Creí tus mentiras
casi tanto como te las creíste tú
Querías sentir un latido en tu pecho hueco
y un torbellino en tu cabeza templada
una piel nueva en tus manos viejas
Y nos enredamos en una madrugada
como dos cables de alta tensión
que buscan chocar y quemar
De las palabras quedan recuerdos nublados
el fantasma de un beso en la piel.
Colisionamos y de las chispas surgió la promesa vacía
de abrazos
de besos
del fin de una soledad invernal.
Creí en aquel momento efímero
casi tanto como tú quisiste que no hubiese existido
mientras me coges la mano para que no me vaya
y me niegas con los ojos la palabra.
Caí esclava de ese juego
atrapada en lo que no fue y pudo ser
en tu promesa de ceniza
en tus labios de fuego.
Hubiese muerto en este frío,
reanimada cada vez que mi alma emprendía el vuelo
para que no me alejase de ti.
Me agarras y me apartas
Me echas tanto de menos
en la distancia.
Pero no soy, no fui y no seré.
Creí las mentiras que tú creías
y seguiría con el pelo enredado entre tus días
de ausencias infinitas
si no hubiese encontrado
el camino
de vuelta a casa.
Ahora solo quedas tú para creer,
para echar de menos desde lejos
para revivir o matar este amor que no fue
que pudo ser
que no será.
Huyo en la madrugada,
al alba,
en silencio.
Si estuvieses aquí quizás te desvelarían mis pasos
mis lágrimas de Eurídice fugitiva
Pero no estás
y cuando vuelvas,
buscando la mentira que creaste, que creíste,
encontrarás unas sábanas heladas
la promesa de un cuerpo que ya no es.
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