No es que hayas perdido la chispa.
La chispa siempre ha estado ahí [y estará].
Es que la que se ha perdido has sido tú.
Quizás toque desandar lo aprendido y volver atrás,
al tiempo de las noches en vela, las películas, los veranos de libros y
escribir. Volver a escribir.
Como quien necesita el cielo sobre la cabeza para poder existir cada día.
Quizás andes tan perdida que ahora seas otra persona.
Es que estás tan lejos de casa...
viernes, 29 de junio de 2012
Tan lejos de casa
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas
sábado, 23 de junio de 2012
· Jueves a las 7 de la mañana, andando por el camino de los caracoles ·
Un jueves cualquiera, o un martes (que son intercambiables) se levanta antes de que salga el sol.
El colchón caliente deja las sábanas revueltas, tibias... que casi parece que hasta respiran.
Pero ella ya está en la calle, pisando las baldosas húmedas. Y la habitación en la que estaba hace unos minutos ahora está oscura, bañada por las sombras del azul pálido de las mañanas que amanecen en otoño.
Ella camina, y aún el cielo no se ha decidido si amanece o no.
Los caracoles cubren todo el camino, y ella salta las baldosas para no pisarlos.
La ciudad entera, dormida, parece una maqueta. Las calles parecen sumergidas bajo el agua, y las luces cálidas de las ventanas hablan del calor de colchones ajenos.
Podría estar triste, pero no lo está, porque a esas horas aún no existe la realidad; las personas andan por ahí llevando el calor de sus sueños en sus espaldas. A esa hora de la mañana, aún está permitido dudar de la realidad, aún está permitido ser quienes siempre hemos querido ser. Quizás por el frío, quizás por la luz; es como si nos diesen la oportunidad de cambiar las cosas, sólo en lo que tarda en salir el sol, en lo que se tarda en llegar al destino, y continuar con nuestra vida, reafirmando quienes llevamos siendo desde siempre. Olvidando qué hemos soñado esa noche.
El colchón caliente deja las sábanas revueltas, tibias... que casi parece que hasta respiran.
Pero ella ya está en la calle, pisando las baldosas húmedas. Y la habitación en la que estaba hace unos minutos ahora está oscura, bañada por las sombras del azul pálido de las mañanas que amanecen en otoño.
Ella camina, y aún el cielo no se ha decidido si amanece o no.
Los caracoles cubren todo el camino, y ella salta las baldosas para no pisarlos.
La ciudad entera, dormida, parece una maqueta. Las calles parecen sumergidas bajo el agua, y las luces cálidas de las ventanas hablan del calor de colchones ajenos.
Podría estar triste, pero no lo está, porque a esas horas aún no existe la realidad; las personas andan por ahí llevando el calor de sus sueños en sus espaldas. A esa hora de la mañana, aún está permitido dudar de la realidad, aún está permitido ser quienes siempre hemos querido ser. Quizás por el frío, quizás por la luz; es como si nos diesen la oportunidad de cambiar las cosas, sólo en lo que tarda en salir el sol, en lo que se tarda en llegar al destino, y continuar con nuestra vida, reafirmando quienes llevamos siendo desde siempre. Olvidando qué hemos soñado esa noche.
miércoles, 20 de junio de 2012
Lecturas de verano
Pensé que si leía todos los libros que estuviesen a mi alcance, algún día conseguiría ser una buena escritora.
Necesitaba historias, pero lo único que quería era hacer sentir calor a la gente por dentro. Que cualquiera que me leyese supiese que no estaba solo.
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas
lunes, 18 de junio de 2012
Tormenta de verano
Tormenta de verano, para uno, por favor.
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas
sábado, 16 de junio de 2012
Se aceptan recomendaciones
A veces, los libros, me hacen sentir más de lo que sentiré en mi vida.
Entonces me siento enferma, vacía y mareada. Es como si lo que está escrito adquiriese forma en mi mente. Doy vida a lo que leo.
