Entre aquel primer San Juan
y estos años separados
se erige un abismo de ausencia
y apenas un parpadeo.
Años de cicatrices en casas deshabitadas
y apenas despertar y contarte mi sueño.
De entre todas las cosas
celebro haberte encontrado
cruzarnos en un semáforo
siendo los de hace tanto
y apenas un parpadeo.
Celebro que no te quebrase
el azote del viento
que no te convirtieses
en un número anónimo
Celebro tu sonrisa
y tu cuerpo cálido en los días
que Kafka denunciaba.
Celebro que vuelvas a casa
como viajero o residente
en las noches más frías del invierno
Encontrarnos hace años
y darte libros de Nothomb
como son ahora
Starobinets, Hill o Matheson.
Entre entonces y ahora
un abismo no más grande
que un sábado triste
Una familia nueva
un hogar
un ejército de gatos.
Plantas que resisten
Los envites del invierno
no se quiebran,
no se rinden,
tienen quien las cuida,
quien asoma su cabeza
por encima de sus tiestos
y sonríe, y se preocupa
nadie queda atrás en este barco.
Entre las hogueras de ámbar
y hoy,
una vida en suspensión,
una vida que ha empezado
ni inmaculada ni indemne
pero vestida de domingo,
con el pelo despeinado
y una sonrisa radiante
como si no hubiesen pasado
los (d)años que pasaron.