jueves, 30 de diciembre de 2010

Grietas

En verdad nunca te curas del todo
Aunque tampoco te llegas a poner enfermo, ni a sangrar de verdad.
Así que supongo que las heridas metafóricas sólo pueden curarse metafóricamente, y nunca dejando una cicatriz sobre la piel y la carne.
Y por esas heridas abiertas es por lo que tenemos tanto frío por las noches; que se nos cuela el viento entre las grietas.
Y es por esas mismas heridas que nos juntamos, intentando cubrir con otros cuerpos el nuestro, nuestros vacíos.



- A veces es bueno estar solo.
- No es verdad, sólo es mejor estar solo cuando no estás bien acompañado.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

(a)Brazos


De estas veces que guardas un poco de los demás en ti.
Te haces grande.
Y además creces.

Hoy guardo inviernos menos fríos.
Y un: "No eliges de quien enamorarte, ni cuando cortar con eso; pero eliges cuándo empezar"

Guardo monedas en los bolsillos.
Una sonrisa preciosa.
Otra vez.

Guardo para que me calienten ahora.
Y quizás algún día quemen.

Como tatuarse la piel, sintiendo la aguja.
Y pensar en el arrepentimiento, que no entra si estás llena de recuerdos.
Buenos y malos. Depende de la luz.


Me recorre un escalofrío.
(a)Brazos [que me encantan].


"No todo el oro reluce,
ni toda la gente errante anda perdida,
perdura lo añejo, si es vigoroso,
a las raíces profundas no llega la escarcha.
De las cenizas subirá una llama,
asomará una luz entre las sombras.
El hombre sin corona será rey;
de nuevo forjarán la espada rota."

domingo, 26 de diciembre de 2010

Cada domingo es un rencor y una promesa rota


Que no tienes ni idea de lo que es este dolor.
Que parece que la cabeza te va a estallar;
y te estás rompiendo al respirar, por cientos de sitios.

Todo lo que tocaste se muere.
Y tú sigues aquí dentro encerrado, sintiendo como te vuelves frío.

Aprietas las mandíbulas con fuerza. No, no como puedas intentar imitarlo.
Con tanta fuerza que puedas mantener dentro todo lo que te golpea.
Te golpea, te golpea, te golpea.
Tanta fuerza que te duela; más que el pecho, más que las lágrimas quemando la superficie de tu cara con su sal.
Que te duela tanto que no puedas pensar en otra cosa que no sea apretar y que duela.
Morir de ese dolor. Para evitar morir del tuyo.

Que pierde el sentido el compás acelerado del corazón.
Y quedo yo, sola;
silencio y ruido,
callo y a gritos te maldigo.

Y es que se consume, se gasta, y se esparcen las cenizas.
Hasta que quede sólo yo, fría, tiritando, con las mandíbulas apretadas y las manos sucias.
Silencio y ruido.

Me miro al espejo como si me mirases tú.
Como si me pudieras ver.

Se han ido incluso los que prometieron no dejarte nunca,
esos los primeros.
Y te acuerdas de ellos.
Gritas.
Gritas.

Porque estas sola y nadie puede oírte.
Gritas.
Y luego callas.

Sólo estás esperando algo,
una bofetada,
un beso.




Cada domingo es un rencor y una promesa rota.
Cada noche un olvido.

Me quemo, de dentro a fuera.
Escapan del humo que ahoga.


sábado, 25 de diciembre de 2010

*


a d i c t a

jueves, 23 de diciembre de 2010

Blue winter sky



Cosas bonitas,
como quedarte dormida, desnuda,
bajo la luz azul de invierno.
Y que me abraces.

martes, 21 de diciembre de 2010

Historia de cicatrices


No siempre sobrevivimos.
Pero, ¿sabes qué? Siempre resucitamos.
Aunque acabemos con agujetas en las alas.
Y cicatrices que nos acompañarán todas nuestras vidas.

