A veces siento que mi engranaje no hace funcionar ninguna máquina. Dos tuercas que giran, una separada de la otra.
A veces necesito uno de esos abrazos, de tibio desinterés.
Porque ya me sé eso de que las palabras sólo son eso, palabras. Y eso de que hay cosas que se sienten mucho antes de decirlas (y mucho después).
Pero mi fe es débil, y necesito creer más que los demás.
Y es que, una vez bajados al infierno, sólo los fuertes de voluntad podrán volver (sin mirar atrás).
A veces me siento encerrada en una caja. De ese cristal con el que puedes ver lo de fuera, y lo de fuera no puede verte a ti.
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