La calle. Y de pronto anochece, el aire sabe a Sur y flota entre las farolas el olor a marihuana.
Un chico en bicicleta se gira y me sonríe.
Entonces me doy cuenta; le devuelvo la sonrisa. ¿Será tan bonita como la suya?
Le veo alejarse y recuerdo haberme concienciado de una nueva verdad.
Joder, cómo echo de menos jugar a ganarme el amor, las miradas y las noches. Cómo echo de menos sentirme elegida entre toda la humanidad, sentir que el mundo se centrifuga en mi ombligo, y la nieve cae en torno a una botella de alcohol.
Echo de menos... no sé, a ti en general, que estás tan cerca que te noto lejos.
Pero no es porque estés cerca, creo que es que, de lejos, si algo fallaba, sería la vista, que nunca ha sido muy buena. A un centímetro, sintiendo tu aliento, me pregunto, atemorizada, si estarás cansado, si estaré cansada, si habrá para mí palabras. No, sé que no, y ahora me da igual.
No son palabras lo que quiero, no son besos, no son tratados de posesión de un corazón. Quiero actividad, quiero jugar, quiero ganarme una sonrisa.
Pero, cariño, cuando me esfuerce, dame mi recompensa, o acabará sucediendo como me pasa ya con los textos... que me canso de escribir, y jugar sola, sin premios, ni medallas, ni derrotas.
Quiero sentirme como cuando jugaba, como cuando volvía corriendo a casa, como cuando se me iluminaba una noche.
¿Será que hace tanta luz que la mínima nube me sume en la tiniebla?
Wanna Play... Again?