¿Y esa cicatriz bajo la ceja, cómo te la hiciste?

A veces cuentas tu historia, a veces te inventas otra nueva, o la tomas prestada.

Y cuanto más cerca estamos del principio o del final, más sentimos el agua; cómo nos perfora.
Más nos calma la luz.
Que arrepentirse es para los que llegan tarde.

No siempre nos hacen efecto las mismas medicinas.
Pero importa que al final, dejemos de ponernos enfermos.


Y deje de importarnos la historia de nuestras cicatrices.
Si es cierta o falsa.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Vamos a contar mentiras


"Oye chico, vamos a terminar la fiesta en tu casa"


Y subimos las escaleras casi sin sentir los pisos que dejamos abajo.
Y tú abres la puerta mientras yo te cojo de la mano, tiro de ti hacia atrás.
El salón, a oscuras, dibuja la silueta de un sofá; donde la gravedad deja de existir y caemos juntos.
De esta forma no tengo que ponerme de puntillas para besarte.

Giras levantándote, sin soltar mi mano; y me haces a mí también ponerme en pie.
"Vamos, preciosa" dices.
Todo da vueltas, y no sé si me encuentro bien o mal.

Apoyo la espalda en la pared áspera del pasillo. Está fría.

Antes de darme yo cuenta, entre tropiezos y suspiros, acabo tumbada en tu cama.
Sin soltar tu mano.

Me das un beso; me tapas.
Te encuentro más tarde dormido en un sillón.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Special needs


Es el frío.
Las ganas de un halago ajeno.
Una mano en tu cintura, que te presione un poco y te atraiga otro poco hacia sí.
Como quererse sin pensar, de forma salvaje.
Y dejar de lado las veces que me llamas guapa, que me miras así.
Cuándo estás y cuándo no.

Sienta tan bien.
Que debe ser mortal por necesidad, adictivo y mortal.
Siempre pensé que yo no probaría las drogas.

Es una habitación desordenada.
El recuerdo de tu voz. Tus labios, que me gusta mirarlos; y significa que quiero juntarlos con los míos.
Piel contra piel.
Calor.
Morder.

Asomo la lengua entre tus dientes.
Intento abarcar tu cuello con mis manos.
Si me pego lo suficiente, me meteré dentro de ti.
Y estaré en cada habitación de tu casa, en cada baldosa de tu ciudad.

Si me pego lo suficiente,
no dejaremos pasar ni el humo que nos separa.
Y notar tu mano fuerte, en mi espalda.
Y notar la presión, la tensión.
Y querer gritar, explotar.

Liberarme y salir de mí.
Y entrar un poco más en ti.

Es el frío.
Las ganas, la necesidad.
Quiero ser especial, no para ti, ni para todos, sino para nosotros.


Necesidades especiales que se basan en una dieta de frío y luces de navidad;
para esta temporada.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Obvious




Aunque resulte obvio.
Me gusta quererte.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Algo frenético


Tengo mal cuerpo. Como frío.
Hoy es nochevieja. No para todos, pero para nosotros.
En cada esquina me resigno. Y pienso que es el único modo.
Duermo mejor rescatando lo viejo y haciéndolo nuevo.
Me alimentan cada semana. Pero tengo que ganarme la comida.

No sé si soy yo la que cambia o son los demás.
A veces, en una misma ciudad, llueve en dos sitios distintos.

Miras hacia otro lado.


Algo frenético.
En días como hoy siento como que me hago pequeña, y desaparezco (para ti).
Tan pequeña que al gritar no escuchas más que tu respiración.
Y sólo se me ve. Si te fijas.

Punto de vista.



Me pregunto cómo me ven tus ojos, si me ven.
Y cómo sonará mi voz en oídos ajenos.
El tacto de mi piel, el color de mi pelo.
Mi risa.

