Hace frío aquí dentro.
A veces siento como si no quedara más camino.
Como si lo hubiésemos quemado todo, para calentarnos una de esas noches de verano,
en cualquier playa del norte.
Y en el recuerdo, que últimamente es más como un sueño del que duele despertar,
sólo recuerdo el frío y la euforia del sol, como un balanceo frenético, que pasó demasiado rápido, y no dejó señal alguna.
Ultimamente mi mente gana a la carne, al corazón bombeante. Y tiene la fuerza de doler, aquí, en coordenada X, como el tesoro de un pirata.
Y ya (que nos hemos hecho mayores), en lugar de pensar en cuentos, pensamos en desiertos, que hacen que nos duela la cabeza al acostar.
Nos hacemos mayores, y sólo me quedan miedos y recuerdos.