lunes, 23 de agosto de 2010

Sobre fondo blanco


Te preguntas si en tu edificio habrá alguien despierto. Qué estará haciendo.
Ya no dices nada, no te atreves, no desde tan lejos.
Suspiras.
Te gustaría encender una lamparita y leer, pero las historias de antes; de años atrás.
Quizás prepararte un té. Y, en lugar de eso, vas a la cocina y bebes agua fría, muy fría, directamente de la botella.
Una parte de ti (la mayor) le tiene miedo a las distancias. Ésas de tren, de pasos, entre el 0 y el 7, minutos, palabras. Es lo mismo. Son todo abismos que se abren frente a mí.
Y no de esos abismos de oscuridad o lava ardiente, no, son blancos, vacíos; tienen tan poco que ofrecer que ni siquiera aportan la muerte en la caída, el fuego, la roca. Ni siquiera la calidez de la luz en su interior.


Siempre me ha dado miedo saltar, caerme. A pesar de que me gusta que me cojan en brazos.

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