Una piel en la que naufragar
de noches llenas de sueños
y miradas
y besos.
Hablar,
de la vida pasada
los años en blanco o en negro
que no pueden rescatarse
más que en el sol del futuro.
Dormir,
al sol de julio una tarde nublada
de blanco deslumbrante,
abrazados a esta vida,
mecidos por estas aguas.
Bailar,
en las noches alternas,
en las mañanas de sábado
mal y desnudos,
en las plazas desiertas.
Vivir,
todo lo que quedó por exprimir
inviernos, veranos y primaveras
catorce años de una noche de San Juan,
de un banco lleno de amigos
promesas.
Una piel a la que arribar
de días llenos de vida
y palabras
y sueños.
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