El presente golpea
con la fuerza de la gravedad del tiempo
una entropía inexorable
valiente
si existe valentía en la corriente
o en la fuerza de un tornado.
Son estas orillas
estos horizontes
naranjas,
dorados.
Últimos días de verano.
Un refugio de libros,
el ruido de campanas.
Siempre hay un faro,
siempre un campanario.
La vida de la calle,
el ruido del espacio
mudo,
expectante.
Hay un banco a la sombra
de una sombra.
Un día de los últimos estertores estivales.
Esa casa no es mi casa,
pero yo sigo siendo yo.
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