rabiosos,
que ladran cuando se acerca
el dueño de una de mis maletas.

Siento hacer llorar a la gente que quiero.
siento bastante menos cada vez.

No se puede borrar el pasado,
y ese es el problema.
Lo que sabemos, lo que vivimos, queda ahí,
incrustado.
Alfileres clavados,
perros ladrando.
Ya no soy dueña de lo encontrado.

Siento las zanjas, los caimanes y las barricadas.
No los puse yo, vinieron cuando no estaba mirando.
Y no se van a ir.
Porque no se puede olvidar lo recordado.
No se puede perder lo encontrado,
por mucho que yo ya no sea, nunca más,
la niña a quien hicieron daño.

Sus restos alimentaron a estos perros,
no me hacen caso,
ladran por ella.


sábado, 2 de agosto de 2014

Almas

Las ocho de la mañana,
la hora que nunca debió ser.
Las ausencias se dan en el frío blanco
de una mañana de verano que se ha cansado de ser
y ahora quiere sentir
otoño.

Teníamos mil planes y mil sueños antes de romper nuestros cristales.
Siempre pensamos que una porción de tierra y de cielo
nos correspondía por derecho.

Pero las ausencias se dan en el frío blanco.
Y una vez has pecado, manchado,
sabes todo sobre lo poco que vale
la pureza de lo inmaculado.

Los trucos de la sangre,
para empujar y hacerse paso.
Las salpicaduras como un camino
de húmedas y rojas
migas de pan.

Rasgamos nuestro mundo,
pensando que merecíamos algo mejor
de lo que habíamos hecho.

Y probablemente,
en estos momentos del día
se haga dolorosamente palpable
aquello de que nada es verdad
más que los errores de uno
repitiéndose una y otra y otra vez,
en un millón de almas,
que mueren de frío
a las ocho de la mañana.

lunes, 23 de junio de 2014

Verano

Se quemaron todos los campos,
todos los puentes,
que dejaban a su paso.

Les sorprendió
mirándose
la primavera.
Y de pronto ya fue verano
con su noche y sus hogueras
con su viento helado
de mar
entrando por la ventana
abierta
de un hotel cualquiera.

Se quedaron atrás las páginas en blanco
al sol,
que buscaban un principio
al que imponer nuestro final.

La arena siempre fría,
el agua siempre oscura
golpeándose contra las rocas.
Era todo un pequeño mundo
que se derrumbaba para volver a nacer,
cada madrugada temprana,
con su cielo claro y silencioso.

Y ahora,
tantas olas después,
sigue siendo el mundo igual
y el verano y sus noches.
Y está él
y todo lo demás,
está menos que antes.
Excepto la luz,
y los amaneceres suaves
y las ventanas abiertas.

miércoles, 4 de junio de 2014

Año a año

Año a año,
como piedra a piedra,
vamos reconstruyendo
de dentro a fuera.

De aquí a hace trescientas lunas,
bajo un la luz que derretía
el hielo del invierno,
tú cogiéndome en tus brazos.

Año a año,
como beso a beso,
vamos reconstruyendo
el legado de aquellos
que solo tenían cenizas.

Vamos limpiando los escombros
para descubrir entre tus muros
los restos de una fortaleza
donde nacieron mil dragones
y vivieron los gigantes.

Donde se fraguó en el invierno
el alma del guerrero
que tiene sus manos y su voz
más allá de toda armadura.

Año a año,
trescientas lunas atrás,
se han abierto todas las puertas.
Y ahora corro desnuda entre tus muros,
dejando que entre la luz,
que corra la brisa.

Año a año,
un año más,
teniendo esos ojos
que me acogieron una noche
ya de madrugada
diciendo que no me dejarían caer.

Año a año,
con los bolsillos tan llenos
de todo lo que nos vaciaron
caímos para encontrarnos,
naufragamos
para tocar el suelo con los labios
el cielo con la frente.


Con los ojos cerrados,
año a año
entre tus brazos.


lunes, 2 de junio de 2014

circle

Era como tener dentro
un peso muerto
que de vez en cuando
arañaba
de lado a lado
todo el cuerpo.

Solo para recordar que estaba ahí
y, cuando lo echabas,
volvía.

Plena conciencia de cada esquina
en lo que quedaba de vida.
De hacia dónde señalaban
los afilados dedos
del círculo
que siempre
siempre
volvía.

domingo, 1 de junio de 2014

Worthless



Dicen que Dios nos hizo imperfectos
y que por eso nos lo perdona todo.

Creo que nos hizo con la capacidad de ser imperfectos.
Que es algo muy distinto.
Y que eso supone que podamos fallar,
y pecar.
No que seamos fallos y pecadores.

Ved, fallos humanos, vuestra sonrisa hueca
por ser nada más que errores en el mapa
universal.
La piedra en el zapato que hace del bueno,
santo.

Dicen que Dios nos hizo a su imagen y semejanza.
Pero luego salen esos monstruos de corazón devorado
por los gusanos de sus propias voces.

Y es que antes vino la excepción que confirmaba la regla.

Y ahora tenemos un mundo plagado de excepciones, de fallos, de pecados humanos.

Si yo fuera Él tampoco asomaría la cabeza por aquí.
Se le descontrolaron las manzanas podridas del cesto.
Y ahora vivimos en este mundo
de almas negras y cabezas vacías,
de corazones secos
y lenguas supurantes.

De alimañas nocturnas,
que reptan por las noches
buscando algo de luz que devorar
para ver si así consiguen acercarse a ese cielo
que no podrán alcanzar nunca.
No por haber nacido imperfectos,
sino por haber elegido ser eso.