Me preguntó qué evocará en tu pecho.
Y cuál de todas mis imperfecciones es la que siempre puedes ver.

Que desde pequeña me ha gustado más escribir títulos que historias.
Si pudiera sólo hablaría de eso.
Del pastor de lobos.

Me pregunto si los semáforos y las farolas, y los portales, te dan tantas ganas de besar como a mí.
Quizás no es que los demás sean inmunes; tal vez vivo en otra parte, donde un ascensor es una caja que nos aleja del mundo.
Y guardar dos recuerdos en una caja de cartón.

Me pregunto si los recuerdos de mi caja se harán lo que te hago yo a ti en el ascensor.
Cómo me ves desde tan lejos.




martes, 14 de diciembre de 2010

Stand up and walk on the sky


Que todo el mundo pueda reír como lo hago yo.
Que todo el mundo pueda ver las luces que veo cuando camino calle arriba, de noche, con la navidad en la puerta de casa.
Que todos tengan el privilegio de tocar tu piel, y sentir algo pesado en el pecho, quitándoles la respiración, cuando te vean dormir.
Que todos sientan que los amigos que están lejos en verdad siempre andan cerca.
Que todo el mundo sea capaz de ver lo bonito que es el cielo, cada día.
Y lo bonito que es el agua.
Que todo el mundo tenga de esos recuerdos que te dan calidez.
Que todos necesiten la navidad y su color tanto como lo necesito yo.

Ojalá que todo el mundo pudiese ser feliz como lo soy yo.
Y llorar de una forma tan suave, y sufrir de una forma tan poco realista y tan poética.
Ojalá que todo el mundo pasase noches en vela mirando por la ventana, y tuviese amaneceres de esos en los que alguien te da un beso.
Porque me gustaría poder hacer sentir bien a toda la gente que se siente mal; sin palabras de consuelo, sin mentiras o promesas, simplemente enseñándoles lo que yo veo.

Y lo que yo veo me lo enseñó un mago.

domingo, 12 de diciembre de 2010

En hora buena

Vuelves a tu piel en, cinco, cuatro, tres... (justo tu piso).
Te empiezas a odiar como hace cinco meses.
Como cuando evitabas los espejos.
Te sobras.
Te sobra existir.

Y es que no sabes más que romper y romper.
Y hacer daño, y estropear.
Y no veas cómo duele.
Te tiembla todo el cuerpo.
Te metes desnuda en la cama.

Enhorabuena, has tirado lo más importante que tenías.

Own


No siempre puedes sonreír.
Diría que por mucho que lo intentes; pero ahí está el problema.
Y es que te levantas sin ganas ni fuerzas.
Te duchas agradeciendo el tiempo que puedes pasar bajo el agua;
y así no tienes que ocupar tu mente durante unos minutos, quizá una hora, si aprendes a no ahogarte con tus lágrimas.
Tu propia historia te hace llorar desde fuera.
Desde la puerta de casa al colchón con sus muelles, que aún me hablan de ti.
Lloras de pena de tu vida, como si no formases parte de ella.
Que algo tan triste no pasa en tu monotonía diaria. Como el cuento ajeno con final (in)feliz.
Lloras imaginando monólogos (y es que él no tiene voz).
Lloras porque no te ve nadie llorar. Y quieres un consuelo.


Y es que ahora eres más planes de futuro caducados y recuerdos.
Te aferras a tus viejas novelas, las que te enamoraron.
Y recuerdas, de joven, las ganas que tenías de amar. De tener un dragón para ti.
Un Yandrak.
¿Cómo vas a contarles a los que vengan que tú no sabes ser princesa, pero quieres que ellos sean príncipes?
No de esos de capas y corceles.
Príncipes de los que te cuidan todo el tiempo, de los que te hablan para que las voces de tu cabeza no se ciernan sobre ti.
Príncipes que tienen más miedo de tu dolor que de tus gritos.

