miércoles, 24 de diciembre de 2008

Mirando al cielo



A cientos de kilómetros de casa, en un autobús, con ganas de volver a un hogar que no era el mío, echándote de menos mientras se ilumina la pantalla del móvil, indicando el nombre de una esposa que no eres tú, y nunca lo fuiste.
Como un soldado en primera línea de fuego, sintiendo temblar sus piernas, su carne de cañón. Viendo en forma de bola ignífuga su muerte, ésa que del heroicismo de morir por ella poco tiene ya. Como un soldado que, cuando la tierra se pone vertical, acogiendo con humedad su espalda, tibia, blanda, quebrada, ve caer la nieve, lentamente, como lo hacía el día en que se marchó, como solía hacerlo tanto cuando era pequeño, como no lo hizo la mañana que se fue.
Y las estúpidas farolas no rompen el camino a casa con algún inusual parpadeo que me recuerde a tu magia para apagar las farolas, o encenderlas. Las malditas baldosas no se vuelven amarillas para señalarme el camino de vuelta a Kansas, allá donde recuerdo haberte jurado que te esperaría, y aún me pregunto si tú guardas todas mis promesas, si las repasas de vez en cuando, si continúan haciéndote daño mis errores, después de tanto tiempo, tantas cosas... a veces vuelven las ganas de regresar, y te echo de menos, y me gustaría dejar el móvil, el maletín y las gafas sobre la tapicería vieja de este autobús en ninguna parte, cruzar el universo mientras cae la nieve, y simplemente comprobar que tú no estás esperándome, que has olvidado Kansas o, quizás, no reuniste ganas ni valor suficiente como para dejarlo todo y volver a casa, con el pecho anegado de balas, nieve en las pestañas, y una postal de navidad, en pleno mayo, cuando florecen las nubes.

"que daría mi vida por morir a tu lado,
y gritarle al viento que fui un mal soldado"




Todo es más bonito si lo pienso y queda en sólo eso...

No hay comentarios: