sábado, 18 de enero de 2014

Centinela

Tengo nidos enredados en el pelo. Y alambre de espino en la cintura.
Solo tu mano es el fuego en la noche.
El alba en las olas.

El final del camino,
herido.
Pasillos de suelos de madera vieja.
Y solo tus ojos
son la voz entre los truenos.

La sangre que brama
y los pensamientos negros.
Arrastrar el cuerpo y
sus pecados.
Y solo tu piel es el agua que mece.

Porque tengo miedo a las alturas.
Y barro  en las rodillas, de rezar
en el campo de batalla.

Tengo manos que tantean mi terreno. Y ganas de escapar por la ventana.
Pero solo tú eres luz en mis gritos,
beso en mis cadena,
centinela.

Y vida en lugar de abismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre me encantan magicamente esa palabras tuyas.

Tan evolucionada y a la vez tan aferrada al pasado.
No puedo explicarlo pero me gusta.