En la ducha, exhalando los vapores como un líquido veneno que inundaba sus pulmones, pensaba en la conquista del mundo, intentando evitar así preocuparse por el aspecto de sus dedos, más morados que humanos.
No le gustaba el color del cielo, no estaba conforme con el olor del mar y el sol del mediodía le quemaba el paladar.
Y sus manos estaban siempre frías.
Además, sabía que cuando muriese, nadie tendría nombre que tallar en su lápida.
Como mucho un número... Una espiral.
...have too many names for me.
3 comentarios:
Somos seres anonimos, perdidos entre el aleteo de una libelula, intentando cambiar y hacer la diferencia.
Aunque en ocaciones muchas almas crean tener el poder de etiquetear la libertad de nuestras ideas.
Mucho dolor y soledad, pero bien canalizados en estos parrafos.
Angel!!
siempre hay algo que hace que destaque..
yo sé tu nombre.
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