Pobres almas, pobres bestias de manos ocultas y ojos enrojecidos,
de tanto mirar fijamente aquello que no tienen,
planeando cómo destruir lo que nunca les fue negado,
han perdido su vida y la oportunidad de haber tenido
alguna sonrisa
real.

Que se quedaron atrás
por creer que tener algo era poder cogerlo con las manos.
Por vivir devorando corazones en lugar de con el pecho abierto
se quedaron atrás en sus propias sombras,
se volvieron fallos,
bajos.
Cayeron en la trampa existencial
que atrae a aquellos que ya nunca podrán elevarse jamás.

Criaturas de la noche, enfadadas, iracundas...
que su condición es provocada por sus propias acciones.

No hay dios, ni celestial ni infernal,
que se haga responsable de vuestras atrocidades.
Es por eso por lo que cada día os pudrís más
y más,
porque no hay perdón
para quien cambia su luz
por oscuridad
a voluntad.



Os veo, 
miserias de la humanidad

jueves, 29 de mayo de 2014

Hogar

Creo que tú y yo nacimos abrazados.
Antes de ser nada,
éramos dos que se encontraron en la oscuridad,
y se agarraron fuerte.
Era como no estar solo nunca más.
Aunque solo hubiese abismo
y estrellas muriendo y naciendo.

Y después del fuego y la luz,
despertamos solos,
con frío
y perdidos.

Teníamos el fantasma del pasado
entre los delos.
Y el recuerdo del abismo
sobre los talones.

Nacimos abrazados y separados.
Sintiendo frío en cada noche
apartados del camino.

Recordábamos haber olvidado,
la conciencia del vacío.

Nunca tuvimos casa,
hogar.
Nunca ese sitio
para cuando vuelve la noche
y flaquean las fuerzas.

Solo piedras bajo el cielo
en las que esperar,
con los ojos abiertos,
los demonios que nos vienen a reclamar.

Tenía luces enredadas en el pelo,
para ser un faro de los espectro.
Tú llevabas la luz guardada en el pecho,
derramándose a través de tantos,
tantísimos agujeros.

Te vi,
me viste.
Y creo que nacimos abrazados,
con el recuerdo de haber perdido al otro
en alguna parte del camino.

Desde entonces
y para siempre
tu casa es la mía.
Allá donde tengamos
estas pequeñas luces
que nos recuerden
que ganamos.


lunes, 26 de mayo de 2014

gatsu


You are looking at it wrong. Once there was only dark. If you ask me, the light is winning.


just breathe






Dicen que cuanto más cerca estás de la luz
más grande es tu sombra.


sábado, 24 de mayo de 2014

Un guiño furtivo

Del día menos pensado a cuesta abajo y sin frenos.
De que se me pasaron los años
entre las manos
y tengo esos sueños
proféticos
en los que los muertos
son más felices sin saberlo
y los vivos
tienen esa bruma de la memoria
que solo se despeja al despertar
y ser dos,
o más, si contamos las manos.

De dormir abrazados al espalda contra espalda
y volver de nuevo al camino
empedrado y apedreado,
donde nos perdimos
y nos conocimos.

De reproches y derrotas
a no ganar nunca nada
y ser los buenos para nunca.

Y aún así encontrarnos,
acarreando las piezas
de lo que nos quedaba de existencia.
Enterrando los cadáveres
de aquellos que no merecían una despedida.
Dejando que esos muertos
no sepan que lo están.

Sentimos compasión y culpa,
que es lo más grande que puede sentir el inocente.
Igual que son las más grandes cadenas
que pueden someterle.

Del día menos pensado
al "ven y dame un abrazo".
Pasamos de gritarnos porque nos dolía querernos
a viajes de autobús eternos.

Sigues teniendo esa sonrisa
que solo aparece algunas veces,
justo el momento después
del choque.


...y es como un guiño furtivo,
en mitad de la multitud.
Me miras.

domingo, 27 de abril de 2014

*

Un año de magia,
de luz de mañana.
De mi vida como una película.
Un año acercándonos,
un año cercándonos.
Vallando nuestro mundo,
para hacer algo mejor
que lo de ahí fuera.

Un año de magia.


martes, 15 de abril de 2014

ready

Eres la persona que nadie conoce.
Eres el personaje que todos creen, por el día, en la superficie.
Eres, para todos los demás, máscara y misterio.

Para mí, que te he visto en todas tus formas de dormir,
de enfadarte,
de abrirte,
en canal o como puerta que invita a entrar.
Que te he visto a través del agua, del sol, de las noches que duelen...
Para mí, que te veo allí donde tú no llegas a mirarte,
no tienes secretos.

Y puede que tú, con ese odio a los espejos,
seas quien menos sabe quién eres.
Porque para todos los demás eres el que ataca, el que siempre dice, el que no entienden.
Todo porque no saben que eres el atacado, el que calla, el que entiende de todo lo que no sea él.

Eres la persona que ve a los que están heridos
y lo deja todo para darles su vida
(que seguro que ellos saben mejor en qué empeñarla, piensas).
Eres el que se siente siempre culpable de todo,
después de los cinco minutos de silencio
en los que reflexionas
sobre lo que antes, el miedo a sentirte otra vez culpable,
no te había dejado reflexionar.
Eres el que no puede cambiar el pasado
que te hizo así (herido)
y ahora luchas con uñas y dientes
porque nadie tenga de presente lo que tú
tuviste en tu infancia
nunca lo suficientemente lejana.

Eres al que señalaron tantas veces
y tantas hirieron
que tiene la piedra delante de la primera sonrisa
que tanto merece la pena.

