martes, 1 de abril de 2014

Vuelve abril

Vuelve abril. Con su playa y su lluvia de hace tanto y tan poco.
Con aquel viaje gris, hacia ninguna parte, y el mar queriendo comérselo todo.
Y llegó el desconocido para hacerse cada rincón de mí misma, para volverse ese tiempo de pecho lleno. Llegó con sus cristales rotos, que fueron amigos y futuro, con las manos ensangrentadas, poniendo una toalla naranja, sobre la arena mojada.
Fue la sensación de cuando se abren dos puertas, en mitad de la tormenta, e invitan a entrar. La sensación de tener una casa cuando solo veía el abismo de la ventana. Fue el sol de puertas adentro.
Vuelve abril, con su viaje, tardío, y su primer día gris. Volviendo a ser quienes éramos, antes de que nadie nos manchase, antes de haber roto el primer plato, que acabó en casa derrumbada y vajilla deshecha. Tenías aún menos que yo, y sin embargo guardaste para mí un sitio. Era invitada en tus ruinas reconstruidas, para ofrecerme tu mejor sonrisa, para salvarme la vida.
Volvió abril, y después la realidad. Y mi casa vacía, y mi vida hueca. Y el recuerdo de aquel agujero en el que nos cobijamos de la lluvia, aunque nos gustase, simplemente por tener, por una vez, más calor que frío.
Hoy vuelve abril.
Limpiamos de las ruinas los cristales y las piedras. Hicimos en nuestras grietas puentes del uno al otro, para visitarnos cada día. Dormimos en la misma cama y nos perdimos en una misma habitación. Nos curamos. Aún no hemos dejado de sangrar. Aún encontramos cristales bajo la almohada, y a veces nuestros puentes se inundan y no podemos cruzar. Entonces vuelve esa playa gris, y yo con ganas de perderme en su mar. Y tú llegando tarde, con una toalla para la arena mojada, con una sonrisa que no creí que fuese a ser nunca para mí. Y con la historia más triste y luego más bonita del mundo.
Vuelve abril, con tu ciudad, la de los fantasmas, donde te perdiste y donde yo te encontré. Quizás no salgamos nunca del laberinto, pero ahora es nuestro hogar. Porque nos arrojaron, o nosotros mismos nos lanzamos, a la trampa mortal, y nos encontramos en el filo, a tiempo de cogernos de la mano, y hacer de la jaula y sus barrotes, puertas y ventanas para el otro.

Seguimos perdiéndonos incluso en las trampas en las que ya caímos mil veces, porque llevan nuestro nombre. Seguimos encontrándonos al filo, llorando porque tenemos en el alma el recuerdo de su canto de sirena.
Pro vuelve abril, y no es el mes el que trae nada, sino el eco de tu voz, abriéndome las puertas, el agujero en que enterré, entre tus muros, mi corazón. Vuelve abril y recuerdo aquella playa y miro la playa de ahora. Y te miro. Y corro a cruzar los puentes que nos separan.

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