A veces pienso hacia dónde voy.
Si no seré mejor en el camino que nadie, porqué recorrerlo, junto a millones de personas que, como yo, van sin ir a ningún lado.
Me canso del reloj, me canso de las noches, me canso de ser solo esto.
Una persona más en el camino. O una menos.
Que todo fluye, el mundo es reponible, pero cada individuo es irreponible,
como las golondrinas.
Al final lo que importa es que vuelvan, aunque no sean las mismas nunca más, siempre tendrán el mismo color.
Así son las aguas del río,
así, esto que se nos pone por delante:
sigue tu camino y no mires a quién,
porque si miras, quizás te des cuenta de que no eres tan diferente al resto, y que no pisas un camino que no haya pisado antes alguien.
El mismo camino, pero distinto.
Así son las aguas del río,
como las golondrinas.
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