Está hecho febrero de sol y de frío
de atardeceres azules,
de casa en penumbra.
Trae marzo enredado en el pelo
con sus flores del cerezo
dispuestas a morir
por la belleza del mundo.
Está hecho febrero de sol y de frío
de atardeceres azules,
de casa en penumbra.
Trae marzo enredado en el pelo
con sus flores del cerezo
dispuestas a morir
por la belleza del mundo.
Creí tus mentiras
casi tanto como te las creíste tú
Querías sentir un latido en tu pecho hueco
y un torbellino en tu cabeza templada
una piel nueva en tus manos viejas
Y nos enredamos en una madrugada
como dos cables de alta tensión
que buscan chocar y quemar
De las palabras quedan recuerdos nublados
el fantasma de un beso en la piel.
Colisionamos y de las chispas surgió la promesa vacía
de abrazos
de besos
del fin de una soledad invernal.
Creí en aquel momento efímero
casi tanto como tú quisiste que no hubiese existido
mientras me coges la mano para que no me vaya
y me niegas con los ojos la palabra.
Caí esclava de ese juego
atrapada en lo que no fue y pudo ser
en tu promesa de ceniza
en tus labios de fuego.
Hubiese muerto en este frío,
reanimada cada vez que mi alma emprendía el vuelo
para que no me alejase de ti.
Me agarras y me apartas
Me echas tanto de menos
en la distancia.
Pero no soy, no fui y no seré.
Creí las mentiras que tú creías
y seguiría con el pelo enredado entre tus días
de ausencias infinitas
si no hubiese encontrado
el camino
de vuelta a casa.
Ahora solo quedas tú para creer,
para echar de menos desde lejos
para revivir o matar este amor que no fue
que pudo ser
que no será.
Huyo en la madrugada,
al alba,
en silencio.
Si estuvieses aquí quizás te desvelarían mis pasos
mis lágrimas de Eurídice fugitiva
Pero no estás
y cuando vuelvas,
buscando la mentira que creaste, que creíste,
encontrarás unas sábanas heladas
la promesa de un cuerpo que ya no es.
Soy experta en clavarme puñales en lo más hondo del pecho,
en tomar la salida fácil de la muerte
en ser mártir por no ser viva.
Huir por no caer,
morir antes que afrontar la vida,
revestir de oro la cobardía y el miedo.
Experta en autosacrificios por no encarar derrotas.
Puedo sangrar si no tengo que perder.
Pero sale la luz,
por encima de las nubes siempre abrasa el sol.
El valor a veces consiste en creer y crecer
en confiar y aceptar.
Fallar y levantarse,
coger unas manos cálidas
tener fe
encontrar la esperanza.
No soy un fue, un será ni un es.
Soy el canto de la tórtola que ha vuelto a casa
soy el amanecer temprano con su luz tenue y blanca
la luna inmensa en un cielo pálido.
Soy el sol que anuncia la primavera
y el fondo de un lago oscuro y frío.
Soy la nieve que no ha sido
y el fuego en la cima.
Soy dos ojos que quisieron ser estrellas en la noche
y resultaron en desastres
trampas mortales
hechizos de herencias familiares.
Soy el fantasma de una luna que se fue,
la piel fría y las manos trémulas
en busca siempre del calor y la vida
de otra piel.
Soy una ilusión, una sombra, un recuerdo,
la ficción hecha carne
el resultado de conjurar un sueño
y el fallo alquímico.
Soy,
como la superficie del agua,
una y todas.
Toda la vida tratando de ser
una luz en el cielo
una barca en el mar
unos ojos en la multitud
Y soy
una estrella que se muere
y lleva en su estela cien flores perennes
y en el pelo suelto enredados todos sus sueños.
Y soy
una barca a la deriva
en la que entra el agua de las olas bravías
en la que yazco, eternamente dormida.
Y soy
unos ojos anegados
que guardan las lágrimas en mitad de una noche de luces y humo
que buscan desesperadamente un pozo en el que enterrarse y morir.
Puedo ser apresada con la promesa de una promesa
puedo ser atada con una mirada y cien espaldas
he jurado poder morir de frío y felicidad
Pero sigo siendo estrella y barca y ojos.
Y solo mantengo mis grilletes por su brillo y abrazo.
Sacudiré la escarcha y las cadenas y saldré al sol de primavera
cuando el pecho florezca
y me llame el cerezo.
¿Dónde existe el amor que se dice pero no se siente?
¿Qué esperanza de vida tienen los vástagos desvalidos de las palabras y las certezas
sin el calor de la piel y la luz del sol?
Si no puedo sentirlo,
no es real o no importa que lo sea.
Como el fuego que ni ilumina ni calienta
¿qué es más que un nombre que hiere por su ausencia?
Dices que me quieres
pero no dices dónde.
En las tardes de un domingo o en un abrazo por la espalda.
No encuentro ese amor del que hablas
o no ha existido
o se ha perdido.
Puedo llorar toda la noche
tratando de invocar aquello que existe
pero como la fe
no puedo tocar ni ver.
No puedo crear ni reanimar
aquello que no me pertenece.
Sobre mis alas, sobre mis llagas,
sobre mis sueños y mis palabras
tengo poder.
Todo lo demás,
lo que descansa y vive y muere fuera de mis dominios,
solo existe cuando puedo sentirlo
y guardo silencio
contengo el aliento.
No siento el latido
del otro lado del mar.
Fuera del ritmo frenético de los días
lejos del sol y las flores
con los pies sobre la tierra húmeda
y el pelo queriendo huir hacia el cielo
respiro
tirito
soy y no soy
existo
en el espacio de esta vida
y construyo
en los huecos de los sueños
de mi mente hacia fuera
me acuerdo de vivir
me acuerdo y dejo que me arrastre
esta corriente de agua
de cielo
de noche
de luz
vaya a donde vaya
(la vida)
allí también estaré yo.
Cae la noche o se eleva el día
lo mismo da
soy un animal nocturno
que bebe la vida del sol.
Tengo el fuego en la sonrisa
busco estrellas con los ojos
hablar sin palabras
un camino sin salida.
El mar tiene su llamada de arena
un último viaje migratorio
para ver las fases de la luna
y entregar mi piel
mi voz
mis sueños
a la promesa de una noche de verano
donde esté yo simplemente
esperando
como siempre he hecho.
Voy a tejer una historia
que añadir al tapiz de mi vida
lleno de nombres y cuentos
mil y una noches
porque sueño
y no lo estoy.
en mitad de la luz
entre destellos de rojo y blanco y azul
caen lágrimas que nadie verá
quiero morir
puedo sangrar en esta soledad
puedo morir
sigo
para cuidar de los durmientes
sigo
porque nada vale nada
les cojo de la mano y los meto en sus camas
en la oscuridad de la madrugada
no tengo heridas
no tengo alas.
podría simplemente
desaparecer
nadie vale nada
y se fragua la certeza de la muerte
algún día
alguna madrugada
en la que
en silencio
nada valga nada.
Sobra espacio en este frío
no me gusta el invierno
ni dormir en esta oscuridad
sin más latido que el mío
sin una piel cálida que me recuerde
respirar.
Tengo todas estas palabras
que se me desbordan por los ojos
en mi mirada hay una súplica inefable
y muere en la oscuridad de esta noche
en el silencio entre mis latidos
en el espacio de este frío.