miércoles, 31 de diciembre de 2008

n e w y e a r 2 0 0 9



A este año le pido:
Al menos diez amaneceres.
Gente nueva, y regresos de la vieja.
Cuatro noches sin dormir.
Una gran idea.
Tres dias de fiesta.
Dos sorpresas.
Un par de viajes.
Una noche inolvidable.
Un febrero luminoso.
Siete grandes libros.
Un descubrimiento.
Dos enfados y tres reconciliaciones.
Luces.
Fuerza, fe y esperanza.
Aprobado general.
Quince canciones nuevas.
No ponerme morena.
Café con baileys.
Sonrisas, de las que sí que sí
OLVIDAR.
Frío y calor.
Dormir, comer y leer un poco más.
Cero muertes, porque se me deben.
Ningún malentendido.
Un monólogo.
Cinco despertares.
Cien fotos geniales.
La gran borrachera.
Volver a creer.

y... otras cosas que, como son deseos, no se pueden decir.

martes, 30 de diciembre de 2008

El Soldadito de plomo

Se cayó.
Como si jamás hubiese estado en posición vertical, como si nunca hubiera andado erguido, como si ésa se tratase de su postura natural.
Se cayó y sintió cómo el calor anegaba su pecho, quizas porque la vio a ella por última vez, quizás porque el fuego consumía su pequeño cuerpo de plomo.

Sólo el príncipe azul podía haber sabido como se sentía él en aquel momento.










"Llegaron otras,
llenas de cosas buenas.
Y a todas pude amarlas sin problemas."

Creo que nunca le he comentado a nadie lo mucho que me gusta esta historia.

lunes, 29 de diciembre de 2008



-Te prometo que la quiero, sólo se me fue la mano con el alcohol. Vamos, me conoces, sabes que no le haría daño jamás -su voz, ocho octavas más bajo de lo que acostumbraba a ser, se filtraba a través del papel de pared, por sus poros, hasta llegar a sus oídos, enterrados bajo una almohada, un edredón y aquellas promesas que resonaban en su cabeza aún; y no la abandonaban.
Mientras tanto, en la habitación contigua, lo que se supone era la sala de estar, un hombre infiel, con los bolsillos llenos de monedas de dos y cinco céntimos, de escusas y angustias, trataba de ganarse el favor de un amigo y hermano sobreprotector.

Laura lloraba en su habitación.
Carlos explicaba qué le metió a qué mujer dónde, y porqué lo hizo.
Raúl asentía mientras sus labios negaban, comprendiendo y castigando al mismo tiempo.

Laura salió de su ataúd de calor y estiró las piernas por primera vez en tres días. Era martes, y el reloj acababa de marcar las 20:53.
Frente al espejo, sin mirarse, trató de sonreír; entonces el sábado por la noche cayó sobre ella, con sus cubatas, sus luces parpadeantes y aquella rubia deslumbrante, haciendo tan buena pareja con aquél que tres minutos atrás había sido la suya durante cuatro meses, ocho días, diez horas y veintidos minutos exactamente.
Carlos, en la habitación contigua, también lo recordaba -como para olvidar las sinuosas curvas de aquella mujer...-, y Raúl, procurando no dibujar en su rostro la sonrisa que Laura había perdido, lo imaginaba.

Los tres intentaban ocultar los sentimientos que los invadían, para sobrevivir, o para no morir.
La rubia continuaba perdida entre el color ambarino de algún licor y el sabor mentolado de algunos labios...

-¿Tenía que ser delante de ella...? -Raúl se debatía entre lo correcto y el sentimiento de traición contagiado por su hermana.
Carlos no respondió, y si lo hizo Laura no quiso oírlo, no esa respuesta. Ni ésa, ni el por qué, ni el cuándo... No quería saber que no era lo suficientemente buena, no quería oírlo.
Para evitar escuchar la conversación que espiaba se centró en su imagen: tres días sin comer ni dormir, más lo anterior -más de una semana-. Su cuerpo no mostraba buen aspecto... el pecho hundido, los ojos hinchados, enrojecidos; las costillas prominentes y la sonrisa rota y agrietada.

