martes, 11 de febrero de 2014

Aniversario de agradecimientos

Hoy hace un año.
Un año de todo esto, de todos vosotros. De tanto veneno entre amaneceres blancos y tantas espinas acaparando un rayo de sol.
Hoy, esta noche, hace un año de la primera grieta de este agujero...
Con su bar de luces bajas, y sentados en el suelo. Y su frío de febrero.
Sus caras desconocidas, que nunca llegaron a ser conocidas, más que después de caer las máscaras y desatarse las garras.
Las puertas del infierno entre las lluvias de Abril.
Esos amigos de pechos cálidos, desgarrando la carne a bocados, queriendo devorarte y encerrarte en sus entrañas. La sangre, que brama.
Aquí, hace un año, los amigos, las comprensivas manos, los violentos labios... Aquí, los amigos y sus correas, promesas.
Hoy hace un año de mi gilos, los monstruos de ojos verdes que no tenían nada de ese verde de otros ojos. Pero monstruos, al fin y al cabo. Y verde era su sangre, y verde su piel. Y esta vez sí, ojos de fría plata. Muertos por dentro, hediondos por fuera. Mi gilos, las serpientes, los gusanos... Hoy hace un año de aquellas puertas al infierno, de mi hilos de marioneta. De mi carne abierta y manos entrando y cogiendo. Esas ganas constantes del golpe definitivo, de no dormir, de no comer. Aquella espiral de invierno que me agarró por los tobillos, y la luz artificial de las bombillas y su manera de decir "todo va bien". La piel que huye, que sufre. Todo bajo los pies derrumbándose, y mis ruinas volviéndose arena y ceniza. Lágrimas.
Ese agujero negro en el que agonizas, nadie que vea, nadie que conozca, nadie que sepa.
Mis queridos monstruos de ojos castaños, oscuros, muertos. Mis queridos amigos, hoy cumplimos un año. Al menos yo, no tanto vosotros, que en lugar de morir, matasteis. Pero no creáis que no sé de vuestro dolor, amigos. No habéis sido silenciosos, ni comprensivos, ni generosos. Teníais lenguas viperinas y las usasteis bien. No creáis que todos esos gritos de víctimas, vuestros balidos y quejas... no creáis que no fueron escuchados. Teníais ese canto de sirena acusador, ese llanto de cadenas. Vuestras heridas autoinflingidas. He visto los cortes en vuestras muñecas. No penséis que no sé lo que habéis sufrido, porque me lo habéis hecho saber, de todas las maneras posibles. Vosotros, humildes y amorosos amigos. Mis monstruos de ojos oscuros, de dientes afilados. Aferrados a la poca luz que le quedaban a quienes, con sus propios monstruos dentro, podían aún sentir nacer la primavera, bajo sus pies.
Mi gilos, mis hilos, mi veneno reptiliano... ¡Qué alegría y regocijo!
Hoy hace un año que clavé los clavos de mi propio ataúd. No penséis ninguno que os culpo de nada. Soy consciente de que yo misma entregué mi cuerpo al fuego, antes que al tedio. Soy consciente de que me ofrecí como alimento de las bestias. Me inmolé entre las noches del equinoccio.
No penséis que es ironía, porque morí. Y renací, como el ángel caído. Solo que yo era humana, y rota, y no podía caer mucho más. Solo que el cielo estaba muy lejos de mí, yo no tenía nada de ángel, ni de divino. No tenía ni fe.
Y hoy hace un año de aquellas atractivas puertas del infierno. Del alambre de espino desollando los restos de la nada y su vacío.

Y todo para que me rompiese en mil pedazos. Todo para hacerme esos agujeros para respirar, agujeros que llené de él, y de tantas cosas buenas que creí que no existían y cuya ausencia me fue dejando hueca. Agujeros por los que se coló un futuro mejor, una vida mejor, algo más que sobrevivir. Humanidad, identidad.

Hoy, entonces, hace un año que empecé el camino. Hace un año que me hice esclava y vasalla solo para liberarme. Para poder ver el sol. Hace un año que, con el pelo como bandera ardiente, reduje a cenizas todo. Estuve sola y perdida. Estuve a merced de mis monstruos y los de otros. Y no creáis que hablo solo por mí, tengo aún en la cara el dolor que me escupisteis, y la culpa adjudicada. No creáis que no recuerdo, ni que me eximo de culpa. No, no olvido. La culpa que tuve la mantengo siempre en mente, para no doblegar mi voluntad o agachar la cabeza, nunca más bajo hilos y gritos acusadores.
Gracias, amigos. Sé que nadie olvida, yo tampoco.
Feliz aniversario.






Y si alguien se da por aludido,
que haga examen de conciencia.




la gente herida es peligrosa, sabre cómo sobrevivir.






1 comentario:

Anónimo dijo...

Intenso, sobrevivir para malvivir ó sobrevivir y seguir en la lucha. Aún poco se de la vida en si, pero te siento más fuerte.