Creo que tú y yo nacimos abrazados.
Antes de ser nada,
éramos dos que se encontraron en la oscuridad,
y se agarraron fuerte.
Era como no estar solo nunca más.
Aunque solo hubiese abismo
y estrellas muriendo y naciendo.
Y después del fuego y la luz,
despertamos solos,
con frío
y perdidos.
Teníamos el fantasma del pasado
entre los delos.
Y el recuerdo del abismo
sobre los talones.
Nacimos abrazados y separados.
Sintiendo frío en cada noche
apartados del camino.
Recordábamos haber olvidado,
la conciencia del vacío.
Nunca tuvimos casa,
hogar.
Nunca ese sitio
para cuando vuelve la noche
y flaquean las fuerzas.
Solo piedras bajo el cielo
en las que esperar,
con los ojos abiertos,
los demonios que nos vienen a reclamar.
Tenía luces enredadas en el pelo,
para ser un faro de los espectro.
Tú llevabas la luz guardada en el pecho,
derramándose a través de tantos,
tantísimos agujeros.
Te vi,
me viste.
Y creo que nacimos abrazados,
con el recuerdo de haber perdido al otro
en alguna parte del camino.
Desde entonces
y para siempre
tu casa es la mía.
Allá donde tengamos
estas pequeñas luces
que nos recuerden
que ganamos.
1 comentario:
Hogar...
Esto ha estado hermoso, no se cuanto tiempo te seguía y me perdía de todo esto... un placer pasarme por aquí.
Un besote
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