Una pequeña muerte tres días antes de la luna llena.
Se diría que fue un crimen premeditado,
que quizás no podía haber sido de otra forma.
Todos queremos algo bonito,
como una canción,
o unas palabras,
o una luna llena.
Una victoria.
Todos necesitamos ese estremecimiento,
de la columna a la punta de los pies;
luego, de nuevo,
de vuelta a la columna,
para acabar en la cabeza,
huyendo por los labios.
Los vecinos dicen que siempre saludaba,
que era el padre perfecto, la esposa ideal...
Y ahora, en sus salones,
viejos,
decorados hace más de treinta años,
todos piensan que quizás así debía de ser,
que nunca estamos seguros del todo
y siempre puede sucedernos a nosotros,
aunque esas cosas siempre
les pasan a otros.
Que todos podemos ser víctimas de un crimen
una noche cualquiera,
un amanecer cualquiera,
días antes de la luna llena.
Porque todos necesitamos ese estremecimiento,
que sacude nuestro mundo
y sacude nuestro cuerpo
y nos mata siempre un poco,
dándonos una vida diferente.
2 comentarios:
Jajaja los vecinos dicen que siempre saludaba xDD
Nunca entenderé los porqués de esos sucesos, así es el azar de la realidad.
:(
Publicar un comentario