domingo, 25 de agosto de 2013

Tequila en vena.
El calor de un verano en Madrid.
La soledad de un salón lleno de amables desconocidos.
Un vestido que sobra.
Y ganas de entrar en la ducha a mojarse y gritar.

Saber que el daño no va a parar nunca.
Estos espejos hirientes.
Esta enfermedad bajo y sobre la piel.
Odiarse.
Gritarle a tu reflejo. Reprocharle.

Sentir que no eres suficiente.
La peor voz dentro del pecho
y aún así arreglar el puto mundo.
Querer ser algo mejor.
Por alguien.

Duele y cauteriza.
Te levantas y no llegas a tiempo.
A curar.
Con el pecho al descubierto,
pretendes dar lecciones de vida.

Buscar el amanecer en las rendijas.
Encontrarse cara a cara con la arena,
con la vida.Y darle explicaciones,
pedírselas:
Sálvale.

y yo ya me salvaré a mí.

1 comentario:

Hec dijo...

Nunca pidas explicaciones. Tampoco las des. La vida no entiende estos términos y las personas importantes no los necesitan.