Se me desbordan las palabras que no tuve el valor de decirte.
Y es que al final me he quedado sin voz.
Que todo son leyes de genética.
Lo que no se usa se atrofia.
¿Aún late tu corazón?
Hay días que pueden cambiar el curso de tu vida.
Y frases con la fuerza de huracanes.
Pero a ti no te afectan.
Y para mí siempre son a mal.
Que la tristeza me sabe a mar.
Y vuelvo a casa con arena en los zapatos.
Tras seguirte por las calles.
Y llegar a la casita de chocolate, en la que tú no estabas.
Le pregunte a la bruja por ti.
Y ella, por compasión, decidió no comerme.
Ya no queda a dónde regresar.
Desperte queriendo saberlo todo de ti.
Tus sueños, tus anhelos.
Tu color favorito.
Saber de tus noches más largas y
De tus lágrimas.
Esto va a ser del corazón,
Y es que soy estúpida.
Sé que llevaré conmigo durante mucho tiempo tu olor.
Y que tú llevarás el de otra que no soy yo.
Y ésa parte de mí que sé que no volverá.
Salir de casa llevando planeada mi vida.
Y la tuya.
Y quedarme con las palabras en la garganta,
La miel en las manos y los abrazos en el corazón.
Que nunca hay valor.
Porque nada cambiará.
Porque quise jugar a interpretar tus guiños.
Y a emocionarme con tus sonrisas.
A beber de ti y vivir contigo.
No sé con quien enfadarme.
O si odiar –te o –me.
Se hace difícil recoger los sueños del suelo.
Y me queman en la boca las frases,
Ésas que no tendrán ningún efecto sobre ti.
El sol no alcanza esta parte del paraíso.
Y hace mucho que no creo…
A pesar de jurarte que sigo deshojando margaritas.
Y malgastar deseos pidiéndole a las pestañas tu mirada.
Te juré que aquí estaría.
Y aquí estaré.
Esperando.
Y quizá, al final, algo rota de tanto llorar, no sea a ti.
Sin atreverme a tirar todos mis recuerdos.
Y tus fotos que escasean.
Y, con miedo a no tener a nadie a quien reprochar.
Si tu te vas.
Queriendo levantarte de entre los escombros.
Queriendo arrancarte una de esas sonrisas que, a su vez, me hacían sonreír a mí.
Pintando de colores inverosímiles cada suspiro,
Que escapaba de entre mis labios queriendo besarte.
Y pensando antes de dormir.
Si aparecía yo en algún sueño tuyo.
Si algunas noches te dormías pensando en mí.
O si te alcanzaba mi tristeza.
Se me desbordaban las historias de los bolsillos.
Olvidé en el metro mi corbata,
Y las confesiones colgadas del perchero, agonizan.
Puedo contar los días que me faltan con los dedos de una mano.
Y me sobran las horas si espero a la noche.
Buscando la puerta que me lleve al final.
Y un susurro que me jure paz.
Y olvidar.
Olvidarlo todo.
Hasta no sentir nada.
Un abrazo.
O cogerte de la mano.
Y sentirme diminuta.
Una estrella temblando en las profundidades de un cielo.
Demasiado oscuro.
Pediría un abrazo.
Viviendo de quizás.
Levantándome a golpe de promesas.
Y prozac.
Qué bonita palabra.
Mintiéndome.
“Hoy puede ser un buen día”
Mintiéndome.
“Hoy… tal vez”
Y el diccionario de sinónimos para que todo se más creíble.
Quizá, tal vez, quien sabe, puede…
Asustada de prometí,
Cuando tú no estabas –como siempre-,
Que los cuentos existían.
Recuérdame esas palabras.
Necesito una voz nueva que me engañe.
Que me he vedado la entrada a mi alma,
Por tramposa.
Con los cajones llenos de fotografías.
De nombres amarillentos y lazos grises.
De nubes y peces.
De caramelos de fresa.
Todo se desborda.
Todo me sobra.
Y me falta el aliento,
Y las ganas de sonreír si no es por cuentos.
Que alguien me dijo que le dijeron.
Y yo ya soy feliz.
Tengo ganas de creer en mentiras.
Y soñar verdades.
Que catalogaré de pesadillas.
Siempre llorar y nunca ayudar.
Ser el punto de vista catastrófico.
Y culpar a algún dios de mi desdicha.
Temblar por las noches.
Demasiado frío.
