Comenzó a caminar por la calle, creando historias que flotaban sobre los charcos. La lluvia caía con su forma de llamar la atención de todos, y su pelo comenzaba a tomar vida propia, escalando por la mandíbula, en busca de un sol que se hacía mucho de rogar.
Creó historias que la harían llorar esa noche, y cuando ya casi podía sentir el futuro planificado sobre sus labios, chocó contra un hombre alto, de pelo cano, y en silencio le dio las gracias por atarla de nuevo al mundo, antes de que la caída fuera demasiado grande
Como solía girarme cuando nos despedíamos, para comprobar que tu no me buscabas.
Como solía maldecir por hacerme sonreír como una tonta.
Como solía suspirar cuando gastaba otro deseo en pedirte.
Como deseaba olvidar guardando todos los detalles.
Deshojando relojes y desgranando margaritas.
Es que hay noches en las que no me apetece ser, estar o parecer.
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Creo que ya... no siento nada
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