Todo empezó a dar vueltas, los gritos de Raúl y Carlos crearon la fuerza centrífuga que arrastró el débil cuerpo de Laura al fondo de la vida.

Laura lloraba, trató de aferrarse a algo para no caer y encontró el espejo, que rompió, por cierto, ganando así siete años de mala suerte.
Raúl sabía lo que acababa de sucederle a su hermana.
Y Carlos lo intuía.
La rubia no supo nada más de Carlos, y mucho menos de Laura o Raúl.

Cuando despertó en el hospital, Laura sabía que iba a morir sin despedirse de Carlos, porque quería castigarlo. Y eso le dolió más a ella que a él.
Pero eso Carlos nunca lo supo, y por eso siempre pensó que la echaba de menos. Aunque esto no tenga ningún sentido.
Raúl tampoco perdonó a Carlos -aunque Raúl sí que no quiso hacerlo, y por eso le dolió menos-. Curiosamente acabó con otra rubia, prima de la primera rubia que murió poco después que Laura, aunque ella no había roto ningún espejo... murió igualmente. Pero como Carlos no tuvo más contacto con ella, tampoco supo de qué.

Carlos acabó a veces solo, a veces con alguien que le recordara a Laura, por si podía hallar así el perdón.
Laura murió llorando, y esa es otra de esas cosas que Carlos tampoco supo nunca.
Y Raúl acabó olvidando a Carlos, a Laura y a la rubia, en ese orden.


*h a t e m y s e l f*
oh, beautiful blonde, give me the last kiss.

-hilo sacado de www.elcuentacuentos.com-.

domingo, 28 de diciembre de 2008

SPIRAL


Bajo las sábanas,
gélidas;
como si no supieran hacer
otra cosa que estar
frías,
me entierro,
mordiéndome los labios,
arañando la columna vertebral
de la almohada que,
muda,observa mi destrucción.

Retorciéndose de dolor
queman, las lágrimas,
queman tus cartas,
tu voz.Queman mi rostro,
y se llevan, las pestañas
tu nombre tatuado,
con cicatrices,
en la espalda.



jueves, 25 de diciembre de 2008

Meri Curisumasu (2008)


Feliz navidad.





Muy probablemente...

...Una chica que te quiere.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Mirando al cielo



A cientos de kilómetros de casa, en un autobús, con ganas de volver a un hogar que no era el mío, echándote de menos mientras se ilumina la pantalla del móvil, indicando el nombre de una esposa que no eres tú, y nunca lo fuiste.
Como un soldado en primera línea de fuego, sintiendo temblar sus piernas, su carne de cañón. Viendo en forma de bola ignífuga su muerte, ésa que del heroicismo de morir por ella poco tiene ya. Como un soldado que, cuando la tierra se pone vertical, acogiendo con humedad su espalda, tibia, blanda, quebrada, ve caer la nieve, lentamente, como lo hacía el día en que se marchó, como solía hacerlo tanto cuando era pequeño, como no lo hizo la mañana que se fue.
Y las estúpidas farolas no rompen el camino a casa con algún inusual parpadeo que me recuerde a tu magia para apagar las farolas, o encenderlas. Las malditas baldosas no se vuelven amarillas para señalarme el camino de vuelta a Kansas, allá donde recuerdo haberte jurado que te esperaría, y aún me pregunto si tú guardas todas mis promesas, si las repasas de vez en cuando, si continúan haciéndote daño mis errores, después de tanto tiempo, tantas cosas... a veces vuelven las ganas de regresar, y te echo de menos, y me gustaría dejar el móvil, el maletín y las gafas sobre la tapicería vieja de este autobús en ninguna parte, cruzar el universo mientras cae la nieve, y simplemente comprobar que tú no estás esperándome, que has olvidado Kansas o, quizás, no reuniste ganas ni valor suficiente como para dejarlo todo y volver a casa, con el pecho anegado de balas, nieve en las pestañas, y una postal de navidad, en pleno mayo, cuando florecen las nubes.