Eres la persona que me acogió,
la persona que, sin pedir nada a cambio,
me ofreció hueco cuando realmente pensaba
que no podía darme nada más
que el dolor que sentía
constantemente.

are you ready for me?

Y me dio tanto que, viviendo entre sus brazos,
conocí a la persona que aún latía
bajo los escombros
de cientos de heridos
que quisieron culparlo
de sus propios pasos en falso.

Eres el escudo de los débiles,
incluso de los apedreados
por malvados.
Y como buen escudo
siempre recibes todos los hachazos,
flechazos.

Eres la persona que más siente
y la que más insensible creen todos.
Eres la persona que más culpa carga
y jamás se doblega.
Por eso siempre te culpan de carencia
en lo que son todos tus excesos.
Por esa manía tuya
del silencio.
Que hace de tu interior una cruz
que pesa,
y nadie conoce
y nadie comparte.

Porque nadie te ha visto por dentro,
en tus rincones de niño roto
en tus cajones llenos de puñados y puñetazos
de culpa y culpa.
De pensar, como el héroe que jamás admitirás ser,
que pudiste, no, que debiste hacer algo (más),
hacerlo (mejor).

Pero pasas en silencio,
y gritas lo contrario a lo que llevas dentro.
Porque, de lo de dentro, tienes tanto, tanto,
que no puedes ni nombrarlo,
ni sacarlo.
No pasa por el agujero nudo de la garganta.

Eres la persona que nadie conoce,
y todos conocen de ti
al personaje que no eres.

Eres el que me hace reír
y el que se rompe en las paredes
por no romperse el corazón
(y no porque no quiera
si no porque no queda nada
que no haya sido roto ya).
Eres al que todos culpan,
del que todos dicen
que no piensa en otros,
cuando lo que pasa
es que no te quedan pensamientos
que no te señalen con el dedo.

Eres tu propio rehén,
tu propio verdugo.
El que no admite visitas
porque no puede soportar
más ojos
en lo que cree su culpa.

Así que eres
víctima del pasado
que te hizo sangrante
y desconfiado
por creerte una máquina de hacer daño.

Y yo te he visto
dormido,
despierto,
enfadado,
al borde del precipicio,
pensando que te perdía.

Y eres el niño herido,
el acusado,
el que, puertas afuera,
sale airoso
para llegar sangrando
adentro,
y morir
entre los barrotes del hogar.

Eres bueno,
por tu forma de tratar de salvar a los demás
hasta acabar tú condenado.
Por tu forma de querer ser mejor,
aunque no lo admitas,
por esa idea absurda
de que ser así
te hace débil
y ser débil es algo malo.

Eres la persona
que me quiso y me acogió,
cuando estaba al borde.
Que se hizo vulnerable,
solo por darme aliento un día más.

Eres el personaje que todos conocen
y la persona de quien nadie sabe.
Ni siquiera tú.

Por eso hablo yo,
que te he visto entre tu oscuridad.
Te he visto castigarte por crímenes ajenos,
te he visto hacerte pedazos por alguien,
cerca, que se había roto.

Y dirán que quizás eres más piedra que luz.
Y yo diré que eso es porque no han picado lo suficientemente profundo
como para ver
que después de la luz,
no existe piedra lo suficientemente grande
como para eclipsarla(/te).

are you ready for me?

martes, 1 de abril de 2014

Vuelve abril

Vuelve abril. Con su playa y su lluvia de hace tanto y tan poco.
Con aquel viaje gris, hacia ninguna parte, y el mar queriendo comérselo todo.
Y llegó el desconocido para hacerse cada rincón de mí misma, para volverse ese tiempo de pecho lleno. Llegó con sus cristales rotos, que fueron amigos y futuro, con las manos ensangrentadas, poniendo una toalla naranja, sobre la arena mojada.
Fue la sensación de cuando se abren dos puertas, en mitad de la tormenta, e invitan a entrar. La sensación de tener una casa cuando solo veía el abismo de la ventana. Fue el sol de puertas adentro.
Vuelve abril, con su viaje, tardío, y su primer día gris. Volviendo a ser quienes éramos, antes de que nadie nos manchase, antes de haber roto el primer plato, que acabó en casa derrumbada y vajilla deshecha. Tenías aún menos que yo, y sin embargo guardaste para mí un sitio. Era invitada en tus ruinas reconstruidas, para ofrecerme tu mejor sonrisa, para salvarme la vida.
Volvió abril, y después la realidad. Y mi casa vacía, y mi vida hueca. Y el recuerdo de aquel agujero en el que nos cobijamos de la lluvia, aunque nos gustase, simplemente por tener, por una vez, más calor que frío.
Hoy vuelve abril.
Limpiamos de las ruinas los cristales y las piedras. Hicimos en nuestras grietas puentes del uno al otro, para visitarnos cada día. Dormimos en la misma cama y nos perdimos en una misma habitación. Nos curamos. Aún no hemos dejado de sangrar. Aún encontramos cristales bajo la almohada, y a veces nuestros puentes se inundan y no podemos cruzar. Entonces vuelve esa playa gris, y yo con ganas de perderme en su mar. Y tú llegando tarde, con una toalla para la arena mojada, con una sonrisa que no creí que fuese a ser nunca para mí. Y con la historia más triste y luego más bonita del mundo.
Vuelve abril, con tu ciudad, la de los fantasmas, donde te perdiste y donde yo te encontré. Quizás no salgamos nunca del laberinto, pero ahora es nuestro hogar. Porque nos arrojaron, o nosotros mismos nos lanzamos, a la trampa mortal, y nos encontramos en el filo, a tiempo de cogernos de la mano, y hacer de la jaula y sus barrotes, puertas y ventanas para el otro.

