lunes, 27 de abril de 2009

Viejos amigos

El domingo, tras la tormenta de la noche anterior, amaneció dorado sobre los altos tejados de aquella iglesia que se erguía, orgullosa, sobre un pueblo aún demasiado joven para comprender la magnificencia del arte de las catedrales.
El obispo se relamió de los labios la mermelada del desayuno. No era profeta ni oráculo, pero sabía su final.

Antes de que pudieses tratar de chantajear con una mirada a quien, en otro tiempo había sido un viejo amigo, la daga atravesó su sotana, su carne blanda, su fe quebrada y el poder divino.
El férreo poder de Dios cayó con el cuerpo inerte del obispo.
Y el guerrero de ojos de plata líquida, su viejo amigo, limpió la daga con la túnica de una de las monjas que gritaba entre horrorizada y eufórica, y siguió su camino, de vuelta a casa.



You're so easy to read but the book is boring me.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando se cansa del abuso de la amistad, los limites mentales se convierten en soledades reales.

Todo aquello que es facil, termina por aburrirnos!!

Ángel ^^