domingo, 22 de junio de 2008

Sleepless nights II

A veces... es como si el mundo te diera la espalda.
Y entonces miles de pompas revientan a la vez.
Y miles de cristales cortan la misma piel.
Miles de lágrimas buscan morir.
Las olas rompen en la arena. Una tras otra.
Una tras otra.
Una tras otra.

Uno de esos cortes producidos por una carta.
Aquélla que nunca tuve el valor de enviar.
Y tan orgullosa me siento de no haberlo echo.
Para poder fingir bien. Muy bien.
Esos tan pequeños que ni se ven –Tú no puedes verlos-.
Y sin embargo se sienten.
Ya lo creo si se sienten.

Joder.
No lo sé.
Y es que, en esos días en los que la vida entera intenta saltar.
Y todo cambia. Y nunca para bien.
En esos días en los que no sabes qué hacer.
Comienzo a darme cuenta que no.
Ni ahora, ni dentro de años.
Ni nunca.
Y duele.
Duele mucho.
Duele como si no fuera a vivir nunca más.

Pero, al final, nunca pierdo la consciencia.

Sé que todo pasará.
Y se romperán mis promesas,
Y las tuyas.
Lo sé.
Que por mucho que me prometa ahora que no podré vivir más,
Todo, poco a poco, lo arrastrará la marea.
Y, mar adentro, donde no haya testigos,
Ahogara todas estas lágrimas que manchan mis recuerdos.

Ya no puedo
Simplemente se me hace difícil,
Confiar en mí,
En ti.
O en las hadas madrinas que SIEMPRE llegan demasiado tarde.

Y, al final, esfuerzos inútiles.
Sonrisas futiles.
Comenzando a correr sabiendo que no hay meta ni premio.
Que yo no soy suficiente, ni nunca lo he sido.
Que mi mejor esfuerzo era tu peor recuerdo.
Y, ya ni hablamos de las meteduras de patas y amenazar con tirar la toalla.

“Lo siento”.
¿El qué?
“Todo”.

Y… dios.
Yo también lo siento.
De verdad que… ya está.
Ésa es la frase:
Ya está.
Ya… ya no quiero creer en nada.
Nunca más.

Cerrar los ojos.
Fuerte.
Muy fuerte.
Prometer que no es por ti.
Ni por nadie.

Solía releer palabras.
Ésas que, poseían dos caras.

1)La que yo veía: Las palabras bonitas.
2)Lo que estaba: Una disculpa. Un premio. Un consuelo.
Porque era dura la realidad.

Ahora… no sé que hacer.
Ni como amanecerá mañana.

Hoy tampoco pienso dormir.
Quizá llore. De hecho estoy llorando.
Rompiendo mi promesa.
Lo siento –yo también-.
Que otros no rompan las suyas, eh?

No queda fe.
Ni intentos –de eso nunca hubo.
Fe sí me sobraba. Bueno, sí queda.
Un poco, sólo un poco.
Por si acaso.
No vaya a ser que desista y alguien –ésa persona- asome sus narices por donde yo ya no estoy.

Mucho puedo amenazar.
Que sigo llorando.
Porque se me acaba el aire en la jaula.
En la que te espero.
Todavía.
Porque prometí que te enseñaría a vivir.
Tú no dijiste que llamarías.
Ni que no lo fueras a hacer.
De hecho probablemente ni siquiera sepas que te espero.
Tú no dijiste que llamarías…
Ni que no lo fueras a hacer.

Y se me acaba el oxígeno.
Y la incertidumbre de tu llegada consume la luz.
La sospecha de tu permanente ausencia roba vida de mis ojos.
Y la duda de tus palabras me las quita a mí.
Queda esa certeza que siento en mi nuca.
Respirando.
Y no me atrevo a mirar.
Que es el mensajero.
Y son sus ojos negros.
Diciendo que no has venido, que no vendrás.

Que mis juegos de profesora acaban sin un principio.
Y cómo enseñar a vivir si no lo sé ni yo.
Y, entonces qué?

Si no sé vivir de otra forma.
No puedo.
Me da miedo.
Y no es que no haya manos, es que no veo la que quiero.
Y, con mi pataleta y mis berrinches, si no tengo lo que quiero, no quiero nada.

Me hundo.

Me ahogo.

Saldré.

Pero… ¿cuándo?

Robar, robar.
Robar esperanzas. Robar historias que escribir.
Robar momentos que hago míos.
Para mirar mi album de fotos
Y sonreír recordando mentiras.
Creer que si alguien pudo, yo podré.
Que la tierra ya explorada es más fácil de pisar –y más segura.

Y, al final, siempre hubo demasiado que perder.
Yo, para empezar.
Y nada que ganar. Nada por conquistar.
Faltaron las prisas por besar la nieve virgen.
Y los nervios por el primer día de playa.
Se hacían nudos en la garganta, de ésos que engullen mis palabras.

¿Querías que lo dijera?
Esperabas algo más.
Y, ¿hubiera cambiado algo?
Da igual. Porque los bosques sólo ofrecen cobijo.
Y, suena el crepitar. La madera está viva. Se retuerce.
Nos mira.
Pero no pregunta. Porque no necesita respuestas.
No quiere oírlas.
Como yo.