"que daría mi vida por morir a tu lado,
y gritarle al viento que fui un mal soldado"




Todo es más bonito si lo pienso y queda en sólo eso...

martes, 23 de diciembre de 2008

Polaridades


.
.
.


¿Qué sentido tiene si resulta que yo soy polo opuesto y tú pila gastada?

























Poniéndome guapa... aunque no sea para ti.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Strdy

23:57. Sábado (aún)

Escabuyéndome de las luces, del humo y del frío.
No estoy de humor para salir... ni entrar. No estoy de humor a secas.
El iPod susurra, no, grita canciones que logran crear ese vacío en mí que necesito para recordar (lo prohibido, lo terrenal y lo divino). He pensado en no dormir esta noche. Creo al final sí lo haré, porque eso me evita pensar más de una cuenta que no tengo dinero para pagar de todas formas.
Aún así recuerdo... el tema de siempre: recordar.
Éso de no cerrar conversaciones del msn, por si eran las últimas palabras bonitas, algunos textos sellados en los que firmaba el día (los días) en el que la herida crecía y crecía... y que ahora, por mucho que disimule, con cada latido, siguen tirando unos puntos hechos sin conocimientos médicos, esos remaches de aguja y tornillos. De quien ni es costurero ni entiende de cosas que duelen y no sangran.
Recuerdo eso de guardar cada pedacito de ti, cada mirada, cada recuerdo... por si eran los últimos, por si mi imaginación no volvía a evocarte. Por si, tras la décima vez de despedirme de ti, realmente me marchaba. No lo hice...
Y resulta que el problema siempre es la sutura... porque, en mi certeza, no curé para olvidar, simplemente para poder continuar. Y tiran los puntos, se rasgan las costuras. Cada vez que recuerdo, un poco. Cada vez que sé, que compredo. Cada maldita vez que imagino, que miro atrás, aunque esté prohibido.
Me devuelvo la mirada, el pelo un poco más largo, los ojos más enrojecidos, y mi cuento de hadas apolillado, agonizando en el armario. Me recuerdo que duele, mucho, me recuerdo mil despiadadas veces que hubo cuando no quise sobrevivir otra noche, que hubo cuando, en un idioma que no era el mío, a cientos de kilómetros, me enterré y ahogué una intuición que acabó siendo sonreír y prometer que todo estaba bien. El sonido metálico de una voz, al otro lado del teléfono, diciéndome que no me merecía los hechos. ¿Quién decide qué y cuándo?
Recuerdo demasiadas cosas, desde un 31 de Octubre de hace un año, hasta días que borré del calendario, y momentos que aborté de la memoria. Pensar, saber, que no soy más que esto... que yo sé que, por aquí dentro, algo no anda bien, y no hace el "tic" correcto... Que ni siquiera entiendo porque estás tan cerca. Y me da miedo saberlo... por si acaso tengo razón, por si acaso todo gira sin que mi voz suene, al otro lado del cielo, donde no llegan mensajes para un dios que, ajeno a todo, hace girar el universo.
Creo que no estoy enfadada, quizá si que me duela, quizá si triste... como siempre, ese estado que tanto miedo me daba a mí, que tanto odian todos los demás.
Creo que quizás sea el frío, o que no lidio bien conmigo misma, quizá sea que voy un paso por delante siempre... y esta vez espero haberme equivocado en el camino. O que venga un lobo y me indique por dónde se llega a Oz, para seguir cantando el camino de baldosas amarillas, aunque me lleve al acantilado, donde reunirme, como bruja, con mi Ophelia perdida.

