jueves, 29 de enero de 2009

The art of self-destruction


Tú sabes de lo que hablo cuando te digo eso de que ver dos espaldas desnudas, a la calidez de un edredón, en febrero, me producía un ataque de lágrimas tibias.
Cuando te cuento que hay días en los que jamás supo tan bien la suavidad de un beso.
Sabes lo que es.
Y la rabia que se acumula en la garganta cuando algo sale mal, la angustia que se mece sobre nuestras rodillas si se enreda la palabra y me enfado, y me enfado. Entonces corro, y a los tres minutos, a los cinco pasos, ya me he arrepentido, de espaldas al sol.

Y supongo que intuyes cuando te hablo del arte de la destrucción. Del olor de un campo de fresas eterno, surcando el cielo en primavera.
Hablo de esos días de castigos y pensamientos. Hablo de tortura y el arte del suicidio.
Cuando todo escapa del crítico control, sin darme apenas cuenta, cuando caigo en mi propia trampa y soy absorbida por el remolino. Y juro y perjuro, ensuciando mi palabra.

Cuando me siento insegura, y sé que mi fe es débil. Y sé que mis manos no tienen la fuerza suficiente para sujetarme-nos.
Entonces me pongo a elaborar reglas estúpidas, que te encierren en un mundo de tizas de colores.
Un mundo que sólo recuerdo yo. Y apenas.


Regla número XVI
"Si quieres ganarte a un chico, gánate primero a todas las amigas de su novia [y a su novia después]"

2 comentarios:

.A dijo...

si ese mundo se va desvaneciendo .... tal vez sea por que poco a poco deba olvidarse

Inédita dijo...

recordaba este blog ...de otro color..

mi princesa u.u