La arena siente. La arena ríe.
Y su risa no es amarga, como la del viento de otoño.
Ríe como un niño. Ríe, porque no la hirió el reloj.
Porque no la hirió la sangre.
Ríe. Ríe porque no se rompe, como la piedra.
Y no se seca como los días de verano.
Más bien se tuesta. Y se vuelve de ese dorado al que poco le importa si falta el sol.

Si pudiera…
Si pudiera, todo. Y no vería nada. Porque podría.
Si pudiera robaría todas las miradas que quedaron suspensas.
Y cazaría libélulas hasta el fin del mundo, para olvidar de donde vengo.
Escribiría eso que haga cambiar el eje de la tierra.
Curaría todas las noches en vela con besos en tu frente.
Cogería todas esas manos y les prometería que todo saldrá bien.

Pronto amanecerá.
Otra noche que huye.
He roto una promesa.
No me he perdonado. No he olvidado.
He perdido mucho. He aprendido otro tanto.
No quiero saltar por un puente.
Ni dejarme morir.
No quiero luchar por mi vida.
No quiero nada.
Eso es bueno, al menos no quiero cosas malas.

Necesito recordar.
Y recordarme.
Al menos hay lucha en este mundo.
Aunque sea lucha estupida.
Y la lanza me atraviese a mí.
Aunque sangre sin heridas.
Y tú te preguntes de dónde sale tanto dolor.
Y como es posible tanto sufrimiento del vacío.

Ése es mi secreto.

Y nada cambiará.
No hoy, ni mañana. Ni para noviembre. Que juré que sería mi última vida.
Ni para dentro de un año.
No lo hará.
Y es una certeza. Que me asusta, porque ya no me duele.
Y no se si es que lo asumí o que aún no quiero creerlo.

Y es que aún no.
Todavía soy muy joven.
Para saber.
Saber lo que sé.
Que siempre es demasiado.

Jugando.
Ja!
Como si tuviera algo que recordar.
Y promesas que añorar.
Rostros que anhelar o caricias que querer, de nuevo.
Jugando.
A que alguna vez tuve. A que si fue, será.

El problema está cuando me descubro en mi mentira.
Y se suicidan los ases de mis mangas.
No hay palabras para explicar mis trampas.
Ni explicaciones para todas las palabras.

Se me ocurre que quizá todo esté en mí.
Bueno, no, lo está.
Pero, puedo vivir sola. Aunque eso ya lo sabía.
Puedo reír, llorar, sentir, soñar, dudar…
Y todo eso sin nadie a mi lado.
A pesar de todo lo que me duele no es eso. Es que hay algo que no puedo sola.
No puedo amar.
Y no podré.
No sola.
Y no quiero más manos que las que no están.
Que sí, coño, que me debe de gustar llorar.

Todo viene… y todo va.

Se me hace difícil creer la primera parte de la frase.

Como aquel ‘cuidate’.
Que era una forma lenta de concienciarme de que tú no lo harías.
Como veneno en pequeñas dosis que era más fácil ignorar.
Como una verdad intuida por la dirección del viento o una luna demasiado llena.

Acaba la noche.
Te devuelvo tu vida.
Te devuelvo tu olor y tus sonrisas.
Te devuelvo tu mano, tu mente.
Todo.
Todo lo que robé. Lo devuelvo.
Bueno, no. Me quedo algunos recuerdos, un par de abrazos.
Y, eso sí, mi lluvia de verano.

Lo he guardado todo en el armario.
Te lo daré en cuanto lo vea.
Que no es un adiós, ni mucho menos.
Simplemente, no necesito esas cosas para estar segura de mí.

Voy a salir. A ver amanecer. Que me hace un poquito de falta.
Hoy, sólo hoy.
No quiero más.
Sólo un hoy.
Uno eterno, de los largos.

Y salir con ella a ver la vida rosa.
Acazar mariposas hasta que se vuelva a hacer de noche.
Pasar las horas hablando.
Y no dormir.
Escribirnos secretos muy bajito, sabernos sin necesidad de palabras claras.
Consolarnos, apoyarnos, estar. Y, sonreír un poco.
Porque te quiero.
Y a ti, aunque no lo merezcas.
Y a ti, aunque te frustre.
Y a ti, que también intuyes, aunque sea un poco.
Porque os quiero a todos.
Y punto.

4 comentarios:

sueño de cristal dijo...

Dita sea! Patalea, lucha, muerde, arranca corazones!
No te quejos por lo que no vió, hay gente ciega, si no lo ve, diselo!
No me parece... que sufras por algo que no ocurrió si no lo intentaste con todas tus fuerzas...
Qué, es un suicidio? Parece que no pero siempre queda algo para recuperarse, aunque escuezan las lágrimas.

Suerte, tu puedes
GAMBARE!!

sueño de cristal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Yuki, Lord Nieve dijo...

se rompieron los espejos. y detras...

Valkyrie dijo...

detrás? detrás más espejos.
Y nuevas historias.
Incoherencias.
Gritos.
Dos carcajadas.
Tres.
Y ya.
Detrás una vida.