Seguimos perdiéndonos incluso en las trampas en las que ya caímos mil veces, porque llevan nuestro nombre. Seguimos encontrándonos al filo, llorando porque tenemos en el alma el recuerdo de su canto de sirena.
Pro vuelve abril, y no es el mes el que trae nada, sino el eco de tu voz, abriéndome las puertas, el agujero en que enterré, entre tus muros, mi corazón. Vuelve abril y recuerdo aquella playa y miro la playa de ahora. Y te miro. Y corro a cruzar los puentes que nos separan.

martes, 18 de marzo de 2014

Agua

Le hicieron tantos agujeros
que el viento se le coló por dentro.

Nos metíamos en el agua para respirar,
como el gran pez,
que lo era, a pesar de todas las cicatrices,
simplemente porque no se dejaba pescar.

Y de no dejarnos pescar,
acabamos solos
y picando todos los anzuelos
de aquellos que querían
llevarse el mérito de haberte logrado.

Te hicieron tantos agujeros
que ya no eran para respirar,
sino por los que se te escapaba la vida.
Y supiste que morirías,
y sonreíste esperando;
a quien saludaba y preguntaba:
¿qué tal?
siempre:
bien.

Hasta que llegó lo peor que le puede pasar
a quien ha asumido que no hay más futuro:
la esperanza.

Y entonces todos los monstruos
que tenían que devorarte y hacerte nada
deben ser abatidos,
porque ahora hay salida donde antes había abismo.

Los escudos no estuvieron nunca más que en nuestra mente,
y nunca fueron tan fuertes como cuando supimos
que los límites los poníamos nosotros.

Y sumergidos,
como peces grandes que nunca se iban a dejar pescar,
te miré
y fue exactamente como todas las veces:
como si fuera la primera vez.

Tenemos toda la vida para arreglar
toda una vida.
Tenemos un camino y ningún lugar
tan importante como ahora.

Te tengo a ti.
Y no necesito más.


viernes, 7 de marzo de 2014

Cerezo

Vive a mi lado
y le duele la vida.
Sé que a veces es una maldición,
y tiene ese agujero en el pecho
que pesa
que brama
y no puede más.
Le vence el respirar.
Sus enemigos,
sombras pasadas,
caen sobre él
y le arañan la piel,
muerden.
Quieren llevarse un trofeo
algo que exhibir,
quieren derrotarlo
y encadenarlo.
Pero algunas personas
tienen el don y la maldición
de no estar nunca solas.
Y yo llego
y veo la herida;
me hecho a llorar,
nos cortamos con las espinas.
Solo que él es más fuerte
que sus cadenas
y las mil tempestades,
pero aún no lo sabe.
Se queda a mi lado,
finge que no le duele.
Le cojo la mano,
aunque esté dormido.
Abro ventanas para que entre luz.
Poco a poco,
con la primavera,
irán curando las heridas.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Las rosas hay que pintar

Eran blancas y asomaban entre todas las cosas luciendo ese color inmaculado. Erguidas, en su tallo con espinas, se mecían al sol de primavera. Pero como todo lo que se erige sobre otros colores y alturas, debían recibir un castigo.
La pequeña reina de corazones, con su pecho hueco y seco, con su vientre de alambre, mandó las rosas pintar, por tapar ese limpio color que no tenía mancha.
Regó con la sangre de sus vasallos el blanco de las rosas. Se volvieron rojas. No fue suficiente, no dejaron de ser rosas.
Las aplastó, se hirió los pies, pero se sintió mejor.
El espejo la volvía a señalar como la más bella del cuento. Nada en su jardín osaba superar la altura de su mandíbula. Todos vivían a esa sombra y andaban de rodillas.

Las rosas se hicieron fango, gusanos, tuvieron diez vidas, y volvieron la siguiente primavera.

El espejo vuelve a girarle la cara a la reina. Se agrieta la pintura de su cara. Se cae la corona, se rasga la ropa. Debajo, cicatrices de las espinas y un ser monstruoso.
Vuelve la primavera, ella aúlla: “las rosas hay que pintar”. Pero nadie responde. Los súbditos, en silencio, esconden sus manos.
Las rosas blancas asoman, de nuevo, sonríen. Son viejos conocidos.
La reina, llena de cólera, grita y golpea, abandona el castillo.
En mitad de la noche aún se puede ver el blanco de los pétalos, de la reina, una sombra. Va a pintar las rosas de nuevo, pero, esta vez, uñas como espinas rasgan la piel y la carne.

Amanecen rosas blancas. Todos los súbditos del reino lloran, con las manos pintadas carmesí, el color favorito de la desaparecida y difunta reina, a la que honran.
Todos tienen el estómago un poco más lleno. Asoman sonrisas reprimidas. Todos se han pintado los labios de rojo, como la reina, precisamente con la reina.



Por suerte las rosas solo son rosas,
y no viven bajo ningún reinado,
ni cometen crímenes atroces.
Por suerte las rosas no envidian ningún color
ni tienen ese odio y frustración
de quien se pinta una cara
para ocultar al monstruo.

domingo, 16 de febrero de 2014

Artemisa y Orión II

Esta noche
Artemisa y Orión
dormirán juntos.
Abrazados.
Lucharon contra todo
y todos
y cambiaron el curso de la historia.

En el cielo hay una constelación menos
en el cielo del invierno.

Porque esta noche
Artemisa y Orión
tienen quién les consuele del frío.
Tienen quién les salve de su destino
tantas veces escrito.

