Desde el sexto círculo del infierno,
con la boca demasiado grande
y el pecho demasiado pequeño.
Con esa herida que sangra
y empapa la ropa
hasta que empieza a hacer frío.
Llevo las rodillas sucias
y las sienes cansadas.
Me dejé las llaves fuera.
Vengo a dormir al primer piso
con la cabeza entre dos palabras
que forman una despedida.