Tratas de educar al mundo para que se amolde a ti.
Pero sigues esperando despierta cada noche, aun sabiendo que acabarás yéndote a dormir con el mismo sabor amargo en el fondo de la garganta, justo donde se te han atascado las palabras que querías decir(le). Que puede que ya nunca digas.
Tratas de educar a los hombres, a las nubes, a la nieve. Para que nunca nada más te haga sentir tan mal; para que te cuiden siempre.
Pero eres tú la que siempre (te) rompes las promesas.
He visto cómo jurabas no esperar, no enamorarte, no reñir, no reprochar, no soñar antes de dormir.
Y aún te oigo decir ese nombre muy bajito entre las sábanas. Invocándole; creyendo en esa tontería de que, justo cuando tú lo nombres, él sentirá algo cálido en el pecho.

Te he visto caer tantas veces que ahora lloro por tu historia en vez de por la mía.
Como si esto no fuera también mi vida.

Te juro que sólo quiero (saber) que me eches de menos como lo hago yo.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Soñaré


Finjo dormir. Guardo silencio y cierro los ojos.
Casi se vuelve mi imaginación realidad y te veo hablando conmigo, con tus fantasmas.
Y dices eso que tus silencios niegan.
Te quiero. Te necesito.
Sonrío, como en sueños; que dejo de sentirme rota, que dejo de sentirme como una cazadora de dragones.
Sé que algo se resquebraja, puedo sentir las grietas sobre la carne y el alma.
Y finjo dormir para no tener que ser tonta nunca más; porque he estado toda la noche esperándote.
Y apareces de madrugada. No quiero decirte que me haces daño por si no me abrazas más. Necesito que sepas que te he pensado, por si así sientes la necesidad de darme un beso.
Y finjo dormir esperando que leas la piel de mis mejillas, la postura de mis manos.
Hablas conmigo. Me pides perdón. Te lo pides.
Porque yo no te he perdonado, no hasta que llegues antes de que decida tumbarme sobre el colchón y cerrar los ojos, esperando escuchar tus pasos y la puerta al cerrarse.
Esas conversaciones que sueño que tú también tienes.


- ¿No hablas, cariño?
- Tengo la esperanza de que eches de menos mi voz.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Miracle


Sólo se escucha la lluvia caer sobre el asfalto, sobre la luz ámbar de las farolas;
lloviendo sobre mojado.
Los coches, los neumáticos a lo lejos, tan silenciosos que puede percibirse hasta el agua que se adhiere a la goma.
Regueros que acaban goteando desde algún tejado.
Miro atrás, al edificio de mis espaldas; y cuento: unos, dos, tres... la luz no está encendida, lo sé, pero miro como si alguien me pudiese ver. Porque se me encoge el corazón.
Espero una intervención secular o divina; humana.
En silencio.
Y llueve tan suave que parece que el tiempo se esté deteniendo paulatinamente.
Espero una intervención.
Porque es mi respuesta a la fe.

Quiero esa sensación que me dibuja una sonrisa, y me llena el pecho de calor. Me hace olvidar todo lo que recuerdo cuando estoy sola.


"Sólo recordamos aquello que nunca sucedió"

martes, 7 de diciembre de 2010

Hablo, y hablo, y hablo



Elocuentes silencios.
Te miro de reojo, en esta oscuridad deslumbrada de blanco.
Hablo, y hablo, y hablo. Y sé tanto de ti que me he convertido en una desconocida.
Cómo eran ellas, que haces antes de dormir, cómo duermes y cómo no. Cosas que ni tú sabes.

Y hablo, y hablo, y hablo.
Me doy la vuelta.
Esto ha sido otra prueba; de las que te he hablado hace diez segundos.
Escucho, junto a mi oído, la vibración que te guarda la voz.
Y yo hablo, y hablo, y hablo.

Quiero que digas algo.
Pregúntame por mí.
O miénteme.
Enfádate.
Apaga todas las luces.