*

Llego a casa, a siete metros del portal me doy cuenta de las cosas en las que ya no creo; de que dejé de creer en las hadas, en los fantasmas y en el amor, de que el jinete sin cabeza no ha vuelto a atormentarme desde la ventana y mi fe en los dragones comienza flaquear, tiritando de frío en una esquina.
Me percato de lo mucho que me cuesta creer ahora que me olvidé de sonreír todos los días, ahora que encuentro rendijas por la que escapar de unos brazos que, con una desesperada sospecha, no saben cómo agarrarme.

Yo escribía la historia de un beso mientras tú practicabas mis palabras. No he contado nunca las lágrimas, porque sé que te asustarías. Nadie tiene tanta agua en el cuerpo.
"Ahora estate quieta, pórtate bien y sé una buena chica..."

**Sé quesólo es un mal día, sé que sólo está aquí dentro... pero... duele**

sábado, 20 de diciembre de 2008

Baka...

Fíjate si soy estúpida, si lo somos,
que a mi se me olvida, y tú haces como si no hubiera nada que recordar.
Que tú no lo piensas, y yo lo sé sin pensar.
No tengo fuerza para volver el invierno primavera, ni ser musa y creadora.
No tengo poder para doblegar la translación y rotación de la Tierra a mi voluntad.
Ni volver al gusano mariposa.

Fíjate si soy estúpida, que creí poder ser mejor;
y he acabado llorando en el azul, que no el blanco.
Que en mis planes de futuro, nunca entró la opción C.
Porque me atranqué en el plan B de la emboscada, sin pensar que yo no tenía fuerza, y a ti se te acabaron las promesas.

Si soy tonta, que envuelvo en papel de regalo las cuchillas,
y las abro, una vez al mes, con emoción, creyendo encontrar algo nuevo.
Algo que, lo entiendo, no es mío.
Porque mírarme, estoy derrumbada de nuevo, en el suelo.
Y esta no es forma, y a nadie le gusta esto.

Pero fíjate si soy estúpida que incluso me levanto sola,
sacudo el polvo de mis pestañas, y, si tengo ganas, sonrío y no añado nada más.
Si soy estúpida que no tengo intención de decir nada, porque nada tengo que decir.
Si soy estúpida que me he dado cuenta...

Fíjate, pero no demasiado, no vayas ver lo mismo que yo.
Ten por seguro que no añoraré nada tanto como lo prohibido.

"Ella, mi princesa, mi esperanza, mi amor..."

Ya tengo regalo que pedirle a mi estrella estas navidades.
.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Waiting for the sun


Jurando que no me dormiría hasta ver amanecer, y leyendo en los posos de un café con baileys que no vendrías en unos días; en mucho tiempo.
Mirando por la ventana en sentido contrario a las agujas del reloj, y desafiando la gravedad con una partida de billar colgada del techo. Patinando entre cadáveres de papel, brotando la tinta de sus poros.
Así echo de menos.
Así huele el perfume marchito en mis muñecas, tras la ducha.
A nuevo viejo. A vivo muriente. A golpes sobre las colchonetas de la piscina.

Así huele cuando llueve, y cuando vinenes; y cuando no.
Así siempre.
Como helado de fresa, y nata, y yogurth. O chocolate. En helado, en tableta, en virutas. Lacasitos y m&n's desbordándose de la bañera.

Así puedo respirar cuando se me olvida pestañear.
Y abrir la boca sin tener que decir nada.
Puedo llorar una media de treinta veces al mes. y ser feliz 28 días.
Puedo meterme dentro de la botella de cristal, y despertar de un beso al genio. Y volverme bruja por vocación. Puedo ser verde, azul o morada. Y, algunos días, blanca. Pero jamás fuego, que me arde el corazón de mimbre.

Puedo dar una oportunidad, if you want. O dos. Depende de cuan misericordioso amanezca.
Por eso estoy mirando por la ventana. Esperando al sol. Contando con los dedos de las manos, de los pies, con la lengua y la punta de las orejas.
Waiting for the sun.

