Creo que tú y yo nacimos abrazados.
Antes de ser nada,
éramos dos que se encontraron en la oscuridad,
y se agarraron fuerte.
Era como no estar solo nunca más.
Aunque solo hubiese abismo
y estrellas muriendo y naciendo.
Y después del fuego y la luz,
despertamos solos,
con frío
y perdidos.
Teníamos el fantasma del pasado
entre los delos.
Y el recuerdo del abismo
sobre los talones.
Nacimos abrazados y separados.
Sintiendo frío en cada noche
apartados del camino.
Recordábamos haber olvidado,
la conciencia del vacío.
Nunca tuvimos casa,
hogar.
Nunca ese sitio
para cuando vuelve la noche
y flaquean las fuerzas.
Solo piedras bajo el cielo
en las que esperar,
con los ojos abiertos,
los demonios que nos vienen a reclamar.
Tenía luces enredadas en el pelo,
para ser un faro de los espectro.
Tú llevabas la luz guardada en el pecho,
derramándose a través de tantos,
tantísimos agujeros.
Te vi,
me viste.
Y creo que nacimos abrazados,
con el recuerdo de haber perdido al otro
en alguna parte del camino.
Desde entonces
y para siempre
tu casa es la mía.
Allá donde tengamos
estas pequeñas luces
que nos recuerden
que ganamos.
jueves, 29 de mayo de 2014
lunes, 26 de mayo de 2014
just breathe
Dicen que cuanto más cerca estás de la luz
más grande es tu sombra.
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas
sábado, 24 de mayo de 2014
Un guiño furtivo
Del día menos pensado a cuesta abajo y sin frenos.
De que se me pasaron los años
entre las manos
y tengo esos sueños
proféticos
en los que los muertos
son más felices sin saberlo
y los vivos
tienen esa bruma de la memoria
que solo se despeja al despertar
y ser dos,
o más, si contamos las manos.
De dormir abrazados al espalda contra espalda
y volver de nuevo al camino
empedrado y apedreado,
donde nos perdimos
y nos conocimos.
De reproches y derrotas
a no ganar nunca nada
y ser los buenos para nunca.
Y aún así encontrarnos,
acarreando las piezas
de lo que nos quedaba de existencia.
Enterrando los cadáveres
de aquellos que no merecían una despedida.
Dejando que esos muertos
no sepan que lo están.
Sentimos compasión y culpa,
que es lo más grande que puede sentir el inocente.
Igual que son las más grandes cadenas
que pueden someterle.
Del día menos pensado
al "ven y dame un abrazo".
Pasamos de gritarnos porque nos dolía querernos
a viajes de autobús eternos.
Sigues teniendo esa sonrisa
que solo aparece algunas veces,
justo el momento después
del choque.
De que se me pasaron los años
entre las manos
y tengo esos sueños
proféticos
en los que los muertos
son más felices sin saberlo
y los vivos
tienen esa bruma de la memoria
que solo se despeja al despertar
y ser dos,
o más, si contamos las manos.
De dormir abrazados al espalda contra espalda
y volver de nuevo al camino
empedrado y apedreado,
donde nos perdimos
y nos conocimos.
De reproches y derrotas
a no ganar nunca nada
y ser los buenos para nunca.
Y aún así encontrarnos,
acarreando las piezas
de lo que nos quedaba de existencia.
Enterrando los cadáveres
de aquellos que no merecían una despedida.
Dejando que esos muertos
no sepan que lo están.
Sentimos compasión y culpa,
que es lo más grande que puede sentir el inocente.
Igual que son las más grandes cadenas
que pueden someterle.
Del día menos pensado
al "ven y dame un abrazo".
Pasamos de gritarnos porque nos dolía querernos
a viajes de autobús eternos.
Sigues teniendo esa sonrisa
que solo aparece algunas veces,
justo el momento después
del choque.
...y es como un guiño furtivo,
en mitad de la multitud.
Me miras.
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