martes, 12 de abril de 2022

Piedras y sol

Benévolo cielo

viento cruel


Es, para nosotros, el invierno

la estación de la noche

del tren

del desvelo. 


Manos frías

ojos ardientes

ascuas que persisten

que resisten

insisten

en su empeño,

sobreviven.


Un sacrificio sobre la piedra de sol

la misma que otras noches fue locura

aullidos a la luna

un eco silencioso. 


Tendidos, bajo el cielo,

sobre el hielo,

escuchamos un latido

nunca-más-herido

la llamada del verano

la piel que sabe y huele

a la luz de mayo.


Brasas de enero,

ropa tendida del otoño 

para encender un fuego

para aplacar en la tarde moribunda

los recuerdos.


Las heridas tienen forma  de heno

pero arden como la sangre sobre el agua

se expanden

crean una llamarada

un alarido

un bramido.


Y después, silencio.


Curan las lágrimas

cura la luz estival

el relámpago de junio


curan 

el calor

y las palabras.



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