Sé que no amanece a las tres, pero no me importa, sólo me gusta esperar.

Don't forget my name, and all my presents.

**Batiburrí de pensamientos.

Regla número XII
"Si una tostada te dice que sonrías, sonríe"

domingo, 14 de diciembre de 2008

Etapa espiral

*Dime que no estoy haciendo el imbécil.
Dime que me equivoco al dudar, y que te ofenden mis miedos.
Dime que se te han roto todas las historias, y que he desmontado todos tus esquemas.
Dime que no vale nada de lo pasado.

Y, aunque no te crea, dímelo, que se me reconforta el nudo de la garganta.*


Es una de esas etapas en las que todo está mal, o no está.
De ésas en las que uno mismo nunca vale, y los demás siempre hacen trampas. Etapas en las que los fallos son catástrofes, las palabras navajas y las victorias, casualidad y mentiras.
Es ese clima el que enfría y moja, el que congela y rompe. no es la nieve bonita y las luces de navidad cálidas.
Es la etapa en la que la mejor opción sería enterrarse debajo de una manta (azul, siempre azul), y dejar que todos olvidaran que alguna fvez fui una hija, una amiga, una hermana o, simplemente, una chica que le quiso. Etapa de dejar de necesitar, para no necesitar ser necesitada. Etapa de trabalenguas y espirales en la que sólo está permitido salir una vez no haya nada que perder, ni ganar.
Porque es como si se fueran las ganas de todo, y sin embargo cualquier cosa nos hiriera más.
Es la etapa en la que me odio día sí, día también, y al séptimo descanso, odiando un poco a mi alrededor. Es la etapa en la que no merezco nada, y lo necesito todo. En la que no quiero nada, y lo necesito todo.
Es la etapa peligrosa, la zona X. La de dormirse llorando, por las noches... hacía tanto tiempo de eso que no me acordaba. Es cómodo, es fácil, es cálido. Es como una muerte y renacer de usar y tirar. Cerrar los ojos, morder la almohada, invocar al apocalipsis, llamarte a ti, sabiendo que no me oyes, y reprocharte (de igual forma) que no viniste... y después despertar con un leve sabor en la boca, sabor a mar.

La etapa en la que te siento lejos, y no te noto. La etapa en la que toda la culpa es mía, y no hay más que hablar, pero el castigo, para todos.

Es la etapa de la espiral. Y a veces se va con el frío. Otras con la navidad. A veces se pasa con abrazos y luces y a veces, sólo a veces, se olvida que empezó y si salimos de ella o no.

Es la etapa espiral. Y tengo miedo.
Y aun estando aquí, ¿dónde está la mano que no me dejará caer [ p o r e l b a r r a n c o ]



"Había tanta gente que, de haber habido una persona más, no habría habido nadie."

bueno... ya sabes

Mejor... me voy a dormir.

viernes, 12 de diciembre de 2008

n.a.m.e.l.e.s.s.

Y yo aquí, dicíendote que no pasa nada, mientras espero a que me des un nombre; lo puedo sentir: te has atragantado con tus palabras. Y es un abrir la boca para no decir, porque lo piensas mejor, y ese nombre está sucio, y ése otro está roto. Y algunos muy gastados de tanto usarlos.
Tirito desnuda, mientras tú buscas deprisa algo con lo que taparme, y en mi orgullo no quiero vestidos que alguien ya haya llevado, porque es difícil soportarlo, y competir con ello.
Prefiero morir de frío, y perder los dedos, para no poder contar así las veces que cae la misma lágrima, y tú ni siquiera la ves.
Trato de no pensar, de no saber. Y de tanto mirar la misma mentira pensaría que incluso es verdad, si no fuera porque, entre nosotros, nos conocemos demasiado bien.
Te estoy diciendo que no pasa nada, que todo está bien. Y tú me crees.
No es porque sea buena mintiendo, no, es que es más fácil si yo fingo, y tú me crees.

