aquel corazón amargo después de cada novela de fantasía.
Vuelvo a los veranos de mi vida,
a los pensamientos de cálidas luces parpadeantes.
Pero no vuelve la que fui,
la de antes.
Porque esta noche me acostaré con el pecho henchido.
Feliz, con la seguridad de haber construido algo bueno, algo real, tangible.
Feliz porque, de lo que se puede llegar a tener, yo tengo lo mejor.
Y de lo que se puede llegar a anhelar, yo anhelo sólo lo imposible.
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