lunes, 31 de enero de 2011

Tide

Como cuando eres pequeño (mas) y juegas a pisar la arena humeda y sus charcos, que deja la marea al pasar.
Esa sensacion de caminar sobre las aguas, y hace tanto que no la sientes.
Que ultimamente todo es arena de la que hace que te hundas hasta los tobillos, sintiendote mareado, donde es arriba y donde abajo.


Y las playas cuando se vuelven grises, anochece. Sientes que alguien te ha puesto ahí a propósito, para que te pese el corazón. Igual que los espejos. Igual que las historias viejas.
Para que te pese el corazón.

A veces te supera tu vida de siempre, y no sabes si es que sube la marea, o tus arenas se han vuelto mas pequeñas.
Te ahogas en el mismo tú de todos los días, en las mismas calles, y los mismos recuerdos y pesadillas. Pero esta vez tu playa se hace pequeña, y te atrapa los pies el agua gélida donde antes solo había charcos en los que se podía caminar sobre el cielo.



Y pasar mi vida entera, enganchado a su melena.

jueves, 27 de enero de 2011

Me corten la lengua


Saltas, en mitad de un día gris. Como si anduvieses cazando la luz de las farolas, que agoniza.
Y cuando ya no queda ninguna, vuelves, a oscuras a casa. A tumbarte en la cama como si ella te pudiese ver; ver cómo sufres de esperarla, a que se canse de su vida y vuelva a ti.
Que la esperas dormido porque, aun con los bolsillos llenos de luces, eres realista, y sabes que uno no se cansa de una vida donde ella esté. Por eso no va a volver.

Que le hablas todos los días, desde la ventana, por si algún día de casualidad pasa bajo ella, y sólo por un segundo, puedes ver sus ojos.
Le cuentas cómo se han vuelto los días sin ella, o es que quizás siempre han sido así, y tú no te dabas cuenta por no salir de la cama (qué podía interesarte entonces lo de fuera de sus piernas).
¿Y siempre ha sido la gente tan gris? ¿y siempre he sido yo así de pequeño?
Nunca pensaste que la parte de tí que se llevaría sería la cabeza. Para no dejarte ir tras ella, y enseñarte a ser un tú, y no el más devoto creyente de su voz.
Pero le juras que no fue la solución, que te dejó atrapado entre su olor, que aquella vida que te iría mejor tras su marcha simplemente no va.

Por eso vas cada día, a las horas que eran para ella, a recoger las luces de las calles, de los escaparates en los que alguna vez se reflejó, para que los fantasmas de su recuerdo no te persigan nunca más.

lunes, 24 de enero de 2011

**


Quizás sea tan especial porque, por mucho que me estire, no llego a tocarle el alma.

sábado, 22 de enero de 2011

Inevitable


Ya sabes todo eso de que tú vuelves a tu vida de siempre, y a mí me tiemblan las piernas.
Que no hace falta que te diga que algo late tan fuerte que duele.
Todo eso de que puede que sea por el frío. Pero, ¿y si no?

Porque aunque sepa que está mal seguiré haciendo trampas en todos los juegos.
Y eso del quedarte colgada de una farola, que es inevitable.

Me encanta esa palabra: inevitable.
Que no lo puedes evitar, aunque lo veas viniendo hacia ti, fuerte, fuerte, fuerte, y te golpea en el pecho. Porque no sabes si puedes evitarlo o no, simplemente no quieres apartarte. Inevitable.
Inevitable dolerte a ti mismo, inevitable sonreír y sonreír, como un loco, ante el precipicio.
No sabes si la caída es real o no. Y un segundo antes de tocar el suelo te despiertas sobresaltado, enredado en tus sábanas.
Quizás haya que saltar para salvarse.
Arriba o abajo. Y media-vuelta.

Que no hace falta que te diga que creo ciegamente en esos telones de terciopelo negro cubiertos de polvo. Que creo en algo más. Y últimamente casi hasta rezo.

Porque es inevitable. Lo bueno. Lo malo.
Y todo lo hago yo; viene de aquí, como se suele decir cuando te golpeas las sienes. De aquí, el pecado y la salvación.
Por eso es inevitable. Porque están demasiado juntos.

Perdóname la salvación.

viernes, 21 de enero de 2011

*


Su calor es como el sol
en una cama fría en una noche de un invierno.

jueves, 20 de enero de 2011

La espiral


A veces simplemente no merece la pena;
y todos nos juramos empezar (o terminar) mañana,
sabiendo que no tendremos valor, que nunca volveremos a ser los de antes.
Y el miedo empuja las lágrimas, porque ya no sabes hacia dónde va el camino,
ni por qué lo seguías.

Quieres que alguien te pida perdón por cómo va el mundo,
por cómo vas tú.

Se cierran todas las puertas,
y te preguntas aliviado si serás el único ser sobre la tierra,
y es que miras al cielo, y los ves ahí arriba, altos, volando.

Que es culpa tuya,
pero tú sientes que son los demás quienes te han dejado;
incluso los que están.

Y tu te juras que mañana empiezas a ser quien eras.
A ser feliz.
Pero sabes tan bien como yo, como todos los que aquí siguen, que es mentira.
Y te preguntas con miedo si sabrás salir de la espiral.

domingo, 9 de enero de 2011

Ya sabes


Una sensación que te hace estremecerte desde las pestañas hasta la curva de los tobillos.
Sonríes. Queda un frío que abriga, que entumece.
Quieres vivir, tener una vida, que anda por ahí liada entre mis bragas y tus calcetines.
Quieres salir a la calle en pijama y dar vueltas y vueltas, gritando una canción y que el viento entre por tus poros y forme parte de tu cuerpo.

Besar un cuello. Sentir que se te escapa el calor entre los dedos de los pies.
Y sólo te sale llorar, porque las palabras se han amontonado en la garganta.

miércoles, 5 de enero de 2011

Butterfly effect



Un nudo en la garganta.
Y una sensación en el estómago.

Siempre me arrepiento de dormir sola.
Y volvería corriendo a tu puerta,
por el miedo que me da que pasen estos cinco días.

Y allá lejos.

sábado, 1 de enero de 2011

Deseos



No, en verdad no.
De camino a casa veía pasar las luces en un taxi blanco reluciente que olía demasiado bien para tener un conductor tan triste.
Y he pensado que este año no hay propósitos (por-si-acaso).
Y que mi único deseo (y no para hoy, para mañana o cuando sea) es aprender(me) a querer(me) un poquito más (a mí misma).
O un poco mejor, de forma que no vuelva a doler(te/me).

Que a cada paso y contoneo de mis caderas puedo escuchar esa pieza rota que ya no encaja en ningún lado.
Que parece que me he tragado un cascabel de esos que besas con un estremecimiento.

Y quiero verme en el espejo.
Verme a mí.
Ver que no tapo mis agujeros con la arena de tus planes.
Poder ser un poco mejor.
O dejar de tener miedo de mí misma y mis silencios.