viernes, 30 de mayo de 2008

Eating Sunflowers



Allá, lejos, donde no pueda ver nada más que el histérico amarillo de las flores del sol. Donde el tiempo quede suspenso y se me prohiba pensarte, o llorar sobre el campo virgen, demasiado joven para degustar unas lágrimas tan insípidas y corrosivas, como un veneno del alma.
Lejos, donde pueda ver tu silueta acercarse, y donde la tormenta no enturbie las estrellas, que me traen noticias de casa.
Pondré una cuerda de infinito a infinito, para poner a secar al sol los poemas que te hice, y dejar que se escurran las letras, y dejen su charco de tinta en el suelo.
Y abriré el paraguas cuando lluevan esos caramelos de fresa que solía robar de tu ventana, cuando no mirabas. Y yo me preguntaba si tú sabías a dónde iban a parar, que aún los guardo todos en un cajón, para tapar las marcas del corazón que vivió tanto tiempo entre lazos y cintas de colores, para envolver los girasoles que planté con semillas de gominolas en forma de corazón, pero solo las que, por defecto de fábrica, venían de dos en dos, pegados.
Arrancándote destellos de la mirada, para poder robarle sonrisas a mi alma, me quede dormida, soñando que me soñabas, cuando aún despertaba el alba, y para desayunar comíamos girasoles, porque le hacían la competencia a tu luz.

1 comentario:

Yuki, Lord Nieve dijo...

yo tambien quiero comer girasolesssss