Siento la cabeza pesada,
el pelo enredado entre las ramas del invierno.
Siento la piel anhelante
del olor del sol, del calor.
Tengo el cuerpo bajo el agua
asoma un sol radiante
y contengo el aliento.
Son días de manto oscuro
de tener el corazón y el cuerpo
lejos.
Me aferro a esta luz
al extremo de esta sábana
a unos ojos que me abrazan.
Me mece la promesa estival
de lentos anocheceres.
Descanso.
Descanso.
Dejo que cure el sol,
que me bese,
que me abrace.
Pasan estos días
de sombra y letargo
y despierto a la llamada de las flores.
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