Eres la persona que nadie conoce.
Eres el personaje que todos creen, por el día, en la superficie.
Eres, para todos los demás, máscara y misterio.
Para mí, que te he visto en todas tus formas de dormir,
de enfadarte,
de abrirte,
en canal o como puerta que invita a entrar.
Que te he visto a través del agua, del sol, de las noches que duelen...
Para mí, que te veo allí donde tú no llegas a mirarte,
no tienes secretos.
Y puede que tú, con ese odio a los espejos,
seas quien menos sabe quién eres.
Porque para todos los demás eres el que ataca, el que siempre dice, el que no entienden.
Todo porque no saben que eres el atacado, el que calla, el que entiende de todo lo que no sea él.
Eres la persona que ve a los que están heridos
y lo deja todo para darles su vida
(que seguro que ellos saben mejor en qué empeñarla, piensas).
Eres el que se siente siempre culpable de todo,
después de los cinco minutos de silencio
en los que reflexionas
sobre lo que antes, el miedo a sentirte otra vez culpable,
no te había dejado reflexionar.
Eres el que no puede cambiar el pasado
que te hizo así (herido)
y ahora luchas con uñas y dientes
porque nadie tenga de presente lo que tú
tuviste en tu infancia
nunca lo suficientemente lejana.
Eres al que señalaron tantas veces
y tantas hirieron
que tiene la piedra delante de la primera sonrisa
que tanto merece la pena.
Eres la persona que me acogió,
la persona que, sin pedir nada a cambio,
me ofreció hueco cuando realmente pensaba
que no podía darme nada más
que el dolor que sentía
constantemente.
are you ready for me?
Y me dio tanto que, viviendo entre sus brazos,
conocí a la persona que aún latía
bajo los escombros
de cientos de heridos
que quisieron culparlo
de sus propios pasos en falso.
Eres el escudo de los débiles,
incluso de los apedreados
por malvados.
Y como buen escudo
siempre recibes todos los hachazos,
flechazos.
Eres la persona que más siente
y la que más insensible creen todos.
Eres la persona que más culpa carga
y jamás se doblega.
Por eso siempre te culpan de carencia
en lo que son todos tus excesos.
Por esa manía tuya
del silencio.
Que hace de tu interior una cruz
que pesa,
y nadie conoce
y nadie comparte.
Porque nadie te ha visto por dentro,
en tus rincones de niño roto
en tus cajones llenos de puñados y puñetazos
de culpa y culpa.
De pensar, como el héroe que jamás admitirás ser,
que pudiste, no, que debiste hacer algo (más),
hacerlo (mejor).
Pero pasas en silencio,
y gritas lo contrario a lo que llevas dentro.
Porque, de lo de dentro, tienes tanto, tanto,
que no puedes ni nombrarlo,
ni sacarlo.
No pasa por el agujero nudo de la garganta.
Eres la persona que nadie conoce,
y todos conocen de ti
al personaje que no eres.
Eres el que me hace reír
y el que se rompe en las paredes
por no romperse el corazón
(y no porque no quiera
si no porque no queda nada
que no haya sido roto ya).
Eres al que todos culpan,
del que todos dicen
que no piensa en otros,
cuando lo que pasa
es que no te quedan pensamientos
que no te señalen con el dedo.
Eres tu propio rehén,
tu propio verdugo.
El que no admite visitas
porque no puede soportar
más ojos
en lo que cree su culpa.
Así que eres
víctima del pasado
que te hizo sangrante
y desconfiado
por creerte una máquina de hacer daño.
Y yo te he visto
dormido,
despierto,
enfadado,
al borde del precipicio,
pensando que te perdía.
Y eres el niño herido,
el acusado,
el que, puertas afuera,
sale airoso
para llegar sangrando
adentro,
y morir
entre los barrotes del hogar.
Eres bueno,
por tu forma de tratar de salvar a los demás
hasta acabar tú condenado.
Por tu forma de querer ser mejor,
aunque no lo admitas,
por esa idea absurda
de que ser así
te hace débil
y ser débil es algo malo.
Eres la persona
que me quiso y me acogió,
cuando estaba al borde.
Que se hizo vulnerable,
solo por darme aliento un día más.
Eres el personaje que todos conocen
y la persona de quien nadie sabe.
Ni siquiera tú.
Por eso hablo yo,
que te he visto entre tu oscuridad.
Te he visto castigarte por crímenes ajenos,
te he visto hacerte pedazos por alguien,
cerca, que se había roto.
Y dirán que quizás eres más piedra que luz.
Y yo diré que eso es porque no han picado lo suficientemente profundo
como para ver
que después de la luz,
no existe piedra lo suficientemente grande
como para eclipsarla(/te).
are you ready for me?
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