Me ves, sentada entre el centeno, esperando al viento. Intentas tocarme y no alcanzan tus brazos, gritas mi nombre, pero carezco de él. Ya no sabes ni cómo llamarme. Y el reloj corre en tu contra, porque se acerca la tormenta, y no queda nada que no hayamos roto ya.

Observa que me incluyo, que no ayudo, que no coopero, ni miro para otro lado. Es porque lacera la tormenta, arañan las espigas. Es porque no encuentro al guardián, y llama con su voz susurrante el barranco.


Gritas mi nombre, fuerte, muy fuerte.
Y ya no sabes ni cómo llamarme.


"Algún día yo también estaré intoxicada,
para poder hacerle daño a alguien".
a s u n t o s d e v e n g a n z a

jueves, 11 de diciembre de 2008

She's...


Ella es perfecta.
Lo es, desde las cejas
hasta la punta de sus pies.
Es luz, y noche después.
Ella es mi aliento,
la última ola de un puerto.
Es la tabla suelta,
la baldosa vieja.
Tierra que pisar,
mar para naufragar.
Ella es sol,
es Dios.
Es desierto de nubes
es marea en la cumbre.



- Lo es.
- ...O no. No creo que la persona que lo escribió lo sintiera así.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Fairy tales


La atrajo hacia sí, secuestrándola de la luz de la luna.
- Dime, ¿cómo podría odiarte?
Perdida en sus ojos ella se preguntó si aquello sería un sueño. No podía quererla alguien como él; no a ella.
Sentía su piel cálida al contacto con sus manos. Casi dolía el contacto, tanto como le dolía mirar sus ojos, y verse reflejada en tanta perfección.


Y, una vez despierta incluso, el eco de su voz resonaba en su cabeza.
"¿Cómo podría odiarte?"

Regla número XVII
"La pulpa del zumo de naranja, limón o pomelo ha de ser tratada como un igual, y respetada a pesar de su textura"

martes, 9 de diciembre de 2008

too heavy



Pesado... muy pesado...
...Todo pesa demasiado.


...Quiero desaparecer debajo de la arena...

lunes, 8 de diciembre de 2008

Tal vez


Abrí los ojos, en mitad de la oscuridad.
Por quinta vez en media hora burlé al sueño y me encontré, desorientada, en aquella habitación de hotel, mirando al techo, como esperando ver una de esas cuatro estrellas que anunciaban en la entrada, en recepción e incluso en las toallas.
Nada.
Pensé en ti y, por quinta -o sexta- vez en treinta minutos, te eché de menos. Pero esta vez no miré el móvil para comprobar que no me llevaría hasta ti.
Di una vuelta, y otra, y otra.
Estiré las pestañas y conté las veces que respiraba mientras me acordaba de ti.
Perdí la cuenta, o tal vez me olvidé de respirar.


Abrí los ojos -de nuevo-, en mitad de la oscuridad.
Por octava vez en una hora desperté en la misma cama, con el mismo pensamiento y tu mismo olor clavado en la punta de los dedos de los pies.
Pero esta vez te escuché levantarte con un fuerte suspiro.
Escuché tu piel despegándose de las sábanas. Y el mechero encendiendo un cigarro, tal vez. A miles de kilómetros de mí te sentí tocar el frío cristal, mirar el móvil -ver cómo no-se-iluminaba- y volver a acostarte, echándome de menos.

Entonces cerré los ojos, tranquila, triste y abrazada a mi quimera, que habia venido a arroparme, por... no-sé-cuánta vez en lo que llevaba de vida.

