viernes, 9 de agosto de 2013

Soul

Le dije "quédate".
Y sonrió.
El sentimiento jamás se fue.
Igual que una cicatriz;
las hay tristes
y con finales felices.
Que lo que duele nunca es la herida
sino la caída.
Y hay marcas en el cuerpo
que se hacen con la lengua
con los ojos
con caricias noctámbulas.
Como cuando alguien guarda tu sueño
como cuando duermes mejor
si tienes quien te consuele de las pesadillas.

Le dije "quédate"
y se hizo de día.
Y el mar siempre saludó con la mano;
aún me debe un revolcón.
Y jamás se fue,
igual que estos tatuajes
que quieren decirnos algo
y a veces se nos olvida qué.
"Sigue andando"
estás arriba
o estás abajo.
Lo importante es
recordar la urgencia de actuar.

Y se hizo de día,
y subió la marea.
Y a mí me daba igual,
porque todo merecía la pena
cuando el coraje te saca de la jaula
y empiezas a sentir las alas
que quieren volar
solo para poder regresar al hogar;
que no le veo otro uso a la libertad
que el de poder ascender y,
siendo parte del cielo
decidir que lo que quieres es una sonrisa
en la que habitar.
Por eso esta tinta que recorre mi piel,
estos pies que,
aunque la cabeza se eleve,
tocan el suelo.
Y las manos que se agarran fuerte
para que todo lo que traigo de otro mundo
pueda derramarlo en este.

Llámalo magia,
llámalo X.
Estamos aquí para hacerlo mejor,
para dar todo lo que nadie nos dio,
o precisamente aquel privilegio
que un día tuvimos
y ahora estamos en deuda
para con la felicidad.
Para luchar en cada campo de batalla
como si fuésemos inmortales.
Para tener el valor de la dama
de Shalott
y bajar de la torre
a navegar,
porque vivir encerrados
encerrándonos
es lo que nos mata
y nos condena.

El valor de vivir,
el valor de volar,
el valor de mojarse,
de dejar caer el escudo
y seguir adelante.






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