Esta noche
Artemisa y Orión
se van a amar
contra todo pronóstico,
contra todo el mundo
y su infinita sabiduría
Artemisa y Orión
van a ser uno

hoy
y siempre.

sábado, 15 de febrero de 2014

Artemisa y Orión

Artemisa y Orión,
cazando a la bestia
de ocho lenguas.
sin Apolo que los separe por constelación
con el cuento
del escorpión.

Conteniendo la flecha,
con la justicia de que carece
Atenea,
igual que las otras cualidades
falsamente atribuídas
(no hay más que mirar,
el mito de Aracne),
dan a la presa
libertad.

Artemisa y Orión,
sin hidra de mil cabezas,
sin premios de cazador.
Artemisa y Orión
dejando que se consuman las bestias,
que agonicen en sus cuevas
sin darles caza
por no darles la vana esperanza
de la flecha certera
que acabe con su agonía.

miércoles, 12 de febrero de 2014

CAN'T HOLD US

Mira bien, mira.
Es normal, toda esa gente que sufre. Cómo no van a hacerlo.
Deberíamos estar llorando todos.
La humanidad se ha perdido a sí misma.
Las personas y su odio, su egoísmo. Sus trampas de amor,
sus ojos de víctimas. Sus manos de verdugos.
Vivimos en una jungla,
matando,
y no por sobrevivir.
Es una cuestión de medallas.

Es normal, si te queda algo de alma,
si no quieres coger las armas,
estar devastado, arrasado,
perdido.
Es normal sangrar,
y otear el horizonte
buscando esa dama que nos guíe al final.

Y es que, señores,
no somos guerreros.
Ni hay batalla que pueda ennoblecer.
Tenemos todas esas malas personas,
esos juegos sucios,
esos victimismos rastreros
y sus tristes vidas
salpicando los rescoldos
de lo que fue fuego abrasador.

Es normal, si aún queda algo de fuego en ti,
haber llorado hasta desear ahogarte
por alguien que no eras tú.
Porque todo era muy gris
y querías rescatar las ruinas
de alguien que podía ser un héroe.

A nadie le importa la verdad,
de hecho, nadie quiere oírla.
Quien tiene voz,
y ojos
es un proscrito.
Todos quieren sus espejos de circo
para ser bellos y perfectos.
Adelante,
dulces asesinos.
Mártires y víctimas.
Aquí cada uno hace lo que puede
y ojalá fuese por sobrevivir,
pero no,
solo es una cuestión de cima
sin gloria alguna.

Es normal si no te han hecho uno de ellos
todos esos monstruos,
caer y no poder levantar.

Pero supongo que
es precisamente en estos tiempos de sangre
y negros corazones
cuando más se aprecian aquellos
que no se replegan
que no agachan la cabeza
que prefieren morir
a ser uno de ellos.

Cuando más se oye tu grito,
tatuarse los principios.
Hacen falta más héroes;
personas que tengan un camino
aunque estén perdidos.
No se trata de llegar a ningún sitio
solo de, al alcanzar un final,
poder, con orgullo,
decir que fuimos íntegros,
que erramos,
que perdonamos,
que creamos,
amamos.

Es el camino del guerrero
el honor
el respeto a uno mismo.

Porque ser esclavo no es una opción,
no nos cogerán.




martes, 11 de febrero de 2014

Aniversario de agradecimientos

Hoy hace un año.
Un año de todo esto, de todos vosotros. De tanto veneno entre amaneceres blancos y tantas espinas acaparando un rayo de sol.
Hoy, esta noche, hace un año de la primera grieta de este agujero...
Con su bar de luces bajas, y sentados en el suelo. Y su frío de febrero.
Sus caras desconocidas, que nunca llegaron a ser conocidas, más que después de caer las máscaras y desatarse las garras.
Las puertas del infierno entre las lluvias de Abril.
Esos amigos de pechos cálidos, desgarrando la carne a bocados, queriendo devorarte y encerrarte en sus entrañas. La sangre, que brama.
Aquí, hace un año, los amigos, las comprensivas manos, los violentos labios... Aquí, los amigos y sus correas, promesas.
Hoy hace un año de mi gilos, los monstruos de ojos verdes que no tenían nada de ese verde de otros ojos. Pero monstruos, al fin y al cabo. Y verde era su sangre, y verde su piel. Y esta vez sí, ojos de fría plata. Muertos por dentro, hediondos por fuera. Mi gilos, las serpientes, los gusanos... Hoy hace un año de aquellas puertas al infierno, de mi hilos de marioneta. De mi carne abierta y manos entrando y cogiendo. Esas ganas constantes del golpe definitivo, de no dormir, de no comer. Aquella espiral de invierno que me agarró por los tobillos, y la luz artificial de las bombillas y su manera de decir "todo va bien". La piel que huye, que sufre. Todo bajo los pies derrumbándose, y mis ruinas volviéndose arena y ceniza. Lágrimas.
Ese agujero negro en el que agonizas, nadie que vea, nadie que conozca, nadie que sepa.
Mis queridos monstruos de ojos castaños, oscuros, muertos. Mis queridos amigos, hoy cumplimos un año. Al menos yo, no tanto vosotros, que en lugar de morir, matasteis. Pero no creáis que no sé de vuestro dolor, amigos. No habéis sido silenciosos, ni comprensivos, ni generosos. Teníais lenguas viperinas y las usasteis bien. No creáis que todos esos gritos de víctimas, vuestros balidos y quejas... no creáis que no fueron escuchados. Teníais ese canto de sirena acusador, ese llanto de cadenas. Vuestras heridas autoinflingidas. He visto los cortes en vuestras muñecas. No penséis que no sé lo que habéis sufrido, porque me lo habéis hecho saber, de todas las maneras posibles. Vosotros, humildes y amorosos amigos. Mis monstruos de ojos oscuros, de dientes afilados. Aferrados a la poca luz que le quedaban a quienes, con sus propios monstruos dentro, podían aún sentir nacer la primavera, bajo sus pies.
Mi gilos, mis hilos, mi veneno reptiliano... ¡Qué alegría y regocijo!
Hoy hace un año que clavé los clavos de mi propio ataúd. No penséis ninguno que os culpo de nada. Soy consciente de que yo misma entregué mi cuerpo al fuego, antes que al tedio. Soy consciente de que me ofrecí como alimento de las bestias. Me inmolé entre las noches del equinoccio.
No penséis que es ironía, porque morí. Y renací, como el ángel caído. Solo que yo era humana, y rota, y no podía caer mucho más. Solo que el cielo estaba muy lejos de mí, yo no tenía nada de ángel, ni de divino. No tenía ni fe.
Y hoy hace un año de aquellas atractivas puertas del infierno. Del alambre de espino desollando los restos de la nada y su vacío.

