Era verano. Una tarde de verano.
A la sombra, protegiéndonos del sol, del calor y la fatiga.
Dos hielos se derretían en mi vaso, lamiendo la rodaja de limón.
Perlas del sabor del sol.
Dos fugitivos.
La sonrisa del payaso, mal hecha, a medias.
Carcajadas y bocanadas de aire. Un aire húmedo y viciado.
Niños juegan a lo lejos.
En mitad del día un cuadro macabro.
Pasa una procesión. Una silla de ruedas.
Un futuro pisoteado.
Una niña sobre la silla.
Dos ojos vacíos.
Un hielo se extingue y exhala su último aliento de agua.
El sol se jacta.
Un momento macabro. Y todo vuelve a su curso.
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A veces lo macabro se encuentra en las brechas y guiños que nos concede lo cotidiano...
2 comentarios:
un momento macabro, de una tarde cualquiera.
hay tantos momentos macabros que intentamos no ver -_-
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