Hablo, y hablo, y hablo.
Porque cuando me calle; y tú guardes elocuentes silencios, agradeceré estar a oscuras para que no me veas llorar más.

El miedo que me da pensar estas cosas.
Verlas.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Así; de este modo


- Me pita el oído.
- Eso significa que alguien piensa en ti.
- No, eso es cuando estornudas.


- ¿Y tú nunca te sientes solo?
- No me dejas tiempo para eso.
- Yo ya tengo toda una vida para sentirme sola.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Planes de una vida



Un sabor raro en la boca.
Como de dulce y salado. Y agrio. Y ácido. Y amargo.
De bien y mal.
De estos domingos y esos viernes.
De esos días en los que eres consciente del final.
No es que esté cerca o lejos. Es que está.
Y puedes verlo.
Piensas: "¡Qué chica más tonta!" (y como le gusta jugar a que [no] ve)
Como haciendo planes de futuro. Planes de una vida.
Y de mayor quiero ser feliz. Y cuando crezca quiero...
Y antes de perder te das cuenta de que no estás jugando.
Porque te gusta pensar en esas cosas.
Porque te da más calor por la noche.

Y al mirar sólo quiero ver un "para siempre" de esos que tanto me aterran.
De esos que sólo en ocasiones quiero reconocer que son mentira.
Porque vivo como si lo que fue será, y lo que será fue.
Siempre haciendo los mismos planes de una vida.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Lo(v/s)e me


Hoy hablo de mí.
De cómo hace mucho que no pienso en que esto que vivo es mi vida.
Que siento moverse sin manos desatando botones sin sentir que las muevo yo.
Y no es una de esas veces que la amargura o el vacío pesan.
Es como flotar, lejos de tu cuerpo, sobre las cabezas de los demás.
Como la muerte. Pero una muerte orgásmica, a la francesa.
Y es que hace mucho que veo tanto que no he encontrado nada bonito; que río tanto que la ausencia se me presenta agradable.
Estar sola, estar acompañada.
Hace tiempo que es lo mismo. Cálidas distancias. Fríos lazos que no se ven.
No es que no me quiera(s), pero oye, tampoco tengo demasiadas ganas de odiarme.
Llevo demasiado tiempo tirando de mí sin hablarme.
Igual que se tira de una hermana pequeña, igual que se tira del cadáver de una mariposa posada sobre el cristal de la ventana.
Alguna bombilla se ha fundido aquí dentro, que empiezo a dormirme en esta oscuridad.
No soy libre, no soy cautiva.
Es que lo que me impide moverme es el límite de mis piernas.
Hay algo que se funde en silencio;
y quiero volver a la etapa de El Mago y las calles que de pronto eran mágicas.
Y a llorar de felicidad, de aquella dorada.
Besos en navidad.


"Ojalá nunca cambie esa forma que tienes de de estar en el mundo"

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Dentro del pecho


Hablas muy bajito.
Te brilla el corazón dentro del pecho.
No recuerdas el ritmo de tu canción.
Ni su nombre, ni su olor.
No es que tengas mala memoria.
Es que bajo este frío todos perdemos el aliento,
por una cosa o por otra
nos hemos quedado en el camino.
En mitad de la calle,
parados.
Yo busco una mentira,
tú ese bar.
Que caiga la nieve,
que me duele la espalda de este recuerdo.
La carga.

Tienes los labios tan fríos que a la que beses ahora
se convertirá en hielo,
y piedra en primavera.
Pero no eres el único que puede invocar a las fieras,
ya me arañaron la cara.
Sólo que nunca entre la sal y la tierra.

Hablas muy bajito.
Te brilla el corazón en el pecho.
Porque no quieres que vea que has olvidado el ritmo de la canción.


No te necesito tanto cuando estás conmigo
como te necesito en estas noches.
Por eso tengo esta cara; que tú ni te das cuenta.