Y todo para que me rompiese en mil pedazos. Todo para hacerme esos agujeros para respirar, agujeros que llené de él, y de tantas cosas buenas que creí que no existían y cuya ausencia me fue dejando hueca. Agujeros por los que se coló un futuro mejor, una vida mejor, algo más que sobrevivir. Humanidad, identidad.

Hoy, entonces, hace un año que empecé el camino. Hace un año que me hice esclava y vasalla solo para liberarme. Para poder ver el sol. Hace un año que, con el pelo como bandera ardiente, reduje a cenizas todo. Estuve sola y perdida. Estuve a merced de mis monstruos y los de otros. Y no creáis que hablo solo por mí, tengo aún en la cara el dolor que me escupisteis, y la culpa adjudicada. No creáis que no recuerdo, ni que me eximo de culpa. No, no olvido. La culpa que tuve la mantengo siempre en mente, para no doblegar mi voluntad o agachar la cabeza, nunca más bajo hilos y gritos acusadores.
Gracias, amigos. Sé que nadie olvida, yo tampoco.
Feliz aniversario.






Y si alguien se da por aludido,
que haga examen de conciencia.




la gente herida es peligrosa, sabre cómo sobrevivir.






Alma

A veces, supongo que por la costumbre, se me olvida qué tengo.
Paso tanto tiempo entre esta luz que mis ojos se han acostumbrado a ella, y necesito sentarme un momento en silencio, mirándote, para recordar hasta qué punto tengo esta vida.

Y tú decías que no te gustaba tu nombre. Pero te he visto en cada gesto, en cada palabra y en cada idea. Y sé quién eres. Y sé lo que hemos construido, igual que sé que estaremos, tú y yo, siempre, en cualquier camino.


lunes, 3 de febrero de 2014

Tú y yo

Es por la forma que tienes de abrazarme cuando estás dormido.
Es por eso por lo que quedé prendada de ti, la primera vez.
Porque uno no puede fingir cuando duermes.
Es por eso que yo sé quién eres.
Y tú nunca te has visto así.
Porque me coges de la mano cuando amanece
y no llevamos la armadura de la vida
y el pasado.

Es por la forma que tienes de abrazarme cuando estás dormido
por lo que haces mis días de luz.

He sido besada por el sol a través de los cristales,
que daba a cielos distintos y siempre el mismo.
He sentido el viento cálido del verano
y el olor del mar allá de donde venimos.

Es por la forma de vivir, tan quemando lo que escribimos
solo para poder volver a escribirlo
mejor.
Es por la forma que tienes de abrazarme,
como si nadie me hubiese abrazado nunca antes.

Que siempre es
como si fuésemos solo tú y yo.


miércoles, 29 de enero de 2014

carta para después de mil tempestades

Te escribo esta carta para después de mil tempestades, porque, créeme, amor, que discutiremos por tonterías el resto de nuestras vidas; y merecerá la pena solo por esas reconciliaciones de sinceridad y tus ojos.
Te escribo esta carta para esos momentos en los que nos enfadamos, cada uno con nosotros mismos, y nos comen nuestros monstruos. Para recordarte que estoy siempre contigo, aquí. Para decirte que sé quién eres, que nos quedan mil tempestades, y no pienso perderme ni una si es a tu lado.
Te escribo porque sé que después de sentirnos mal, pensando que hemos herido al otro, cuando solo nos autolaceramos, no sabremos como hablar claro. Y tendremos ese miedo que nos entra siempre, por querer ser mejores para el otro.
Para decirte que te quiero así, que ya eres todo lo que podría desear, perfecto.
Decirte que aunque discutamos y nos enfademos, no cambio mi vida contigo por nada. Que te quiero, joder. Y me gustaría no tener esos días malos, no asustarme con todo. Me gustaría no estar nunca huraña o poder hacer que entiendas lo que siento, con solo mirarte. Pero no puedo. Soy falible, y soy torpe, y soy borde cuando estoy cansada, y no sé ocultar nunca cuando algo me pasa.
Sé que no siempre he estado ahí, y puede que haya ocasiones en las que haga tanto frío que parezca que estamos lejos, pero no voy a soltar tu mano nunca.
Pasarán mil tempestades, amor, pero nosotros ya sobrevivimos a lo peor: no tener a qué agarrarse.
Y luego nos encontramos.



El niño y el diablo

Me gusta el niño.
El niño hace música,
el niño escribe,
el niño juega
y, sobre todo,
el niño ríe.

