martes, 18 de marzo de 2014

Agua

Le hicieron tantos agujeros
que el viento se le coló por dentro.

Nos metíamos en el agua para respirar,
como el gran pez,
que lo era, a pesar de todas las cicatrices,
simplemente porque no se dejaba pescar.

Y de no dejarnos pescar,
acabamos solos
y picando todos los anzuelos
de aquellos que querían
llevarse el mérito de haberte logrado.

Te hicieron tantos agujeros
que ya no eran para respirar,
sino por los que se te escapaba la vida.
Y supiste que morirías,
y sonreíste esperando;
a quien saludaba y preguntaba:
¿qué tal?
siempre:
bien.

Hasta que llegó lo peor que le puede pasar
a quien ha asumido que no hay más futuro:
la esperanza.

Y entonces todos los monstruos
que tenían que devorarte y hacerte nada
deben ser abatidos,
porque ahora hay salida donde antes había abismo.

Los escudos no estuvieron nunca más que en nuestra mente,
y nunca fueron tan fuertes como cuando supimos
que los límites los poníamos nosotros.

Y sumergidos,
como peces grandes que nunca se iban a dejar pescar,
te miré
y fue exactamente como todas las veces:
como si fuera la primera vez.

Tenemos toda la vida para arreglar
toda una vida.
Tenemos un camino y ningún lugar
tan importante como ahora.

Te tengo a ti.
Y no necesito más.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Algunos caemos en el silencio al ver llegar el fin, así nada más ahogado en la fe de un sentimiento.

Callar abrumado como despedida cercana,
Esperanza maldita aferrada al adiós.

Anónimo dijo...

Algunos caemos en el silencio al ver llegar el fin, así nada más ahogado en la fe de un sentimiento.

Callar abrumado como despedida cercana,
Esperanza maldita aferrada al adiós.