Tú no reaccionas.
Te miro.
Te miro.
En tu jaula de cristal. Donde el frío no te alcanza.
O sí, pero de forma diferente.
Y espero.
El día en que el sol asome.
Y… un ‘quédate’.
Una tímida mirada, que me recuerde que estoy viva –todavía-,
Que puedo soñar tus mentiras.
Que sigo sin ser nada,
Pero siempre puedo creer, si tu me pides que lo haga.
Si tu me lo pides.
Cuánto tiempo malgastaré esperando palabras.
O pintando historias sobre mi propia lápida.
A tientas.
Ya no veo.
Pinto colores en tus cartas,
Y letras en el arco iris
Se anegan en lágrimas y demás estupideces mis ojos.
No hay luz.
Nunca la hubo.
Y salgo arrastrándome de mi vida,
De mí misma.
De mis sueños y promesas.
Huyo del tiempo y los recuerdos.
Corro sobre las nubes, grises.
Nado entre la nieve que se derrite sólo con pensarla.
Y los helados sacan de paseo a sus dueños,
Que los lamen inconscientes.
Nunca muerdas la mano que te da de comer.
Aunque sea veneno.
La eutanasia no está tan mal vista.
Siempre y cuando el individuo en cuestión quisiera morir antes de hacerlo.
Tu asesinaste todo.
Y no lo sabes.
Y no lo sabrás.
Porque, ahora que yo ya no puedo sonreír,
Te toca hacerlo a ti.
Por mí,
Por que soy egoísta.
Y las leyes de la gravedad no se aplican para mis lágrimas,
Que flotan hasta el techo de mi habitación.
Y ahí descansan, manchando las cortinas.
Jugando mal al escondite.
Escondiéndome mal,
Para que, cuando me encontraras,
Yo pensara: qué sorpresa.
Y sentirme feliz porque, en mitad de la tormenta,
Con un chubasquero rosa.
Pero rosa fosforito.
Tú fuiste capaz de verme.
¿Porque me buscabas?
No, desde luego.
Pero eso no me gustaba pensarlo.
Cambiar de nombre cada cosa.
Cambiar el orden de los sueños.
Cambiar el sentido de las frases.
Cambiar.
Cambiar.
Y el bien y el mal se difuminan.
Se abrazan y se hacen el amor.
Y yo.
Yo siento envidia.
Qué difícil.
…
Cien silencios.
Mil y una noches.
Cien suspiros.
Cien palabras.
Cien promesas
Y mentiras.
Cien cristales.
Cien sueños
Y pesadillas.
Cien lágrimas.
Cien recuerdos.
Y una corazón.
Ha amanecido temprano.
Y me he levantado tarde.
Soñar.
Sé de ojos que nunca lo han hecho.
Sé de sonrisas torcidas que lo hicieron demasiado.
Sé de sueños que rompen.
Y sueños silenciosos.
Que se cuelan en la noche. Y violan todos los muros.
Y saltan todas las distancias.
Sueños que juran.
Sueños de lengua afilada y envenenada.
Sueños malvados y perversos.
Hermosos como ángeles del infierno.
Cuándo?
Cuánto?
Cuánto?
Quiero saberlo todo.
Y reír triunfante.
Al demostrar que yo, sólo yo.
Siempre.
Y que tú, siempre tú.
Solo.
Rodeado de gente.
Siempre.
No hay salida.
No hay escapatoria.
Nos rodeamos de espejos que se burlan de nosotros.
Se consume la mecha de mi noche.
Cruzan fugaces las horas.
No tengo sueño.
Estoy pensando.
Si solo pudiera…
Tengo miedo. No sé si se acabaron los minutos.
Si se apagarán las luces.
Si quiero dejar de actuar,
Si espero aplausos o vítores.
Maldita farsa.
Maldita noche.
Maldita vida.
Maltidos todos,
Continuad siendo protagonistas de sueños.
Demostrándome que al final del día,
Hay un motivo para acostarse,
Queriendo despertar mañana.
En fin, efectos de una noche entera leyendo blogs ajenos, escuchando musica y escribiendo incoherencias.
Estoy viendo amanecer.
No sabía que lo hiciera tan pronto.
En fin, ojalá hoy sea un día mejor.
2 comentarios:
no creo que haya comentario posible.
simplemente, suerte.
bleh
a veces doy miedo por la noche.
y hoy no he dormido ;)
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