A veces el niño se sienta en la ventana
a ver la gente pasar.
Entonces no habla,
y parece que ha envejecido cien años
y ya es de esos adultos de piedra.
Pero siempre baja,
y cuando lo hace,
el niño vuelve a ser un niño
y su piedra no está golpeada por cien martillos.

Y es que a veces el niño se encuentra al diablo.
No es que el primero se haya perdido,
es que el segundo lo estaba buscando.
Y entonces se lo lleva.

Bajan juntos trescientos peldaños.
Se apagan las luces
y solo se escuchan gritos en la oscuridad.

Y yo voy detrás, a buscarlo,
pero tengo más miedo que él.
Me echo a llorar en mitad de su noche.
Me siento inútil. Me callo.
Intento parar el llanto.

Al final siempre es el niño el que coge mi mano.
El diablo no está.
Y subimos, escalón a escalón,
de vuelta a la luz.

El niño, que parece un adulto,
baja de la ventana.
Y se queda conmigo, me abraza.
Sonríe y me habla.


Hoy el niño ha bajado de la ventana,
y no ha hablado.




Quizás ya sabe, 
que yo soy el diablo.



martes, 28 de enero de 2014

far

Me perdí en un sueño y al despertar seguía teniendo esa sensación funeraria.
El cielo estuvo gris todo el día.
Yo, en mi ficción, había levantado un muro real y ahora no sabía
como hacer llegar mi voz al otro lado.

Por favor, me he quedado encerrada.
Que alguien me venga a rescatar.


Pero a veces las fortalezas involuntarias se vuelven irónicas,
lacerantes.
Resistentes.

Levanté un muro para alejar las pesadillas
y me quedé dentro,
sin salida.
Encerrada entre las sombras de las que huía.

Levanté un muro tan alto que el invierno ni llegó
ni se fue.

Pero a veces no se trata de ser salvados, sino de salvarse.
De derrumbar estos muros que dan, pared con pared,
a tus muros.
De correr los dos, fuera de estos días,
fuera de mis silencios,
heridas.

Del momento de rabia y rebelión
en el que decidimos
que nada era el destino.
Y romper nuestras cadenas
o morir en el intento.

y, de ser lo segundo,
ojalá sea un intento que dure toda la eternidad.




Porque sé que no siempre me porto bien,
ni estoy ahí.
Porque sé que a veces parece que estoy muy lejos.
Y solo quiero gritar que necesito una mano
que me ate a esta tierra y a este cielo.
Pero no tengo voz,
porque me perdí y no sé volver en ese momento.
Pongo tu música, así te llamo,
y no puedo más que esperar
que seas capaz de leerme el corazón.

domingo, 26 de enero de 2014

Mi corazón, que lo perdí en un mes de mayo

Después de la devastación, en mitad de las ruinas y con la cara manchada, pensé cómo podría quedar nada.
Me miré la herida del pecho en la que había intentado meter todos los personajes de cuento,
deshechos.
Era el camino equivocado. Y lo que creí la sombra del tejo no era más que aliento
de noches de invierno.
Poco a poco las flores congeladas fueron despertando
y no pudieron aguantar más.
Se murieron sobre sus charcos de marzo
y bajo sus cielos blancos.

Después de mil veces hecho adulto, el corazón, seguía mirando en dirección contraria.
Y yo nunca había tenido alas,
ni siquiera pies, para ir tan lejos como para huir del frío y sus casas viejas y vacías.
Me arrastré por el barro para ver si encontraba las semillas del árbol
mil veces sagrado.
Y solo encontré espinas y piedras; por ahí ya había pasado
y había vomitado la vida.
Buscaba un color concreto,
ese dorado del cielo, las últimas tardes de frío.
Buscaba caer y morir en las luces de un mes de mayo.
Se devorada por flores y sol.

Porque, a veces, después del fuego y las ruinas,
de los gritos de pechos adentro,
¿como volver a atreverse a nada?
¿Cómo poder creer en nada más allá de la realidad y sus sábanas heladas,
y sus cielos grises y mudos?

Y entonces, después de tenderme en el suelo y dejar que todos me confundiesen con sus baldosas amarillas. Llegaste tú, con tu sol de las tardes de primavera.
Con tus noches cálidas y tus cielos llenos de estrellas.
Sin saberlo,
sin tener ni idea.
Llegaste tú con tu cama y tu mes de mayo, con tu forma de mirar y de verme.
Llegaste y yo solo podía echarme a llorar.
Como se llora después de mucho tiempo sin ver el mar. Como sobrecoge el cielo
preñado de estrellas y tanta vida no se puede abarcar.
Como se llora después de mucho tiempo sin ver el mar, supe que venía de ahí
de algún lugar que brama y golpea la roca,
de algún lugar del color de tus ojos.

Llegaste tú robándome los escombros en un mes de mayo.
Usando mis piedras para construir muros. Haciéndome un hueco entre tus papeles,
y tus pesadillas inominadas.
Dándome una cama, una charla, una vida, un alma.
Llegaste tú, y tu maldito sol de mayo,
sembrándome el espíritu resquebrajado
del dorado del cielo, en las tardes de primavera.
Con ese calor y frío. Y esas noches de verano.
Llegaste obligándome a seguir. Legándome tu camino. Dándome las llaves de tu casa.
Y jurando que te extinguías.

Llegaste como el rayo que se pierde:
Querías salvarme y no tenías pensado sobrevivir.
Pero hiciste vida de mis ruinas,
recogiste mi corazón y dibujaste plumas sobre sus huecos.
Yo no alcé el vuelo,
y tú sobreviviste a tu infierno.

Así de simple.

