Quería acabar el libro antes de que la nueva edad comenzara a parecerme demasiado lejana. Y, tratándose de Nothomb, aquella era una condición que no me costaría cumplir.
Quise dar por concluída mi labor antes de volver a casa, y por ello, duplicando mi tiempo de vuelta, leí mientras caminaba, dando gracias al cielo por no morir atropellada.
Como con cada libro de Nothomb, leí la última línea, que por costumbre ya había leído antes incluso de empezar el libro, lo cerré casi con solemnidad y esperé a subir las escaleras, a la densidad de mi habitación y mi música para permitirme llorar por, de nuevo, una historia que no era la mía.
"-Te quiero.
La pregunta es, ¿me quieres tú a mí?"
Sí, que siempre he sabido leer el pensamiento, dime tú, si te repondo que no, ¿qué haras?
¿Qué quieres que diga, que nunca has luchado por mí porque yo quise que nunca tuvieses que sufrir... nunca hacerte sufrir? Y resulta que esto es lo que me mata. Que no sé por donde empezar. Y tú no puedes luchar y ponerme de causa.
5 comentarios:
solo quiero oirte hblar... no pido nada mas
hay momentos en los que se debe pensar en sí mismo antes que en los demás, es un derecho que deberíamos ejercer al menos una vez al día
Regla número XX: Al menos una vez al día haz algo por y para tí.
empezar se empieza desde el principio...
y cuidado con el tranvía!
Tenía que haber secuestrado a ese cúmulo de hojas...
Yo también leo la última frase antes que el resto del libro =)
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