Vive a mi lado
y le duele la vida.
Sé que a veces es una maldición,
y tiene ese agujero en el pecho
que pesa
que brama
y no puede más.
Le vence el respirar.
Sus enemigos,
sombras pasadas,
caen sobre él
y le arañan la piel,
muerden.
Quieren llevarse un trofeo
algo que exhibir,
quieren derrotarlo
y encadenarlo.
Pero algunas personas
tienen el don y la maldición
de no estar nunca solas.
Y yo llego
y veo la herida;
me hecho a llorar,
nos cortamos con las espinas.
Solo que él es más fuerte
que sus cadenas
y las mil tempestades,
pero aún no lo sabe.
Se queda a mi lado,
finge que no le duele.
Le cojo la mano,
aunque esté dormido.
Abro ventanas para que entre luz.
Poco a poco,
con la primavera,
irán curando las heridas.
1 comentario:
Luchar contra nuestros lados oscuros es reconocer que tememos a nuestro desconocimiento de nuestro propio ser.
Fatigado se rindió a su verdad.
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