miércoles, 12 de octubre de 2022

Ciclos lunares

Un ejército de Lisístratas quebradas

de Casandras y Ofelias

Cada una con su historia bordada

en los jirones que han quedado

sobre sus cuerpos de trapo,

usados.


Legiones de mártires

posan sus manos 

sobre el abismo

de sus cavidades torácicas,

pechos saqueados.


Las que se quedaron

no sueñan, no sueñan,

no respiran siquiera,

apenas  se mueven.

Envidian a la mujer de Lot,

quisieran encontrar el valor

de volverse, 

mirar desafiantes a los ojos de Dios,

y convertirse en estatua de sal.


Las que huyeron

arrastran al viento,

enredadas en el pelo,

pieza de puzles que no encajan.

Una nomenclatura agotada.

La ropa húmeda y pesada

del lodo negro, de los gritos

o silencios

de las ruedas de tortura infinitas y oscuras

de los ciclos de la luna 

cuya miel es siempre amarga.


Todas tienen en común

una historia a trompicones,

la voz que les falta

para ponerle nombre

a sus años de tierra

sobre sus cuerpos aún tiernos.


Todas tienen en común 

una historia bajo la piel

y fuego en su lengua silenciada,

un manual que no refleja

su viaje de ida y vuelta

por las dunas del desierto.


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