Y entonces supe que te dormiste pensando en mí.
Bueno... saber es un verbo muy radical... digamos que eso es lo que creo, y más te vale no desmentirme.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Distance

- Dime, ¿qué es la distancia?
Él se recostó sobre su sillón, simulando adoptar una postura más cómoda; yo sabía que sólo buscaba tiempo para hallar una respuesta que me satisfagese.
Allí, perdidos en mitad del bosque, en sendos sillones de tela vieja, roja, el frío silenció mis dudas y heló sus pies.
Veíamos pasar el tren. Rápido, con prisas.
Y me cogió de la mano para calentar el color de mis ojos, y probar si así se definía, pudiendo darle un significado, y sólo uno.
- No me has respodido.
- No.
Resoplando me levanté de mi sillón abandonado y me desasí de él.
- Me voy, perderé el tren.
Apurando el cigarrillo, antes de que éste se consumiera de forma autónoma, entre sus dedos -los de la mano libre- me siguió, caminando por las vías del tren hasta donde yo tenía pensado marcharme lejos, muy muy lejos, y volver, mañana.
Todo porque podía irme más allá de lo que él era capaz de sentirme, pero no era capaz de estar mucho tiempo allí. Y se me deshacían los planes de futuro cuando me recordaba que me quería, abusando de una norma que él mismo creó, sólo dios sabe por qué.
Inspiré fuerte, quería imitarle, ser como él, mentir tan bien que todo el mundo descubriese la farsa. No sentir que, como siempre, con los viajes en tren, se me encogía el corazón.

expiraste el humo de "El último"; y éste escapó de tu boca en forma de dragón.
Típico de ti.
El uno frente al otro, muertos de frío, los dos -pero yo más-, nos vimos reflejados en el otro.
- Adiós -dijiste, alejándote un paso, como si eso te fuese a ayudar. Como si me fuera a ayudar a mí.
- Hasta mañana.
Y ésa era de las promesas que no se rompen.


*
Abrió el reproductor, poniendo en marcha la lista de la banda sonora de "300".
Ésa película le recordaba a él.
Mejor dicho, el color dorado, la luz de espigas y la música de domingo le recordaba a él.
Porque estaba hecho de anocheceres de domingos y canciones intoxicadas.


"Cuándo fue la última vez que un simple de ja vu me llevó hasta tus brazos?
Cuándo, cuándo fue la última vez que te quisieron tanto?"

jueves, 4 de diciembre de 2008

...podías



...Y PUEDO

martes, 2 de diciembre de 2008

Papel de pared


Se resquebraja el papel de pared.
Se oxidan las tijeras.
Se me olvida tu voz.

Y todo como si nada.

Tormenta, como si no estuviese llorando.
Música, como si no quisiera gritar.
Palabras, como si hubiese aún qué decir.

No entra la luz de la luna.

Y van creciendo las espinas
entre el espejo y mi cama.
Rompe el refugio el invierno.

*

Entre arena, entre lenguas de fuego y sol hiriente.
Entre cimas, entre viento punzante y rocas afiladas.
Entre tierra, entre tumbas de helechos y prisiones asfixiantes.
Entre fango, entre gélida lluvia y profundos océanos.

Buscando a tientas el interruptor.

Esta es la época en la que yo me odio mucho... así que, que no cunda el pánico.


lunes, 1 de diciembre de 2008

December


...

·Se le podía ver sentado en lo alto de la colina que coronaba la entrada de la aldea, casi como si se hubiese puesto ahí a propósito, para protegerla y encerrarla dentro de aquel valle.
El pelo, que había vuelto a crecer, esparciéndosele por la cara, hondeando, furioso, al viento. Como siempre.
Pero ese día había comenzado a nevar.
Nevaba por primera vez desde que nació aquel niño de pestañas blancas en la aldea. El mismo niño que murió ahogado dos días después de que Angelus cumpliera cuatro años.
Angelus recordaba la nieve, pero no a aquel niño en especial.

Horas más tarde, cuando sus labios se había agrietado, congelándose en una sonrisa azulada, regresó a su casa, con las cejas escarchadas y la ropa empapada.
Sólo volvió una vez se hubo asegurado de que la luna salía, y no lo hacía llena.·


Hold me now my frozen heart.
I'm lost in the winter sleep.