Tenía mi armadura de plumas
y tu sol de primavera.
Tu casa, tu voz.
Tus sonrisas, siempre, al principio, tan estrechas.
Te tenía a ti, diciendo que mis cicatrices no eran feas.

Y ahora miro hacia atrás,
a cuando pensaba qué quedaba, después de las ruinas y el miedo,
y tengo esas ganas de llorar
del que se reencuentra con su mar tras muchos viajes de corazón roto,
del que, en mitad de su abril, llega a otro puerto, y le golpea en el pecho
la luz
de las tardes de la primavera.








sábado, 18 de enero de 2014

Centinela

Tengo nidos enredados en el pelo. Y alambre de espino en la cintura.
Solo tu mano es el fuego en la noche.
El alba en las olas.

El final del camino,
herido.
Pasillos de suelos de madera vieja.
Y solo tus ojos
son la voz entre los truenos.

La sangre que brama
y los pensamientos negros.
Arrastrar el cuerpo y
sus pecados.
Y solo tu piel es el agua que mece.

Porque tengo miedo a las alturas.
Y barro  en las rodillas, de rezar
en el campo de batalla.

Tengo manos que tantean mi terreno. Y ganas de escapar por la ventana.
Pero solo tú eres luz en mis gritos,
beso en mis cadena,
centinela.

Y vida en lugar de abismo.

martes, 14 de enero de 2014

Y es lo más alto que se puede sentir

Me preguntas por qué y yo no tengo palabras.
Te podría decir que es por la forma que tienes que mirarme.
O de mirar el mundo que te rodea.
Porque tienes ese honor que solo tienen los códigos de los guerreros.
O porque a tu lado siento que no puede pasarme nada.
Te diría que es porque hablas conmigo durante horas,
o me haces reír.
Porque me gustan tus manos, tus ojos, tu voz
y todo lo que hay en ti.
Pero aún así no tendría palabras.
Porque ninguno de estos se acerca al porqué que yo quiero expresar.
Porque me llenas los días de esta paz,
y te adentras en mis habitaciones oscuras,
de las que ni me atrevo a hablar.
Por la forma que tienes de llamarme
cariño.
Que hace que me sienta más tuyas que de las garras
de mi infierno.
Porque me has dado un hogar
y nunca más estarás solo.
Porque crees en la persona que soy,
y me haces mejor.




viernes, 10 de enero de 2014

Mi familia

Dicen que a la familia no se la elige. Y supongo que tienen razón. 
No puedes elegir cuando alguien va a irrumpir en tu vida,
poniéndolo todo del revés,
desenterrando las cenizas de los sueños,
dándoles forma.

Dicen que a la familia no se la elige, y tienen razón,
porque no puedes elegir cuándo esa persona va a entrar en tu vida
cuándo va a derribar todos tus muros y tus inviernos
para traerte el sol todos los días.

No, desde luego no puedes elegir
a esa persona que será, a partir de ahora,
lo mejor.

No pude elegir,
porque apareciste cuando parecía que no quedaba esperanza
y te convertiste en mi familia
y mi vida.



domingo, 5 de enero de 2014

No lo intentes, hazlo.

Supongo que lo que me pasa es que se me da mal echar de menos. Me entra miedo, me siento vulnerable. Y escondo la cabeza. Al final me da miedo estar siempre así; ser tan débil que tengan que cargar siempre conmigo. No me gusta ser la persona que soy cuando me atacan los domingos. Y me cierro porque no quiero ser la que siempre quiebra. Me alejo y veo cómo la vida sigue desde mi agujero, sin mí. Y eso solo hace que vaya a peor...
Yo sé que debería echarle valor a mi vida, sé que demuestro fatal lo que llevo dentro. Sé que parece que desconfío cuando en verdad solo estamos hablando de frío. Y de que sé que si te pierdo, no habrá nada más entre yo y el abismo. Y me conozco lo suficiente como para saber que saboteo todo lo bueno. No sé, no me gusta ser tan vulnerable, simplemente porque no quiero que nadie tenga que cargar tanto conmigo, no quiero ser el sentimiento amargo y de derrota en la vida de quien quiero. 
Disfruto lo que tengo, pero cuanto más lejos estoy, más alto se escucha la voz. Y me dice que no tengo nada más que ofrecer que celos, y días que nunca son mi día, y esta continua enfermedad que no se cura y no sé cómo hacer para dejar de llorar, la mayoría de las veces.
Entiendo lo que te hago sentir, entiendo lo que parece desde fuera. Y me agarro a la luz que me das. Y vuelven las voces, diciendo que me estoy colgando y que, como siempre, haré cenizas de lo bueno que tengo. Solo que esta vez esa no es la alternativa. No puedo sabotear esto, no puedo perderlo. No puedo después de tanto, de haberlo encontrado. Tengo que hacerlo bien, tengo que soltar y dejarme llevar. Y cada vez que fallo tengo fuego en la frente y en el pecho. Y lo siento. Supongo que no se me da bien demostrar las cosas, supongo que no se me da bien vivir conmigo misma. Lo intento, de verdad que lo intento. Debería ser valiente, y pedir un "te quiero" en lugar de llorar en silencio. Debería ser valiente, y hablar más claro. Debería hacer más en lugar de intentarlo.
Supongo que no se me da bien demostrar las cosas, y entro en pánico, y me caigo. Supongo que no sé que hacer con algo tan grande. No estaba preparada para ser feliz después de tanto tiempo a oscuras.
Y de nada sirve que sienta o diga, si no soy capaz de demostrarlo. Así que es tiempo de batallas en solitario; que todos tenemos nuestro monstruo y el mío me devuelve la mirada en el espejo.