lunes, 18 de abril de 2016

Sail

Siguió cruzando los semáforos en rojo
hasta en las calles que no conocía
hasta cuando los coches pitaban,
enfadados.

Siguió dejando pasar los semáforos en verde,
distraída mirando al cielo
o a la tierra
mojada.

La primavera era como ese objeto perdido
que aparece un día debajo de la cama
para recordarnos su existencia
y todo lo que conlleva.

La vida era como la primavera
pero a intervalos
más breves
o más largos.

Y al final todo se resumía en esos días de lluvia y sol
o que se haga de día mientras caminas.
O el mar que se encuentra
debajo de la piel
debajo de la cama.


viernes, 8 de abril de 2016

Abril se hace enemigos

Abril se hace enemigos,
por sus días de sol traicionero
y frío.

Por su lluvia y la nostalgia del mar.

Como los Teleri con sus barcos,
muertos en la orilla,
arrastrados por las olas.
Así se vive en Abril,
con una maldición a la espalda
y la tierra prometida
en ese horizonte de lluvia y sol.

Abril se hace enemigos
solo para que la primavera pueda entrar
a calentar en tardes áureas
las frías manos que deja Abril.

Para que poco a poco
el mar negro se convierta en azul del cielo
y la tierra húmeda en prados en los que descansar.

Porque Abril se hace enemigos
solo para que puedan existir,
bajo días más cálidos,
las reconciliaciones.


viernes, 1 de abril de 2016

primavera

Como el cielo estrellado aún claro del verano,
como el abril de los vientos y el tímido sol,
como el mar tras muchos años
y las flores del cerezo haciendo de cielo.

Así somos.

Ángeles de alas rotas
que no tienen de lo que fueron
más que el recuerdo al mirar
el cielo.

Así somos.

De romper y ser rotos.
Dejando migas en el laberinto
para poder ser
una vez más
Teseo,
el héroe de este cuento.

Asterión en su encierro,
Ariadna en Naxos,
Dédalo en Sicilia.

Como el clavo ardiendo
y la tabla en el mar.

Prolongando,
con la luz tras los párpados.

Cenizas y sol,
arena y hojas verdes,
ramas quebradas
y flores del cerezo.

Esperanza hasta en los inviernos más fríos.
Primavera a contrapelo
a contracorriente.

Ese sol que te obliga a sonreír.
Siempre.