Y entonces todo es posible, lo bueno y lo malo.
Creo que si escribiese un libro, sería sobre cosas buenas, porque lo malo es hermoso, pero ya hay bastante sufrimiento y pesimismo en el mundo.
Tengo ganas de un libro de esos de recuperar la fe en la humanidad.
Nada de estoicismo, soledad y dolor.
Nada de "salir adelante".
Un libro que sólo sean cosas buenas, cosas que salen bien, porque no existe lo malo.
Se aceptan recomendaciones.
Los libros tristes lo son porque reflejan la realidad que todos intentamos esconder; esa realidad que te asalta en mitad de la noche, cuando crees que está a punto de alcanzarte el sueño.
Son las palabras que dan nombre a los sentimientos que enterramos en la parte trasera del jardín.
Entonces me siento enferma, vacía y mareada. Es como si lo que está escrito adquiriese forma en mi mente. Doy vida a lo que leo.
Y entonces todo es posible, lo bueno y lo malo.
Creo que si escribiese un libro, sería sobre cosas buenas, porque lo malo es hermoso, pero ya hay bastante sufrimiento y pesimismo en el mundo.
Tengo ganas de un libro de esos de recuperar la fe en la humanidad.
Nada de estoicismo, soledad y dolor.
Nada de "salir adelante".
Un libro que sólo sean cosas buenas, cosas que salen bien, porque no existe lo malo.
Quizás me siento demasiado identificada con lo que leo.
Se aceptan recomendaciones.
Los libros tristes lo son porque reflejan la realidad que todos intentamos esconder; esa realidad que te asalta en mitad de la noche, cuando crees que está a punto de alcanzarte el sueño.
Son las palabras que dan nombre a los sentimientos que enterramos en la parte trasera del jardín.
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas
domingo, 10 de junio de 2012
Homesick
Sabes que no es así,
pero no puedes evitar sentirte desplazada de todo.
Que en el fondo, cuando llegas a casa, parece que no hay nadie que quiera escuchar qué tal te ha ido el día...
pero no puedes evitar sentirte desplazada de todo.
Que en el fondo, cuando llegas a casa, parece que no hay nadie que quiera escuchar qué tal te ha ido el día...
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas
Como las golondrinas
A veces pienso hacia dónde voy.
Si no seré mejor en el camino que nadie, porqué recorrerlo, junto a millones de personas que, como yo, van sin ir a ningún lado.
Me canso del reloj, me canso de las noches, me canso de ser solo esto.
Una persona más en el camino. O una menos.
Que todo fluye, el mundo es reponible, pero cada individuo es irreponible,
como las golondrinas.
Al final lo que importa es que vuelvan, aunque no sean las mismas nunca más, siempre tendrán el mismo color.
Así son las aguas del río,
así, esto que se nos pone por delante:
sigue tu camino y no mires a quién,
porque si miras, quizás te des cuenta de que no eres tan diferente al resto, y que no pisas un camino que no haya pisado antes alguien.
El mismo camino, pero distinto.
Así son las aguas del río,
como las golondrinas.
Si no seré mejor en el camino que nadie, porqué recorrerlo, junto a millones de personas que, como yo, van sin ir a ningún lado.
Me canso del reloj, me canso de las noches, me canso de ser solo esto.
Una persona más en el camino. O una menos.
Que todo fluye, el mundo es reponible, pero cada individuo es irreponible,
como las golondrinas.
Al final lo que importa es que vuelvan, aunque no sean las mismas nunca más, siempre tendrán el mismo color.
Así son las aguas del río,
así, esto que se nos pone por delante:
sigue tu camino y no mires a quién,
porque si miras, quizás te des cuenta de que no eres tan diferente al resto, y que no pisas un camino que no haya pisado antes alguien.
El mismo camino, pero distinto.
Así son las aguas del río,
como las golondrinas.
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