lunes, 25 de agosto de 2014

Aware

Había amanecido,
y en lugar de romper el hechizo
la luz del día trajo tus ojos
ahora verdes,
y las sábanas blancas.

Me abrazaste
y, con tu hombro como almohada,
supe que quería eso para siempre.

Empecé a temblar,
estaba nerviosa,
consciente por primera vez de que había algo
frágil
que podría romperse con cualquier cambio
en la luz,
en el silencio de la pequeña habitación.

Tú empezaste a besarme la cara
como pequeñas gotas de lluvia
cayendo sobre el asfalto tibio
un atardecer de verano.

Supe, antes incluso de rozar tus labios,
que aquello era el hogar:
el lugar donde el corazón
quiere estar. 



No hay comentarios: